El Diario de Vera Kohnová

Jesús Millán Muñoz.- ¿Cómo explicar tanta barbarie-crueldad-violencia, cómo llevar a campos de concentración a familias enteras, a niños y niñas, cómo explicar tanta catástrofe…? 

Esta niña judía Vera Kohnová (1929-1942) de Checoslovaquia, escribió durante cinco meses, a la edad de doce años un diario-reflexiones-meditaciones de su ser en ese momento tan trágico, de tanta incertidumbre, de tanto vulnerabilidad, de tanta irracionalidad. Después de décadas de estar escondido y en silencio fue publicado en el 2006. 

Olvidamos muy fácilmente que el mandato-norma-ley de “no matarás”. Es una norma universal, que está dentro de nuestra esencia de seres humanos, dentro de nuestra más profunda sociabilidad y genética. -Otra cuestión, pero dentro de esta norma, es la defensa personal individual y defensa justa social y política-. 

Podemos entender y comprender que ante un enorme temor-temblor de una ideología, se cree socialmente otra en contra. Es en definitiva la supervivencia de sociedades y de seres humanos. Es decir, que este factor anterior, de los acontecimientos históricos del primer tercio del siglo veinte, más la enorme hiperinflación en Alemania, las consecuencias de la primera guerra mundial, millones de personas en el desempleo, y, multitud de otros factores y variables mundiales, produjo toda la hecatombe sociopolítica de la primera mitad del siglo veinte, dos guerras mundiales, y todo, la nefasta y perniciosa y crueldad que se produjo dentro y fuera de este acontecimiento, antes y después. No podemos obviar la mentalidad de los dirigentes máximos, sus traumas y profundas heridas, y, multitud de otras realidades. En cierto modo, podríamos indicar, que desde 1907 hasta la década de 1950, el mundo estuvo en constante convulsión, en un lugar o en otro… 

Podríamos indicar, que solo hubo una guerra internacional, podría valer este concepto-terminología, en el mundo, con distintos episodios, empezando por las revoluciones de principio del siglo, en distintas partes del mundo, la guerra ruso japonesa, la primera guerra mundial, la revolución soviética, la segunda guerra mundial, etc. Dentro y al lado, de un enorme contexto de desarrollo científico y cultural y, en casi todos los parámetros humanos. Las dos realidades mezcladas y combinadas… 

En toda esa vorágine, aumento demográfico, revoluciones políticas que cambiaron los fundamentos de la sociedad, enorme aumento demográfico, temor de unos sistemas políticos a otros, aumento tecnológico y científico a y en todos los modos y maneras, revolución industrial y tecnológica, y cientos de otros factores. En todo esa perola-sartén-olla de ebullición, está, como un enorme episodio trágico, no existen palabras para definirlo, la enorme cantidad de campos de trabajo, campos de concentración, campos de exterminio activos y pasivos –activos, en sentido que sacrificaban a las personas directamente, de un modo o de otro, pasivos, que les dejaban poco a poco se fuesen muriendo de hambre y de enfermedades-. 

Utilizo esa descripción-definición-catalogación de campos de exterminio activos y pasivos. Porque no solo eran meros campos de concentración, con lo que ello supone, sino que tenían condiciones, para que se fuesen muriendo las personas, pasivos, por malos tratos, enfermedades, situaciones de hacinamiento adrede, poca comida, mucho trabajo, etc. Y, activos, es que al llegar a ese campo, a un día o unas semanas, terminaban activamente con la existencia de docenas, cientos, miles, docenas de miles, cientos de miles de personas… 

Pasará el tiempo, y, no entenderemos, jamás, cómo pudo suceder, que Eurasia se llenase, en distintos tiempos y geografías, de docenas y cientos y miles y decenas de miles de campos de trabajo y concentración y exterminio y genocidios y guetos y largas marchas y… ¡Yo, soy incapaz de entenderlo, ni comprenderlo, aunque en este asunto, lleve décadas, analizando y estudiando, esta realidad, bajo distintas ideologías y teorías y concepciones del mundo…! 

Pienso que el abandono de Dios, que diversas ideologías o teorías sociopolíticos, -es un elemento esencial, pero no único, pero con muchas ramificaciones-, tomasen el poder máximo, y fuesen ateos. Nadie se ofenda, ha sido una razón esencial. Porque las elites que tomaban el poder, no tenían, un freno interior y exterior, lo religioso, que les limitase su poder. Y, con un poder casi omnímodo, en el siglo veinte, fueron capaces de hacer lo que hicieron… 

En todo este torbellino, cayó nuestra protagonista. ¡Cuántos millones de niños y niñas, seres menores de hasta catorce y dieciséis años, habrán muerto en el siglo veinte, por no citar en otros siglos, en campos de trabajo, de concentración, de exterminio, de genocidios, de largas marchas, guetos, cuántos millones de niños u niñas…! ¡Cuántos cientos o miles o docenas de miles lo estarán haciendo ahora mismo…! ¡Y, eso sin contar las guerras, sean de un tipo o sean de otro…, sean bajo una teoría u otra…, sea en un territorio o en otro…, bajo una cultura u otra…! 

¡De judíos se habla de un millón, solo de judíos, de un millón y pico…! ¡Entre otros, nuestra escritora de este diario, Vera Kohnová (1929-1942) de Checoslovaquia. ¿Qué mal puedo hacer este ser humano, esta niña, qué mal pudo hacer a otros seres humanos, qué delito podría haber cometido… qué mal…? ¡Hay, días, que uno siente, le da vergüenza pertenecer a esta especie, esta especie, con tantas cosas buenas, más cosas buenas que malas, pero también malas, hay días, que uno siente vergüenza de ser humano, de pertenecer a una especie biológica y psicológica y moral tan primitiva, de pertenecer y formar parte de sociedades y culturas y civilizaciones tan primitivas, y, con tantos errores…

Señorita Vera Kohnová (1929-1942) de Checoslovaquia, solo puedo ofrecerte este pequeño homenaje póstumo. Este pequeño artículo periodístico. Descanses en paz durante toda la eternidad con tu Dios, Israel o Yahvé o Elohim que se presentó a tu profeta Moisés y, regaló a la humanidad las Tablas de la Ley

Cuántos males se evitarían, si ateos y agnósticos y creyentes, al menos, cumpliésemos los diez mandamientos, al menos, los siete últimos… 

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