El parque Nacional de las Tablas de Daimiel

Sin duda alguna, pasear por las riberas del parque nacional de las Tablas de Daimiel es un placer para los sentidos y más cuando este oasis de la naturaleza está enclavado en un paraje donde el arbolado es más bien escaso y la naturaleza no ha sido en demasía benigna en prodigar un clima lluvioso.   La tablas de Daimiel son un milagro en esta llanura manchega donde el sol abrasador del verano convierte la hierba en pastizales amarillentos  de color tostado que junto a la tierra roja asemejan un espacio lunático solamente salpicado , de vez en cuando por algún olivar centenario que ya ha visto muchas primaveras y muchos sedientos veranos.

Creo que, desde tiempos inmemoriales, las tablas han tenido una vida tranquila  y llena de naturaleza que ha servido para que las aves, los reptiles, los mamíferos, los anfibios  vivieran en plena libertad. Tenemos testimonios muy recientes,  ya que se acercan al año 1325 cuando, un insigne hombre castellano, el Infante D. Manuel en su obra El Libro de la Caza, nos describe este paraje manchego con increíble viveza y certero en sus conclusiones. Decía testimonio reciente porque ese año de 1325 es muy cercano a nosotros si lo comparamos con la creación  de este encharcamiento en medio de la llanura castellana.

Las Tablas de Daimiel comenzaron su andadura universal  con D. Francisco Martí de Veses impulsor de la Sociedad de Cazadores aunque es evidente que reyes , nobles y demás personajes de la corte tenían a este paraje como un lugar privilegiado para el desarrollo de la caza como ocurrió con Felipe II, el gran rey español en cuyos dominios no se ponía el sol, debido a su gran extensión mundial, o el General Prim en 1870 y el mismo Alfonso XIII en 1875 que igualmente desarrollaron el deporte de la caza en las Tablas. Por aquellos momentos las Tablas eran un inmenso embalse  de agua, con innumerables canales, islas, islotes que cubrían una gran superficie. El agua no sólo fluía de los ríos Cigüela y Guadiana sino que había multitud de manantiales dentro de las  Tablas que servían para consolidar el líquido acuoso.

Sin lugar a dudas, es preciso leer a Julián Settier  en su libro Caza menor  anécdotas y recuerdos para darnos cuenta y al mismo tiempo conocer de cerca lo que eran la Tablas de Daimiel. Es un libro lleno de conocimiento sobre la naturaleza, sobre las aventuras de la caza y sobre todo es un libro para leer y entretenerse y conocer un poco más nuestra tierra castellana.

Hemos dicho muchas veces que el mayor depredador de la naturaleza es el ser humano; este aserto vale perfectamente para conocer lo que ha pasado con las Tablas. En 1959 se prohíbe la caza en estos parajes debido a que el furtiveo, el abuso y el mal trato van deteriorando todo el  ecosistema que forma todo el conjunto del humedal manchego; pero esta prohibición se la salta el que puede y así en 1965, concretamente el 17 de octubre el Generalísimo da una cacería en las Tablas pero ya éstas estaban acusando su gran deterioro debido a ciertas medidas muy perjudiciales para los humedales de Castilla  La Nueva como fueron la canalización de los ríos, la explotación abusiva de agua para riego, (amplias zonas producían maíz en abundancia y todos sabemos que esta planta necesita mucha agua). La sobre explotación del acuífero 23 para llevar sus aguas a los pueblos y ciudades, un tremendo abandono y la escasez de lluvia,  todo  acompañó para que las Tablas fueran disminuyendo en extensión y convirtiéndose en terrenos de labranza.

 Era necesario proteger este enclave paradisiaco y para ello el 31 de mayo de 1966 es decir un año después de que Franco realizara la cacería antes señalada, las Tablas se convierten  en Reserva  Nacional de Caza con el objetivo de proteger a las aves migratorias, animales autóctonos, anfibios, reptiles etc.

