Reconciliación sociopolítica en la Piel de Toro

Jesús Millán Muñoz.- Me pregunto y pregunto si ese ánimo o tendencia por parte de la inmensa mayoría de la reconciliación y tolerancia y mutuo acuerdo en política se ha perdido. 

No soy, de los idealistas o utópicos o melancólicos que todo el día están hablando del espíritu de la transición y Transición de hace cuatro décadas y un poco más. Porque los que vivimos y existimos en aquella época, aunque fuésemos jóvenes, sabemos del dolor y del sufrimiento que trajo aquel cambio necesario y renecesario… 

Pero echamos de menos, que las grandes fuerzas ideológicas, los grandes líderes, los grandes colectivos, los grandes poderes fácticos, los grandes medios de comunicación, y, todos los que están moviendo los hilos de la realidad presente, sin negar que existan excepciones, vuelvan a pensar y repensar y analizar y reanalizar, si hay que quitar hierro y bronce y veneno a las relaciones sociopolíticas y políticas, tanto de los que dirigen la rex pública/cosa pública, como el pueblo en general… 

No sé, o mejor dicho, pienso que hay que reducir la tensión política en la sociedad, país, Estado español por mil motivos o mil razones. Nadie desea y quiere, que todos estén de acuerdo con todos. Pero si podemos y debemos pensar, que tenemos derecho, tenemos que darnos el derecho a nosotros mismos, de que podemos vivir y existir en paz… Cada uno puede tener las ideas e ideología que quiera, tiene su derecho a la libertad de conciencia/pensamiento/culto/expresión/publicación. Pero hay que expresar los enunciados, conceptos, ideas, datos, argumentos, razones con respeto. Aceptar que el otro, el otro es una persona, no es un antagonista/adversario/enemigo, sino alguien que según sus intereses, porque tiene derecho a defender sus intereses, según su forma de pensar, piensa o cree o estima o ha inducido o deducido que su esquema sociopolítico es el mejor o el más conveniente… 

Cansado estoy, hablas de algún tema, que roce la polémica, y, en seguida salen con la Inquisición Española. Saben el nombre y el apellido. Pero me parece que la inquisición se terminó en el siglo diecinueve, pero nosotros, seguimos teniendo, un espíritu inquisitorial, tenemos que convertir al otro a nuestras ideas, y, si no es así, lo anulamos o lo callamos o lo silenciamos o… Este es el gran problema de nuestra sociedad, durante siglos, el gran problema de España… 

No sé si es debido a que durante siglos en este territorio hubo tres macroideologías y macroculturas, y, tuvieron suficientes roces, no sé, porqué en el siglo diecinueve, hubo tres guerras civiles, denominadas carlistas, no sé, porqué hubo una gran guerra cruenta e incivil en el siglo veinte… Y, siempre parece, que estamos dados, a coger la bandera del momento, y empezar a mirar al vecino de la calle de abajo con cierta mala mirada y perspectiva… 

Todo esto, lo anterior y más cosas, me ha recordado y acordado, viendo en las fotografías, viendo después en imágenes, como en las Cortes de la transición y las democráticas de hace cuatro décadas, paseaban por sus pasillos, y terminaron por saludarse y hablar, personas, que venían de grupos ideológicos muy diferentes, incluso, algunos de hace de décadas anteriores, que estuvieron enfrentados y no solo ideológicamente. Pero se dieron cuenta, tuvieron la inteligencia, que “el pasado no se debería volver a repetir”. Que el vivir juntos y la tolerancia y el acuerdo es la única manera de vivir y existir y de estar y de ser. Tenemos derecho a darnos la paz, la paz individual, cada uno de nosotros, la paz social entre nosotros, la paz política con nosotros. Porque con estos tres tipos de paz, podamos alcanzar la paz económica y toda la riqueza y riquezas de todo tipo, que se debe/surge/nace a/de la paz… 

Decía que todo esto, lo he recordado y mucho más, al leer o releer el artículo que Fernando Arrabal, publicó en El Pais Semanal, el día 10 de abril de 1977, -si observan no he citado ningún nombre, de políticos o empresarios o religiosos o militares de hace cuatro décadas, antes y después-. No fue fácil la transición y la Transición. No hay que olvidar que se preparó años antes del cambio de régimen, no fue fácil ya que hubo episodios tristes y duros y enigmáticos y misteriosos, que después, de tanto tiempo, al menos yo, no he sido capaz de dilucidar. Pero si debemos aceptar que todos se pusieron de acuerdo en la paz, que había que olvidar y que había que mirar hacia delante. Que no había que pensar tanto en el pasado con rencor, y mirar al futuro con esperanza. Que había que olvidar un poco a los abuelos, para pensar más en los nietos y biznietos… 

Uno, se levanta cada semana, cada mes, conociendo algún acto o noticia o información, en el cual, uno siente, que ese espíritu de buscar un bien futuro para todos, se va resquebrajando. Que unos tiran de una cuerda hacia un lado, y, otros hacia otro, y, uno siente o presiente o percibe o teme que el barco se vaya desgajando/desgarrando/deshilvanando. Y, olvidan, que cuándo una entidad se debilita mucho, sea un animal biológico, sea una realidad sociopolítica, siempre existirán fuerzas y presiones e intereses, de dentro y de fuera, que querrán, llevarse trozos de carne, de la gran pieza, caída y herida y malherida y débil… 

Me gustaría oír con esperanza que hoy, los discursos y oratoria y lenguaje y fórmulas enunciativas que unos y otros se digan, cada uno con sus puntos de vista, pero se realice en paz y sosiego y tranquilidad y con respeto al otro. Me gustaría que eso sucediese hoy, y, mañana y pasado mañana… 

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