Pistachos, el nuevo oro verde

En muy pocos años el pistacho se ha convertido en uno de los cultivos —junto al almendro— que más rápido se ha extendido en todo el territorio nacional, pero de manera especial, en Castilla-La Mancha. En nuestra comunidad autónoma hay plantadas unas 53.000 hectáreas, que representan más del 80% de las cultivadas en todo el país.

Existen referencias de su cultivo en Medio Oriente desde hace casi diez mil años. Su explotación se inició en Irán, Turquía y Afganistán. En estos momentos, los grandes productores mundiales de pistacho son —por este orden— Irán, Estados Unidos y Turquía, países en los que su consumo es muy popular, aunque también son los que más exportan al resto del mundo.

En la península Ibérica, parece ser que fue introducido por los romanos y mantenido durante la ocupación de los musulmanes. No se sabe muy bien por qué dejo de cultivarse, aunque algunos autores lo relacionan con la marcha definitiva de los musulmanes de nuestro país y con la posible prohibición de su cultivo, debido a sus cualidades afrodisíacas.

Las propiedades del pistacho son muy diversas. Desde la mejora de la actividad sexual en el hombre, hasta su condición de alimento antioxidante, pasando por la mejora de la fertilidad, la prevención de la diabetes o el fortalecimiento de huesos y dientes. Estudios recientes, como el realizado en el Hospital Universitario y Centro de Investigación Atatürk de Ankara (Turquía), en 2019, han demostrado que el pistacho mejora la calidad de las relaciones sexuales en el hombre.

Una de las características de este árbol es que se trata de una planta dióica, es decir, que unas plantas producen solo flores masculinas —que dan polen, pero no fruto—, y otras solo femeninas, que son las que, una vez polinizadas, producen el fruto. Se cuenta que, cuando se marcharon los musulmanes, quienes siguieron cultivándolos desconocían esta cualidad y decidieron arrancar los árboles machos —que no producían fruto—, con lo que dejaron de producir también los árboles hembra.

La reintroducción de esta planta en España —después de casi cuatro siglos del abandono de su cultivo—, se produjo en 1975, año en el que el Ingeniero Agrónomo, Francisco Vargas, plantó el primer pistachero en una finca de Tarragona. Pero el experimento no funcionó, seguramente debido al clima de esa zona.

El también ingeniero agrónomo e investigador, José Francisco Couceiro, trabajaba en el Centro de Investigación Agroambiental El Chaparrillo de Ciudad Real, cuando, en 1986, recibió el encargo de buscar cultivos alternativos a los tradicionales para implantarlos en Castilla-La Mancha. Según cuenta en una entrevista reciente que le hicieron en El País, él entendió que en esta región se daban las mejores condiciones para el cultivo del pistacho, por lo que pidió información a técnicos de los países en los que se producía, sobre todo de Irán, desde donde le enviaron, además de abundante información, yemas húmedas de pistacheros para poder injertarlos.

Después de muchos experimentos fallidos, consiguió la fórmula que iba a propiciar su implantación en toda España. Como pie de porta injerto utilizó un árbol autóctono, la cornicabra, en el que injertaron las variedades más exitosas de Irán. Con ello obtuvieron una planta muy productiva que alcanzaba la tonelada anual por hectárea de secano. Para obtener producción de este cultivo, han de pasar entre seis y ocho años, lo que desanima al agricultor, que ha de hacer una cuantiosa inversión, a largo plazo. Por este motivo, la labor de difusión de este cultivo fue complicada, aunque acabó llegando a los futuros productores.

Pero no es oro todo lo que reluce. Este ingeniero vaticina una crisis próxima. Dice que se tendrán que arrancar un tercio de los pistacheros en diez años, debido a que se han plantado en zonas húmedas, como en Galicia, cuando esta planta huye de la humedad; o porque se han elegido mal las plantas utilizadas.

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Hablando con un agricultor toboseño, Armentario Contreras, que lleva más de veinte años cultivando pistachos, nos comenta que ellos están en un nivel superior al de la agricultura convencional y ecológica. Aplican un sistema, el de la agricultura biodinámica, que es más exigente en cuanto a las condiciones de cultivo, por ejemplo, utilizando abono orgánico elaborado por ellos mismos al que aportan diversas sustancias —entre otras la valeriana— o estableciendo una rigurosa distancia de seguridad con las fincas colindantes para evitar contaminaciones con productos fitosanitarios.

Un grupo de productores de la zona —entre ellos este agricultor—, han constituido una SAT (Sociedad Agraria de Transformación), radicada en Alcázar de San Juan, a través de la cual han decidido procesar el producto para ofertarlo al mercado a buen precio. Ellos le quitan la cáscara, lo presentan en crema o clasificado según su calibre y envasado al vacío.

La entrada en producción de nuevas plantaciones en los próximos dos o tres años, vaticina una bajada de precios, lo que parece no preocupar demasiado a los actuales productores.

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