Pero este espacio natural  de unas 1.923 Has. Situado en los términos municipales de Daimiel con unas 1.582 Has. Villarrubia de  los Ojos con 346 Has  y regado por los ríos  Cigüela de agua salobre y el Guadiana de agua dulce, pronto comenzó a  no recibir ningún aporte hídrico ya que ambos ríos se secaron a partir de los años sesenta por lo que era necesario tomar nuevas medidas proteccionistas como  la de declarar a las Tablas Parque Nacional en 1973, Reserva de la Biosfera en 1981 y un año más tarde incluirlo en  el Convenio Ramsa En 1988 la Comisión europea sigue su patrocinio y es incluido como Zona de Especial Protección ( ZEPA) con la obligación para España de conservar  el espacio y aportar el agua  que fuese necesario.

Para parar este proceso de degradación la Comisión Europea abre un expediente sancionador a España  y la UNESCO  expresa la posibilidad de retirar a la Tablas la figura de  Reserva de la Biosfera, debido a las múltiples denuncias de los ecologistas por la situación gravísima en la que se encuentra el Parque Nacional. En ese mismo año de 2009 se producen grandes incendios de las turbas poniendo en peligro total la existencia de las Tablas, y aunque se acude a resolver el problema por medio del trasvase del agua de río Tajo a la llanura manchega  el peligro sigue existiendo. Solamente debido a la abundancia de lluvias del año 2010 el problema desaparece y en aquel momento  podíamos  contemplar la totalidad de la superficie del Parque inundado y con grandes posibilidades de  seguir aumentando su superficie debido a la expropiación de pozos y de fincas cercanas a las Tablas, pero todo aquello ha vuelto a ser hoy una pequeña laguna casi sin agua.

Así pues, parece que ese problema, se pudo solucionar para un periodo de tiempo muy limitado y debido fundamentalmente a la lluvia, pero por el horizonte aparece otro muy grave  ocasionado por la  contaminación de los  vertidos de las aguas de los pueblos rivereños, de tal manera que  este  nuevo problema  puede convertirse en grave si no se toman las medidas necesarias y precisas  para que  las aguas de las Tablas no se vayan contaminando. Es preciso que las medidas sean de tipo general y que el montante económico, muy alto para los pueblos cercanos al Parque, sea asumido por el estado. No parece razonable que la conservación de un Parque Nacional recaiga en los hombros de  los habitantes de estos pueblos que vierten sus aguas residuales en el Parque. Las depuradoras instaladas, unas no funcionan y otras funcionan mal pero eso sí el coste corre a cargo  de los bolsillos de los habitantes de estos pueblos como son  Villarrubia de los Ojos, Daimiel, Fuente el Fresno, Torralba, Fernán Caballero y  Carrión que se ven obligados a presupuestar un montante económico muy elevado para purificar sus aguas.  Es preciso que la presidencia del  patronato del Parque Nacional  tenga alguna iniciativa para ir solucionando este problema al mismo tiempo que  se solicita al gobierno de la nación para que  todos estos gastos sean aportados por  los presupuestos  nacionales  y no recaiga  en los contribuyentes de estos pueblos antes mencionados. No es de recibo que los gastos de mantenimiento de  un Parque Nacional  recaigan en un verdadero impuesto para los presupuestos de los gobiernos municipales de los pueblos rivereños. Con ese  dinero que emplean en la depuración del agua se puede  crear y generar riqueza y puestos de trabajo.

Las Tablas de Daimiel necesitan aporte hídrico estable y no depender de la lluvia como está ocurriendo en estos momentos. Ya he indicado en otros artículos que el agua es de todos y que no podemos permitir, por más tiempo, que haya dos Españas: la húmeda y la sedienta. Es preciso un plan hídrico nacional que una todas las cuencas y que el agua sobrante de una cuenca se lleve a la  que padece sed.

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