Juego de manos

Que la campaña electoral, municipal y autonómica, en el próximo horizonte –por más que ya se hayan advertido gestos y maneras de forma anticipada en multitud de aperturas, inauguraciones y celebraciones– cuente para el PSOE con un eslogan como ‘En buenas manos’ da para pensar en la deriva de los eslóganes electorales.

O da para pensar en la dificultad creciente de sus creativos publicitarios y estrategas de campaña.

¿Cómo comunicar, política y electoralmente, lo bien obrado en los mandatos anteriores?

Y ¿cómo comunicar las buenas propuestas de futuro?

¿Cómo comunicar lo bien hecho y lo bueno por hacer?

¿Recurrir a las manos?

Cuando podían haber optado por los pies –‘Por buen camino’, también ‘En buena dirección’– o por la cabeza –‘Las buenas ideas’ y ‘Lo bien pensado’–.

Pero han recurrido, los publicitarios y estrategas de campaña, por las manos como emblema y como referencia.

Que tienen, o tenían, un alto contenido de referencia laboral, y en especial alusivo al trabajo manual, en oposición al trabajo intelectual.

Lo que en Francia llamaban, antes, cuellos azules versus cuellos blancos.

Esto es manos frente a cabezas.

Este carácter laboral, obrero y artesano, emerge cuando la portada del libro de Richard Sennet, ‘El artesano’ recurre a una mano rugosa, esforzada y muy trabajada en tareas manuales.

Por más que la mano –como fuente de creatividad, de trabajo y de esfuerzo– pueda mutarse en otra cosa.

Ya se sabe que hay manos que acarician y manos que matan.

Como hace Oliver Stone en su película de 1981, ‘La mano’.

Un dibujante mutilado que pierde su condición y se erige en involuntario criminal.

Igual que ocurriera en otras manos cinematográficas complicadas: desde la pieza argentina de 1952 ‘La mano que aprieta’, de Emilio Carrera, hasta ‘La mano que mece la cuna’ de 1992, de Curtis Harrison.

Cuestión de manos.

Como la promoción publicitaria del viejo diario provincial. ‘Con Lanza el mundo en sus manos’.

O como el programa pionero de televisión y cocina de Elena Santonja, ‘Con las manos en la masa’.

Manos para leer, manos para amasar.

Aportando nuevas variantes a la lógica comunicativa en campaña electoral.

Desde los lejanos ‘Por el cambio’ de 1982, al invocado en las municipales y autonómicas de 1983, ‘Por tu pueblo’ y ‘Por tu tierra’.

Hasta los más difusos y cercanos ‘Vota sí’ y ‘Un futuro para la mayoría’, ya en la era de Sánchez, en el gobierno y en la Secretaria general.

Y sobre todo el hermético de 2019 ‘Haz que pase’.

Ahora del ‘Haz que pase’ pasamos al juego de manos.

Que ya se sabe que tiene relaciones diversas.

Así, la común de ‘juegos de manos, juegos de villanos’.

O la de una tendencia exagerada a juegos con alto componente físico agresivo.

Por ello, por la torpeza y por la agresividad nos proponen ponernos ‘En buenas manos’.

Como si de un médico, enfermero, cuidador se tratara.

Bastaría con indicar, además, que tal forma de apelar a ‘En buenas manos’, retoma tanto el nombre de una película francesa, –con Gilles Lelouche como protagonista–, como el logo promocional de un Centro de desarrollo y crecimiento personal, así llamado ‘En buenas manos’.

También un programa radiofónico de salud en Onda Cero, de manos del doctor Javier Romero, y un corto casi homónimo, ‘Buenas manos’, de Franciso Bendomir.

Además, la película francesa, tiene el subtítulo de Pupille, esto es Pupilo es español.

Que tiene dos significados visibles.

El primero, el referido al ‘Huérfano menor de edad, respecto de su tutor’.

También alude a la ‘persona que se hospeda en casa particular por precio ajustado’.

No creo que la intención del PSOE haya sido la de invocar a huérfanos y huéspedes.

Huérfanos de otros partidos y huéspedes del suyo propio.

Quizás esa sea la clave: orfandad y hospedaje.

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