El edificio de viviendas de la calle Octavio Cuartero, obra de Francisco Candel, Premiado por el COACM

El arquitecto Francisco Candel recibió, en la primera edición de los Premios de Arquitectura & Urbanismo de Castilla-La Mancha, en la  Categoría 6, el Premio COACM Extraordinario para obras terminadas entre el 1 de enero de 2010 y el 31 diciembre 2019, convocado para reconocer la obra de arquitectos en todos los años en los que no ha habido ningún premio de Arquitectura en la región. Su ‘Edificio de Viviendas en calle Octavio Cuartero’ de Albacete, recibió el galardón, concretamente en el apartado de Obra Nueva Vivienda, por considerar el jurado que se trata de ‘una intervención urbana entre medianeras muy respetuosa con el edificio protegido colindante, utilizando sistemas constructivos eficientes e innovadores’. «Bien puede decirse que, en apenas una década, este edificio es ya un icono de la ciudad de Albacete», valora en este sentido la decana del COACM, Elena Guijarro.

Candel, que ya había sido distinguido en ocasiones anteriores por premios regionales de arquitectura, considera que «la recuperación de estos premios es muy importante porque nos da la oportunidad de poner en valor la Arquitectura que se hace en Castilla-La Mancha,  y, con ello de acercarla a la sociedad  y a la actualidad».  El hecho de que los premios contaran con una categoría extraordinaria para obras finalizadas entre 2010 y 2019, «fue lo que me dio la oportunidad de presentar esta obra», sigue. El arquitecto también valoró muy positivamente la presencia de Rafael Moneo como premiado de honor. «Es el gran maestro de la Arquitectura española de las últimas décadas y fue un privilegio compartir aquella jornada con él», opina.

Características esenciales de la propuesta
El solar está situado en el casco histórico de la ciudad, en un entorno, «la punta del Parque», donde a principios del siglo pasado se produjo la auténtica transformación urbana que dio lugar al ensanche de la ciudad de Albacete y que generó un paisaje urbano continuo característico de la Arquitectura ecléctica de la época, una Arquitectura que hoy subsiste solo en parte.

La edificación se levanta en un vacío existente en esta trama con su fachada al norte dando a una estrecha calle de 16 metros que desemboca en la plaza circular, donde arranca el parque de la ciudad, medianero con uno de los edificios de la época, obra del arquitecto Fernando Castells; que con sus tres alturas contrasta con el frente construido al otro lado de la calle, producto de la sustitución de la arquitectura existente, por un edificio de nueve alturas en los años 70. Además la ordenanza actual permite la construcción de cinco alturas y el ático retranqueado, lo que genera necesariamente una medianería al descubierto por encima del edificio histórico visible desde la plaza.

El proyecto resuelve, ante todo, esta suma de situaciones contrapuestas atendiendo esencialmente a su carácter urbano y a la actualidad de las soluciones técnicas y constructivas.

La edificación se retranqueó en sus laterales para mantener una distancia de respeto con las edificaciones colindantes. Se aplanó la cubierta manteniendo la superficie construida y se retranqueó la fachada en su parte superior para formar la terraza del ático.

La fachada se encajó como un volumen insertado en el vacío que previamente se había preparado.

Posteriormente, se dispuso una piel de paneles traslúcidos correderos en la fachada para obtener privacidad y evitar la visión frontal.

La intervención se planteó así como un hecho autónomo del medio en el que se insertó. Una vez resuelto el tránsito entre medianeras, el volumen flota libre, con un lenguaje consecuencia de la invención de un objeto útil, ligero y de gran escala, con una composición cambiante frente a la densidad y significado de las fábricas que lo rodean.

La piel tiene la doble función de ser, por un lado, un captador de luz, y por otro, asegurar la intimidad de los espacios interiores y evitar la visión frontal del edificio al otro lado de la calle. Para ello, se disponen las máximas aperturas deslizantes en el frente de fachada, a modo de grandes balcones, protegidos por vidrios extra claros. Una doble fachada exterior con pasarelas de limpieza y paneles motorizados de vidrio traslúcido, actúan como cortinas móviles.

El programa residencial había de resolverse entre una calle estrecha a norte, frente a un edificio de 9 alturas y un patio de manzana a sur, donde emergen las fachadas posteriores de las edificaciones que recaen al parque. O dicho de otro modo, entre la obligatoria interiorización y la necesidad de luz. La solución adoptada cuenta con tres bandas longitudinales norte-sur, de forma que el recorrido de la luz estira las plantas en espacios continuos, noche y día, ensanchando visualmente los límites construidos hacia la ciudad.

Interiormente el espacio se dilata buscando la necesaria continuidad entre los límites de ambas fachadas, enhebrado por un sistema constructivo de revestimientos de madera, empanelados y grandes puertas correderas, para hacer patente la unidad espacial en donde se insertan localmente las piezas cerradas de dormitorios y baños.

La investigadora y profesora de la Universidad de Alicante, Elia Gutiérrez Mozo, publicó, en la revista Palimpsesto, editada por Cátedra Blanca de Barcelona un artículo sobre la arquitectura de Francisco Candel, en el que cita este edificio, haciendo de él una perfecta descripción que el propio arquitecto utiliza como referente: «Atendiendo a su carácter urbano y a la actualidad de sus soluciones técnicas y constructivas despliega una amplia  ceremonia de cortesía que, por medio de los recursos propios de una avanzada high tech, juega con los ritmos de su doble límite, doméstico y urbano, y hace que su modernidad radical eleve  la dignidad del vecindario urbano que lo acompaña, sin alzar la voz, pero transmitiendo una lección de arquitectura que hace ciudad».

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