La BNE recrea en su nueva exposición la vida de los intelectuales españoles exiliados en Puerto Rico

Por José Belló Aliaga

Se ha presentado en la Biblioteca Nacional de España, la exposición ‘El exilio intelectual español en Puerto Rico’, con una visita guiada con el comisario de la exposición, Ernesto Estrella Cózar.

Visita guiada a la exposición ‘El exilio intelectual español en Puerto Rico’, en la Biblioteca Nacional de España, con el comisario Ernesto Estrella Cózar

Organizada por la Biblioteca Nacional de España, Acción Cultural Española y la Secretaría de Estado de Memoria Democrática y, con la colaboración del Gobierno de Puerto Rico y de la Universidad de Puerto Rico, y la participación de la Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez, la Fundación Pau Casals, la Fundación Francisco Ayala y la Fundación María Zambrano, la exposición ‘El exilio intelectual español en Puerto Rico’ permanecerá abierta en la sala Recoletos de la BNE hasta el 3 de septiembre.

La exposición

Comisariada por Ernesto Estrella Cózar, la muestra reconstruye el amplio contexto del exilio intelectual español en Puerto Rico, atendiendo a la vida cultural diaria de estos exiliados (sus proyectos, sus publicaciones, sus colaboraciones y amistades). Una relación somera de los intelectuales y artistas españoles que hicieron de Puerto Rico su hogar y que participaron intensamente en la vida sociocultural de la isla, puede darnos una idea de la relevancia de dicha presencia: Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, Pau Casals, María Zambrano, Francisco Ayala, Pedro Salinas, Fernando de los Ríos, o Aurora de Albornoz, entre otros.

La exposición toma como hilo conductor la historia de amor y de trabajo intelectual de Juan Ramón y Zenobia, desde el inicio de su noviazgo, en la España previa a la Guerra Civil, hasta la concesión del Nobel a Juan Ramón (1956) y la muerte de ambos en San Juan de Puerto Rico, en 1956 y 1958. Junto con un gran número de materiales originales –manuscritos, fotografías, objetos personales–, la exposición cuenta con una dimensión audiovisual –el San Juan de la época– que completa, para el público, la inmersión en este fragmento de historia compartida. Artistas españoles y puertorriqueños de hoy se suman, también, a esta celebración del sólido vínculo entre ambos espacios culturales.

Recorrido por la exposición ‘El exilio intelectual español en Puerto Rico’, en la Biblioteca Nacional de España

Introducción

América, y en especial, América Latina, fue uno de los principales destinos de la corriente de exiliados españoles que abandonaron el país a causa de la Guerra Civil (1936-1939), un flujo que se incrementará tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Pese a su dimensión, Puerto Rico y su capital, San Juan, fueron el destino de numerosos exiliados, célebres y anónimos, que encontraron en la isla una segunda vida. Puerto Rico se convertirá en un escenario donde el dolor por la patria perdida contrasta con el calor y el afecto con el que son recibidos por esta nueva tierra. Al mismo tiempo, la isla será, entre las décadas de 1940 y 1950, un vértice que atraerá, de forma temporal, pero también permanente, a españoles exiliados en otros países de la región. Las tramas vitales de estos exiliados conformaron, en este nuevo destino, un tapiz de afectos, cristalizando en una participación dinámica en el tejido cultural de Puerto Rico, especialmente visible en las contribuciones de un grupo de muy destacadas figuras de ese exilio, protagonistas de esta muestra.

El exilio intelectual español en Puerto Rico recrea el San Juan de mediados de siglo a través de una cuidada selección de valiosos materiales e imágenes de la época, que completan la inmersión en este fragmento de historia compartida, evocando, desde nuestro siglo XXI, el sólido vínculo —los afectos de ida y vuelta–- entre ambos espacios culturales.

