Los hijos del erizo con las púas nacen

Eduardo Muñoz Martínez.- Todo hace prever, salvo milagro, que dentro de unos días el Ayuntamiento de la capital ciudadrealeña caiga en las «rapiñeras» manos de los hombres, y mujeres del Partido Popular, «hijos e hijas» de destructores, y destructoras, de la sociedad ciudadrealeña como Francisco Gil-Ortega, Rosa Romero…, etcétera.

Francisco Cañizares, Ana Muñoz Torija…, a quienes hace apenas un par de semanas se les «llenaba la boca» de palabras y frases, con las que no se cansaban de vociferar su compromiso, su plan de atención a los vecinos…, que ya veremos en qué queda, ya han comenzado a mentir, -lo que mejor saben hacer-, incluso antes de «coger la sartén por el mango».

Tal vez se pregunten los posibles lectores, y lectoras, en que me baso a la hora de hacer estas declaraciones. Pues, no se preocupen, que yo se lo explico, desde fuera de todo movimiento político, -como militante-, aunque, eso sí, simpatizante del que ha sufrido una incomprensible «debacle» en muchas ciudades y pueblos, a la vez de revalidar, -por sus obras los conoceréis-, el Gobierno Regional de nuestra Comunidad Autónoma.

Tras este pequeño «desvío» me centraré en lo que es objeto de estas líneas. El pasado sábado, día 4, el Teatro Municipal Quijano, de Ciudad Real, acogía el XXIV Festival Nacional de Folclore «Virgen de Alarcos». Servidor, que ocupaba una localidad de la fila 9, tuvo que soportar la nada grata presencia, en la fila de delante, del futuro alcalde, -si nada lo remedia-, y una representación de los y las concejales, y concejalas, como la ya mencionada Muñoz Torija, y otra señora, o señorita, cuyo nombre tengo el gusto de no conocer, a cuyo lado, y dando al pasillo, vacía durante todo el evento, había otra butaca que fue utilizada como «mesa auxiliar» para móviles, paraguas, bolsos, botellitas de agua…, y otros útiles personales.

Y, hablando de señoras. En un determinado momento del desarrollo del espectáculo, una persona, -una señora-, cuya identidad desconozco, de considerable edad y dificultad para caminar, preguntó si estaba libre, y la futura edil tuvo la desfachatez de responderle que no, que estaba ocupada. Una muestra de mentira, la cualidad que mejor los, y las, define.

Esperemos, y con esto termino, que este «incidente» no sea la «punta del iceberg» de una forma de hacer política desde la demagogia, el desapego, la falsedad… que por desgracia, cómo digo, es a lo que nos tienen acostumbrados. Recordando otro conocido refrán castellano, «Dios nos libre de una excusa sin merienda».

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