La iglesia también es de este mundo

Sobre la iglesia se ha derramado tanta tinta que junta no cabría en todos los toneles de vino de la Mancha. Unos han escrito bien otros no también y algunos lo han hecho para atacarla porque sus preceptos  y principios son inversamente directos a lo que ellos piensan de esta magna institución cuyo único objetivo, en este mundo, queda perfectamente compendiado en esta frase maravillosa: amaros los unos a los otros como yo os he amado.

Sin lugar a dudas, nunca se ha escrito una frase tan llena de sentido y de realidad humana y yo diría divina como ésta, porque quien la dijo, no era otro sino Jesús de Nazaret, que dio su vida por amor al  ser humano.

La iglesia es una institución que ha ido avanzando y acercándose al pueblo, posiblemente como no lo ha hecho ninguna otra  y ha realizado una labor social  totalmente desinteresada por amor a los demás. Creo que dudar de esto es sencillamente de locos o de personas que no quieren a los demás como ellos se quieren a sí mismo y es sencillamente por esto por lo que  algunos se apartan de la iglesia y de su significado mesiánico.

Pues bien, hoy me van a permitir ustedes que siga hablando de la iglesia y en esta ocasión discrepe en algo de lo que está haciendo  entorno a su gran patrimonio conseguido con el apoyo y el trabajo de los ciudadanos, es verdad que unos más que otros han colaborado para que hoy este patrimonio sea sencillamente fantástico e inabarcable en su posible cuantificación económica.

En estos días de fiesta y por qué no durante todo el año las catedrales, las iglesias,  tesoros catedralicios y demás monumentos eclesiásticos se llenan de visitantes, tanto españoles como  de extranjeros que atraídos por nuestra cultura, patrimonio,  gastronomía, playas etc. ávidos de saber, conocer y estudiar nuestro rico patrimonio artístico.

Siendo esto un hecho positivo para nuestra economía y por supuesto para nuestro reconocimiento en todo el mundo también me parece oportuno presentar, especialmente a los dirigentes de nuestra iglesia, una propuesta    que a mi entender es más justa y asequible para todos y cómo no para la misma institución religiosa muy mayoritaria en nuestro país.

No hace muchos años la entrada a nuestras iglesias, catedrales, tesoros catedralicios, estos menos, era totalmente gratuito para todas las personas de una u otra condición. El pueblo podía visitar este inmenso patrimonio cuando quería y podía sin más limitación que cierto horario previamente establecido.

La inmensa mayoría de la conservación de este patrimonio se realiza desde los presupuestos nacionales, regionales, provinciales y locales que siempre han acudido a remediar cualquier problema que en estos edificios pudiera producirse, por lo que no parecía necesario recurrir a una nueva petición de fondos que no sabemos muy bien a dónde van y cómo se reparten en actuaciones concretas. Más aún muchos de los que nos sentimos cristianos y posiblemente otros ciudadanos también colocan su equis  en la casilla correspondiente de la declaración de la renta con el único propósito de ayudar a la iglesia en sus múltiples necesidades. 

Siendo esto así no me parece razonable  que las inmensas colas que se pueden visualizar  cuando uno se acerca a  visitar la catedral de Sevilla, por ejemplo o la Sagrada Familia de Barcelona porten todos y cada uno de ellos  el mismo boleto con idéntico precio para la visita. No hay distinción entre español y extranjero, entre católico y no católico todos van a pagar lo mismo salvo las reducciones por edad o por invalidez física o mental.

Es evidente, como antes decía, que los ciudadanos españoles contribuimos con nuestros impuestos al sostenimientos de iglesias, catedrales, tesoros etc., y los extranjeros, posiblemente lo hagan en sus respectivos países pero no en España. Es evidente que este patrimonio es del pueblo y debería ser, en primer lugar para el pueblo español ,pero  en este caso se debería diferenciar el precio de entrada entre español y extranjero, entre creyente y no creyente. El español ya contribuye con su dinero a través de los presupuestos  en el mantenimiento de la iglesia católica española, mientras el extranjero  no lo hace o lo hace en su país. El católico con sus donaciones diarias o semanales así como con su cruz en la declaración de la renta ya está contribuyendo de una manera especial y no parece de recibo que tenga que abonar, cuando visita una catedral, la misma cantidad que el no creyente que solamente paga por visitarla en ese momento.

Así pues se debe hacer una  diferencia entre ser español y ser extranjero y en segundo lugar entre ser católico y no serlo. Esto último puede resultar ridículo para muchos pero bien pensado no lo es ya que  todas las instituciones del mundo, y la iglesia es una Y muy importante,  protegen  a sus afiliados, simpatizantes o, en este caso, creyentes.

El sistema que propongo para el caso de ser español es muy sencillo solamente presentando el Documento Nacional de Identidad el caso estaría resuelto. Para el católico el sistema sería también muy sencillo y consistiría en que todo  ciudadano que se considere católico reciba de su parroquia una credencial por valor de tres euros al año, por ejemplo, y con esa credencial podría quedar resuelto el problema  para visitar todo el patrimonio eclesiástico de España.

Para la Iglesia este sistema sería muy positivo no sólo económicamente  sino como referencia numérica de los católicos reales que hay en España o que al menos, por el mero hecho de tener la libertad de poder pasar a visitar el patrimonio sin abonar cierta cantidad, se sacaría  en su parroquia, como antes he dicho, la correspondiente credencial que le acreditaría como católico.

Este sistema también serviría para realizar una cierta distribución económica entre las parroquias más pobres y las más ricas así como entre las que poseen un cuantioso patrimonio y las que no lo tienen.

Sé que todo no se reduce a dinero pero también sé que muchos ciudadanos quieren visitar y conocer nuestro patrimonio y no pueden hacerlo porque las entradas son caras o al menos lo son para muchos ciudadanos y evidentemente se tienen que quedar sin poder entrar. Este sistema también serviría para eliminar muchas colas en las visitas, al mismo tiempo que agilizaría las entradas y acrecentaría en el pueblo el conocimiento de nuestro gran patrimonio.

Casi me da vergüenza que muchos extranjeros conozcan mejor que nosotros todo  nuestro patrimonio y que ellos lo pueden disfrutar exactamente igual que nosotros y en las mismas condiciones económicas cuando muchos de ellos disfrutan de una renta mucho más elevada que la del pueblo español.

Me parece que con esta propuesta y con otras muchas que se pueden plantear ganaríamos todos y ni la iglesia ni los ciudadanos saldríamos perdiendo, todo lo contrario el patrimonio religioso  se divulgaría mucho más, habría un mayor  conocimiento y acercamiento a la religión y por ende habría una mayor participación y defensa  de nuestro gran patrimonio religioso.

Si es cierto que lo que se conoce bien se quiere mucho más, en este caso concreto,   este aserto se acrecentaría mucho más aún.

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