1.- La experiencia del exilio

España, con aproximadamente 25 millones de habitantes en 1936, entró en un conflicto fratricida que se convertirá en fatídico prólogo de la Segunda Guerra Mundial. Después de un flujo constante de exiliados, hacia el final de la guerra, en 1939, aproximadamente medio millón de españoles emprendió un éxodo masivo, para casi todos sin retorno. Europa, y en especial Francia, acogerán gran parte de estos refugiados. Pero las afinidades de lengua y cultura y la situación bélica en Europa hicieron de Latinoamérica y EE. UU. dos de los principales destinos de este exilio. La imagen de una España en libertad, con una democracia recuperada, estuvo presente con gran intensidad en las vidas de esos exiliados. La identidad española, rota y diseminada en esta diáspora, encontrará nuevos territorios con el vigor de las aportaciones de miles de españoles exiliados, desplazados, muchos de ellos anónimos.

2.- Grupo del exilio

El éxodo provocado por el estallido de la Guerra Civil supondrá la llegada de numerosos exiliados a Puerto Rico. Entre 1930 y 1950, diversas figuras intelectuales fueron acogidas por la isla, dando lugar a una red de confluencias impensables en la España previa a la Guerra Civil. Fue también frecuente la visita de españoles exiliados en otros países (México, Cuba, Argentina o EE. UU.), que viajaron a la isla como invitados para impartir conferencias. Juan Ramón y Zenobia hicieron de la isla su primer destino en 1936 y a ella volverán en 1951.

Ya en los años 40, la llegada de la filósofa María Zambrano marcará un punto álgido en este nuevo San Juan, que pronto recibirá a Pedro Salinas, quien escribe algunas de sus obras más importantes –como El Contemplado– inspirado por Puerto Rico, donde finalmente pedirá ser enterrado. De aquellos años, cabe destacar, entre la generación más joven, la labor importante de Aurora de Albornoz en la difusión y enseñanza de la poesía y literatura de antes y después de la Guerra Civil. Francisco Ayala fundará, a comienzos de los años cincuenta, junto con Jaime Benítez, la influyente revista «La Torre». El gran músico y compositor Pau Casals será, por otro lado, el responsable del festival puertorriqueño que lleva su nombre y de la fundación de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico.

Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez

Entre los numerosos exiliados que hicieron de San Juan y otras áreas de Puerto Rico su residencia encontramos a una de las parejas intelectuales más notorias del siglo XX, la formada por Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez. La conexión familiar de Zenobia Camprubí con Puerto Rico fue clave en la relación continuada con la isla caribeña. La conexión entre Zenobia y Juan Ramón comenzará muy temprano, con su primer encuentro en la Residencia de Estudiantes en 1913. En 1916 se casarán en Nueva York, lo que nos dejará, al año siguiente, Diario de un poeta recién casado, obra clave de la poesía en español del siglo XX. Muchas serían las décadas y las vivencias que el futuro tenía reservadas para ambos. La suya fue una historia de profundo amor e intenso intercambio intelectual, en la que, como diría el propio poeta en Espacio, obra cumbre de su periodo americano, la consigna de amor sería siempre «un pertenecer sin poseer». El amor y el trabajo gustoso en torno a la poesía iban de la mano en esta pareja que leía, comentaba y traducía al español grandes obras literarias, como la de Rabindranath Tagore.

Será Puerto Rico quien los reciba a su salida de España en plena Guerra Civil en 1936. Serán meses en los que emprenderán una frenética actividad cultural y de apoyo a la República. De Puerto Rico pasarán a Cuba, desde donde harán un viaje a Nueva York en 1938, que les hará decidirse por Estados Unidos. Desde 1939 a 1943 estarán en Coral Gables en Miami, que finalmente dejarán para instalarse en Washington durante un año, a lo que les seguiría su destino más permanente hasta el momento, el de la Universidad de Maryland, donde, primero Zenobia y luego Juan Ramón, conseguirían trabajo. Tras un determinante viaje a Argentina y Uruguay en 1948 –de donde nace la obra maestra Animal de fondo– y después de más de una década en Estados Unidos, ya en 1951, la pareja se trasladará definitivamente a Puerto Rico, de donde provenía parte de la familia de Zenobia. Será en la Sala que hoy lleva sus nombres, dentro del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, donde ambos trabajarán incansablemente en la revisión y ordenación de la obra del poeta. Y es aquí, en San Juan, donde después de lo que sería su periodo más feliz desde el exilio, su destino vital llega a su fin, uniéndolos permanentemente al nombre de San Juan de Puerto Rico.

