Gobernantes para la historia

El pasado mes de octubre se conmemoró el sesenta aniversario de la crisis de los misiles de Cuba, que mantuvo en vilo la seguridad internacional y que estuvo a punto de provocar la III Guerra Mundial con el uso de armas nucleares.

Siendo Presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética, Nikita Jruschov, la URSS instaló sus misiles nucleares en la isla caribeña y los orientó a varias ciudades de los Estados Unidos, lo que llevó a su presidente, John Fitzgerald Kennedy, a denunciar la provocación que esta instalación suponía para la seguridad, no solo de su país, sino del mundo entero.

Esta amenaza ocasionó una grave crisis diplomática entre ambas potencias que finalizó cuando la URSS, tras la fuerte presión internacional, negoció con los norteamericanos el final del conflicto a finales de octubre de 1962. El acuerdo definitivo entre ambos mandatarios fue que Estados Unidos no invadiría Cuba, si la Unión Soviética suprimía sus bases militares de la isla, desmantelando y retirando el armamento nuclear allí instalado.

Sea como fuere, estos dos líderes mundiales dejaron de ser, en menos de dos años, los máximos mandatarios de sus respectivos países. El norteamericano por muerte violenta y el ruso por ser defenestrado políticamente por los ultraconservadores del régimen soviético.

En noviembre de 1963, el presidente norteamericano fue asesinado en la ciudad de Dallas (Tejas) por Lee Harvey Oswald quien, dos días después del crimen, sería también asesinado por Jack Ruby en una comisaría de la ciudad tejana. Estos hechos extraños provocaron todo tipo de especulaciones y alimentaron la conocida teoría de la conspiración que puso el foco en la presunta relación de la familia Kennedy con el hampa, la que nunca se pudo acreditar, aunque tampoco fue desmentida concluyentemente.

Mientras tanto, Jruschov, era relevado de todos sus cargos en 1964 por una decisión del Presidium y del Comité Central del Partido Comunista. Decisión que se presentó ante la opinión pública como un retiro voluntario.  Sus políticas aperturistas durante su mandato se vieron diluidas por hechos como la resolución de la famosa crisis de los misiles en Cuba, aunque los acuerdos alcanzados entonces se respetaron escrupulosamente por ambas partes. Este político acabó relegado, casi olvidado y sin ningún apoyo del régimen soviético, que le retiró parte de su pensión y hasta su casa. A su muerte, no se le hizo un funeral de Estado ni tuvo los honores reservados a los grandes mandatarios del país, negándosele su entierro en la Necrópolis de la Muralla del Kremlin. 

Ambos líderes fueron los más carismáticos de cada uno de los bloques que representaban y encabezaron una rivalidad entre las dos potencias mundiales, como nunca antes se había manifestado en el concierto internacional.

En sus breves mandatos —de unos tres años, el del Presidente norteamericano y de seis el del líder soviético—, se profundizó en la guerra fría y se inició la carrera del espacio, la escalada de los misiles nucleares, la guerra de Vietnam o la construcción del muro de Berlín, pero también se produjeron acuerdos importantes entre ambas potencias que permitieron un status quo que impidió la escalada bélica que los más agoreros vaticinaban entonces.

Sesenta años después, dos bombas caídas en territorio polaco —procedentes del fuego amigo de Ucrania en la guerra que este país libra contra la invasión de Rusia—, han vuelto a sobresaltar al mundo con la posibilidad inminente de que se produjera la temida, y tantas veces anunciada —aunque afortunadamente nunca iniciada—, tercera guerra mundial con el uso de armamento nuclear.

Llama la atención que Jruschov, aunque era ruso de nacimiento, gran parte de su vida la hizo en Ucrania y allí inició y desarrolló su carrera política, donde llegó a ser el Presidente de la República Socialista Soviética de ese territorio durante varios años.

El líder soviético pronunció el conocido discurso secreto en un congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en el que denunció los brutales crímenes de Stalin y la Gran Purga que se produjo en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. La sociedad rusa lo considera el mejor mandatario de su país en el siglo XX, junto al Zar Nicolás II.  

Por su parte, Kennedy,  fue el primer presidente católico de los Estados Unidos que acabó con la discriminación racial. Y posibilitó que su país ganara la carrera espacial que mantenía con los rusos. Así mismo, tomó importantes decisiones que mejoraron la educación y la sanidad.  

Ambos líderes, con sus éxitos y sus fracasos, han hecho historia en sus países y en el concierto internacional. Mientras en España, nuestro presidente del gobierno se jacta de que pasará a la historia por desenterrar a Franco. A lo que habría que añadir  —aunque él no lo diga—, el  blanqueamiento de terroristas, el indulto a sediciosos, la inclusión de socios en su gobierno que quieren dinamitar el régimen de 1978 y de generar un déficit que lastrará nuestra economía durante varias generaciones.

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2 COMENTARIOS

  1. El cambio de diseño de este digital os ha debido sacar los colores a los colaboradores , porque viendo los cuatro gatos que leen estas cositas estúpidas os dejan en evidencia. Pero demasiada gente os lee, si tenemos en cuenta los bodrios que salen de vuestro pobre magín. Espero que la productora no os agasaje este año con cesta de navidad, si acaso…carbón. No merecésis ninguno ni el espacio que os ceden en el diario.

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