Inocentada

Aunque la fecha central y centralizada de las llamadas Inocentadas, deban verificarse hacia el día 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes, no tiene nada de particular que este año –como muchos otros más– la Inocentada se produzca con, al menos, un mes de antelación.

Con un mes de antelación y sin previo aviso.

Lo cual es peor, aunque no lo parezca.

Antelación y anticipación del almanaque, que nos lleva a anticipar todos los movimientos de su lugar preciso y exacto.

O del lugar exacto en el que deberían de estar y producirse tantas cosas.

En un puro reflejo de lo que conocemos como ansiedad contemporánea.

Antelación y anticipación del almanaque como forma de vivir acelerada y anticipadamente todos los acontecimientos.

Y como formas patológicas de las conductas contemporáneas.

Como formas actualizadas –nunca mejor dicho– de psicopatologías de la ansiedad de lo cotidiano.

A la manera de las Psicopatologías de la vida cotidiana de Sigmund Freud.

Que es la forma moderna de vivir el futuro en el presente.

Y vaciar todo lo que venga por delante en el capacho del hoy.

Consistente, la citada ansiedad, en experimentar aceleraciones del calendario y realizaciones del futuro que deban ser, imperativamente, verificadas hoy.

Y así, es posible que a finales de noviembre se puedan comprar Roscones de Reyes, que, en buena lógica del calendario, deberían de promocionarse en el entorno del 6 de enero.

Ahora la ansiedad contemporánea, nos lleva a consumir los repetidos Roscones solapándose con los Huesos de santo, que proliferan a primeros de noviembre, junto a las llamadas Arropias.

Igual que ocurre cuando nos anuncian los Libros escolares –para su reserva y compra– en el meridiano del verano.

Para evitar que no se agoten y puedan quedarse las familias desabastecidas de libros escolares.

Y ello motiva las colas de reservas y anticipaciones variadas.

De libros escolares, de Roscones de Reyes, de banquetes nupciales, de listas de reyes –que no son propiamente reyes Godos o ¿gordos? – y de vacaciones estivales reservadas en el frío mes de enero.

Así, la noticia vertida ayer en algunos medios, 28 de noviembre, sobre el trámite de clausura de la sede de la delegación de la Junta de Comunidades es una suerte de Inocentada inconmensurable.

O peor, una suerte de despropósito tan inconmensurable, por parte de sus dos protagonistas: El Ayuntamiento y la Junta de Comunidades.

Descubrir a los veinte años que alguien actúa en la ilegalidad, refleja la pasividad elocuente del primer actor.

Y la negligencia del segundo.

Por más que la permisividad de uno no encubra el descaro de otro.

Es como el que descubre que el vecino le robaba la electricidad con un enganche ilegal, tras veinte años.

Si el expediente de clausura prospera –toda vez que al solicitante se le puede exigir el cumplimiento de la nueva normativa urbanística y que la sede actual pudiera no poder compatibilizar– pudiera concluirse con la clausura de la instalación.

En este caso con la clausura de la sede la Subdelegación de la Junta de Comunidades, por carecer de licencia de actividad, y consecuentemente de licencia de apertura.

Aunque los maliciosos no vean en ello una inocentada anticipada.

Sino una maniobra para abandonar un edificio histórico –caro de mantener y con disfunciones propias del tiempo–, ahora que está en curso la nueva sede de la Ciudad Administrativa.

Que aspira a centralizar todos los servicios periféricos de la Junta de Comunidades, en una suerte de ONU regional, sin su arquitectura, evidentemente.

Ya ha ocurrido con el abandono de la antigua sede de la Delegación de Sanidad y ahora podía repetirse con la sede del Palacio Medrano.

Otros, más maliciosos aún, ven en la maniobra, la aplicación estricta y radical de la Ley de Memoria democrática.

Ya que el edificio en cuestión, sin licencia de actividad, está totalmente desguarnecido.

Ya que antes que Delegación de la Junta de Comunidades, fue sede del Rectorado de la UCLM.

Y antes, sobre todo, sede de la Jefatura Provincial del Movimiento.

De esta manera se cumplirían varios objetivos de un solo plumazo.

Huir de una sede por presiones administrativas, abandonar un edificio histórico por mandato municipal y engrosar la ruina inmobiliaria municipal. A más, de lo anterior.

Incluso el improbable sesgo, señalado por la candidata del PSOE a las elecciones municipales de 2023, Pilar Zamora, cuando hablaba días pasados –a propósito del también abandonado auditorio de Ciudad Real– de que “protegemos el deterioro”.

Que no se si es otra inocentada más o el eslogan de la próxima campaña electoral.

Pues eso, que “protegemos el deterioro” aunque sea una pseudo inocentada y una espléndida metáfora de los tiempos.

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1 COMENTARIO

  1. En Reino Unido la celebración de las inocentadas se llama «el día de los tontos de abril».

    En cuanto al auditoriun resulta más rentable politicamente mantenerlo cómo monumento al fracaso de una gestión pasada que como una nueva infraestructura cultural para la ciudad . Acertada reflexión.

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