Zenobia

Zenobia, nacida en Barcelona en 1887 y educada en la Universidad de Columbia (Nueva York), Zenobia Camprubí, considerada como una de las pioneras del feminismo en España, fue una reconocida escritora, traductora, lingüista y docente universitaria que contribuyó a difundir la cultura y la lengua españolas en los ambientes literarios de Estados Unidos. Paralelamente a su intensa labor cultural, Zenobia llevó a cabo numerosas actividades humanitarias y comerciales que dan muestra de su versatilidad y su carácter emprendedor. Junto con Victoria Kent, fue unos de los miembros más activos del Lyceum Club Femenino, desde el que reivindicó la presencia de la mujer en todos los ámbitos sociales. Una de las primeras mujeres en tener en España carné de conducir, desde su empresa de venta y exportación de artesanía –Arte Popular Español– con sede en la calle Santa Catalina de Madrid, Zenobia ofrecía desde cerámicas de importación a labores de aguja y bordado, al mismo tiempo que rescataba el interés por lo popular que impregnaba la época.

Y si durante los años 30, su espíritu emprendedor la llevó a alquilar y amueblar pisos en el barrio de Salamanca para diplomáticos y visitantes estadounidenses, o a dirigir la decoración del Parador Nacional de Gredos (primero del país), la Zenobia humanitaria emergerá con fuerza en el exilio, con continuadas campañas a favor de los niños españoles víctimas de la Guerra Civil. Sus últimos años en Puerto Rico se vieron marcados por una intensa actividad, alternando su trabajo en la Universidad de Río Piedras con la revisión de las obras completas de Juan Ramón. En 1956, tres días después de la concesión del Premio Nobel al poeta, el cáncer ponía fin a la vida de una mujer extraordinaria que brilló con luz propia dentro y fuera de nuestras fronteras.

4.-San Juan epicentro cultural

Jaime Benítez Rexach, primero rector y después presidente de la Universidad de Puerto Rico entre 1942 y 1971, será la figura clave y motor de la intensa vida cultural que acogerá a los exiliados españoles. Por su singularidad, Puerto Rico se convierte también en punto de encuentro y vía de proyección y comunicación con EE. UU., así como con los países del Caribe y del resto de América Latina, desde México hasta Argentina. El esfuerzo compartido de Benítez con otras relevantes figuras puertorriqueñas hace del San Juan de estas décadas el escenario de la vida diaria de los exiliados. Allí desarrollarán proyectos, publicaciones, colaboraciones y amistades que contribuyen a hacer de la capital de la isla un epicentro cultural de relevancia internacional.

5.- Años finales en Puerto Rico

Los últimos años de la vida de Juan Ramón y Zenobia en Puerto Rico estarán cruzados por momentos de alegría y gratitud: una especie de tercera juventud llena de actividad. La revisión completa de la obra del poeta, las clases regulares de Zenobia y los seminarios ocasionales de Juan Ramón; la escritura de nuevos textos relacionados con Puerto Rico, la difusión y reconocimiento definitivo del poeta moguereño y los paseos por la ciudad de San Juan, que tanto les recordaba a Andalucía; la cesión de su archivo y biblioteca a la Universidad de Puerto Rico; las cartas, las visitas y, finalmente, la conciencia de que sería este el lugar de su última residencia.

