Castilla-La Mancha, el paraíso otoñal para disfrutar de las aves en sierras y humedales

«Es hora de cambiar de aires», parecen pensar las miles de grullas que hace escasas semanas han puesto rumbo a Castilla-La Mancha desde el norte de Europa. Ya se las puede ver en las dehesas centenarias y en las bellas lagunas, desde el Campo de Calatrava a las soledades del Valle de Alcudia y Sierra Madrona, pasando por Cabañeros, los Montes de Toledo o las Tablas de Daimiel, en el caso de la provincia de Ciudad Real. Con la llegada del otoño, una estación idónea para disfrutar de la observación de aves, Castilla-La Mancha celebra el regreso de un variado repertorio de especies procedentes de latitudes más septentrionales. Y las grullas son una de las más especiales.

Mirador en Las Tablas de Daimiel. © Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

Entre noviembre y febrero recalan en tierras castellanomanchegas varias decenas de millares de ruidosas grullas. Sus esperados trompeteos —como se denomina al inconfundible sonido que producen estas vistosas aves— anuncian la llegada del frío. Atrás quedaron los calurosos meses estivales, reverdeciendo en estas fechas los pastos en los encinares y llenándose, de nuevo, con las lluvias otoñales, los humedales. Para ir en su búsqueda se recomienda poner rumbo y recorrer sin prisas las dehesas del Valle de Alcudia o del valle del Tiétar, en las que se alimentarán durante estos próximos meses.

El grandioso espectáculo de las grullas

Será al caer la tarde cuando las grullas brinden uno de los espectáculos más singulares de la naturaleza: la llegada en grandes grupos a sus dormideros, en los que pasarán la noche. Provistos de ropa de abrigo, es aconsejable acudir a última hora del día, por ejemplo, al embalse de Rosarito, a la laguna de El Hito, a la laguna de Peñahueca, a la laguna de Manjavacas o a Las Tablas de Daimiel para disfrutar de esta experiencia inolvidable.

Flamencos en el complejo lagunar de Pétrola. © Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

Pero además de grullas muchas otras aves se dan cita en esta época en Castilla-La Mancha. Un total de 350 especies se pueden ver en la comunidad autónoma a lo largo de todo el año, lo que sitúa a la región entre los destinos ornitológicos de mayor valor e interés de toda Europa.

Serán las gangas también protagonistas en estas fechas. Y no nos referimos a las rebajas y ofertas comerciales propias de estos meses, sino a las gangas ibéricas y las gangas ortegas, dos especies de aves cuya distribución en el continente europeo prácticamente se limita a España. Castilla-La Mancha alberga más de la mitad de la población peninsular de gangas ibéricas, un hecho que confiere una especial importancia a estas olvidadas estepas y a las zonas de cultivo, en donde viven estas coloridas aves. A partir del otoño y hasta la próxima primavera, las gangas se agrupan en bandos numerosos, a veces formados por centenares de individuos. Será el otoño, pues, una época idónea para disfrutar de estas aves en lugares como el Campo de Calatrava, los alrededores de las lagunas manchegas o las llanuras en torno a Hoya-Gonzalo. Se trata de enclaves en los que se podrán localizar a otros dos preciados tesoros ornitológicos, la avutarda y el sisón, ambas especies por desgracia en preocupante declive.

Laguna de Villacañas. © Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

Tras el largo estío, que deja sedientos a muchos de los humedales de carácter estacional, las lagunas de Castilla-La Mancha suelen recuperar su nivel hídrico y recobrar en estas fechas una frenética actividad ornitológica. En una sola mañana, con ayuda de unos prismáticos y un telescopio, se pueden identificar decenas de especies diferentes de todos los tamaños y colores.

Lo cierto es que el listado de aves asociado a las zonas húmedas de Castilla-La Mancha es tan variado como extenso: flamencos, malvasías cabeciblancas, patos colorados, ánades azulones, frisos, rabudos y silbones, garzas reales, garcetas grandes y comunes, gaviotas sombrías y reidoras, zampullines cuellinegros, somormujos lavancos, calamones y aguiluchos laguneros, entre otras, conviven en otoño en lagunas, embalses y tablas fluviales de la región.