6.- Nobel

El periodo en el que le llega a Juan Ramón la noticia de la concesión del Premio Nobel es también el momento más bajo de su vida. Tras una larga lucha contra el cáncer, Zenobia pudo saber del galardón de boca del poeta pocos días antes de su muerte. El propio poeta sería incapaz de acudir a la ceremonia de recepción de los Premios Nobel, y será finalmente el rector de la Universidad, Jaime Benítez quien, en su representación, viajará a Estocolmo para leer su discurso. Solo dos años después del fallecimiento de su esposa, el poeta muere en 1958. Una vida marcada por el exilio, pero también por el trabajo gustoso dedicado a la poesía, algo inimaginable sin la presencia de Zenobia, a quien precisamente, dedicaría estas palabras en su discurso de aceptación del Premio Nobel: «mi esposa Zenobia es la verdadera ganadora de este premio. Su compañía, su ayuda, su inspiración hicieron, durante cuarenta años, mi trabajo posible. Hoy, sin ella, estoy desolado e indefenso». La obra de Juan Ramón Jiménez, especialmente la que creó durante su exilio, sigue a día de hoy inspirando a lectores, poetas e investigadores de distintas generaciones, gustos y procedencias.

7.- Literatura del exilio

La amplia literatura que se ha dedicado al exilio español en la isla de Puerto Rico es muestra de la vigencia de esta época histórica y del hermanamiento entre culturas. Una continuidad del agradecimiento que España debe a Puerto Rico —los afectos de ida y vuelta–- entre ambos espacios culturales.

8.- Intelectuales españoles en el exilio. Una vida ética

Los protagonistas de esta exposición -muestra de un grupo de exiliados, por supuesto, mucho más amplio- tienen, pese a la divergencia en sus vidas y en los períodos que pasaron en Puerto Rico, un elemento esencial en común. Juan Ramón y Zenobia, Pau Casals, María Zambrano, Francisco Ayala, Pedro Salinas, o Aurora de Albornoz, en grado y modo distinto, se ven forzados, a dejar España, a abandonar no solo sus hogares, familias, trabajo —como con el resto de los exiliados–, sino, también, el espacio cultural que venían ostentando en el país. Para todos ellos, desde que salen de España, los proyectos y ambiciones personales pasan a un segundo plano por un tiempo.

La obra personal, el trabajo del artista o intelectual, se ven ahora influidos por una necesidad ética mayor, por una realidad de compromiso social y político mucho más inminente. Es bien conocido el caso de Juan Ramón Jiménez, que pasa de un cierto aislamiento elitista –la famosa torre de marfil– a una actividad frenética –tanto él como Zenobia, juntos y por separado– repleta de actos, conferencias, publicaciones, cartas, que comienza ya a su salida de España, en 1936, y a su llegada a Puerto Rico y a Cuba, y que no cesará hasta su muerte. Pero este mismo recorrido puede trazarse de un modo similar para el resto de los exiliados intelectuales; primero, en la defensa de la República; luego, en la oposición al régimen, y siempre desde una presencia y contribución intensa a la vida cultural del territorio de acogida, Puerto Rico en nuestro caso. El que pierde su tierra, podemos decir, comienza a vivir en el territorio de la idea, de la idea compartida. Y tanto estos exiliados de renombre como todos aquellos que se mantuvieron en un espacio más anónimo, mantuvieron intensamente su compromiso con la idea de esa España moderna y democrática que siempre tuvieron presente. Idea que ahora queda, por primera vez, recogida en torno a algunos de los protagonistas de este exilio, en un conjunto de ensayos de investigación de largo alcance que el lector de hoy puede recibir como legado y realidad de la historia de España. La amplia literatura que se ha dedicado al exilio español en la isla de Puerto Rico es muestra de la vigencia de esta época histórica y del hermanamiento entre culturas. Una continuidad del agradecimiento que España debe a Puerto Rico —los afectos de ida y vuelta–- entre ambos espacios culturales.

José Belló Aliaga

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