No hay mejor excusa para acercarse al Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, a la laguna de Navaseca, a las lagunas de Alcázar de San Juan, al complejo lagunar de Pétrola, Salobrejo y Corral-Rubio o a embalses como El Vicario, Castrejón, Azután o Almoguera. Unos paisajes no menos espectaculares, y unas aves distintas, aguardan en los imponentes roquedos y cortados de Castilla-La Mancha.

Laguna de Pedro Muñoz. © Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

Cuenca y el Alto Tajo

La Serranía de Cuenca y el Alto Tajo, dos de los Parques Naturales de mayor extensión, deparan jornadas inolvidables para disfrutar de las grandes rapaces y de otras muchas especies. Ambos espacios protegidos lucen en otoño sus mejores galas, con el colorido de los bosques de ribera que prosperan a orillas de los principales ríos. En ambos lugares está garantizada la observación de los majestuosos vuelos de los buitres leonados, especialmente en días soleados. La mayor colonia de la región se localiza en la serranía conquense, en concreto en el angosto cañón labrado por el río Júcar entre el Ventano del Diablo —un popular mirador turístico, cerca de la ciudad de Cuenca— y el embalse de La Toba.

Laguna del Hito. © Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

En el Alto Tajo, por su parte, lugares como la hoz del río Gallo o el puente de Peñalén son igualmente recomendables para deleitarse con los buitres leonados. En el entorno de estos paredones rocosos, además de buitres, no es difícil ver águilas reales de oscuras tonalidades, águilas perdiceras con un plumaje blanco y finamente moteado, y otras rapaces como el halcón peregrino, muy vinculado a los escarpes más alejados de los núcleos urbanos.

Es precisamente a estos roquedos donde acuden, cada año, no pocos aficionados a las aves con una mayor experiencia, en busca de algunas de las joyas aladas más esquivas, como el treparriscos y el acentor alpino. No es tarea fácil dar con estas singulares especies, sobre todo con el treparriscos, pero el esfuerzo merece la pena. En la Península nidifica únicamente en inalcanzables cortados de Pirineos y de la Cordillera Cantábrica, descendiendo a parajes menos fríos en otoño y en invierno, situados algunos de ellos en Castilla-La Mancha.

Aves sobrevolando el pantano de Nalvalcán. © Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

De Cabañeros al Valle de Alcudia

Volviendo a las dehesas y al monte mediterráneo, el otoño es una época idónea para acercarse al Parque Nacional de Cabañeros, al entorno de los Montes de Toledo y a los alomados relieves del Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona. Entre otros muchos alicientes faunísticos, hay muy buenas opciones de encontrar especies tan significativas como el águila imperial ibérica (Castilla-La Mancha alberga más del 40% de la población global de esta amenazada rapaz, con varios centenares de parejas asentadas fundamentalmente en las provincias de Toledo y Ciudad Real) o el buitre negro (que con cerca de tres metros de longitud de punta a punta de las alas, no tiene rival en los cielos en lo que a envergadura se refiere).

Y un último consejo: como ocurre cuando se vista un museo o cualquier ciudad, es recomendable contar con los conocimientos y la experiencia de los guías locales, ya que harán mucho más enriquecedora la experiencia. Son cada vez más las empresas de turismo de naturaleza y turismo activo de la región enfocadas a la observación de aves, con profesionales con una larga trayectoria en el territorio.

Ave en las Tablas de Daimiel. © Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

Castilla-La Mancha constituye, en conjunto, un verdadero paraíso para disfrutar de las aves. Un destino sorprendente que alberga cientos de especies ornitológicas y que brindará una infinidad de planes y propuestas para enamorarse de la naturaleza más asombrosa.

Castilla-La Mancha te invita este otoño, al igual que han hecho las grullas, a cambiar de aires, dejándote llevar por el vuelo de las aves. Recorriendo estos espacios protegidos descubrirás mil y un paisajes nuevos, diferentes en cada estación del año, a los que querrás volver, como llevan haciendo a este territorio desde tiempos inmemoriales tantas y tantas aves migratorias. Castilla-La Mancha te espera con las alas abiertas…

Garza en las Tablas de Daimiel. © Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

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