Visita al Palacio de los Guzmanes de León

Por José Belló Aliaga

Nuestro agradecimiento a Natalia Guerra Carbajo, Jefa de Secretaría Presidencia de la Excma. Diputación de León, sumamente agradable, amable y cordial, por su valiosa ayuda y colaboración.

El Palacio de los Guzmanes

Este palacio, uno de los mejores ejemplos de arquitectura palaciega del renacimiento español, se atribuye al arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón. Las obras fueron dirigidas por su discípulo, Juan del Ribero Rada, que a partir de este momento se asentaría en la ciudad dejando en ella notables edificios. Las obras se iniciaron en 1577, aunque no concluyen hasta el siglo XVII. Fue mandado construir por D. Ramiro Núñez de Guzmán, continuando con la obra su hijo D. Juan de Quiñones y Guzmán, Obispo de Calahorra.

Recorrido por el Palacio de los Guzmanes de León, sede de la Excma. Diputación Provincial

Fachada principal

La fachada principal sigue el esquema del palacio de Monterrey de Salamanca. Muestra tres cuerpos, bajo con ventanas enrejadas, el principal con balcones rematados en frontispicios y el superior con galería corrida. Las torres de los extremos presentan un cuerpo más. El patio tiene doble arquería, la baja con arcos de medio punto sobre columnas jónicas y el alto con arcos carpaneles apoyados en columnas corintias; entre ellas aparecen antepechos labrados con los escudos de la familia. Destacan también el zaguán y la escalera.

Adquirido por la Excma. Diputación Provincial

En 1882 es adquirido por la Excma. Diputación Provincial de León, de la que es sede. Esta institución acomete, entre 1973 y 1977, importantes obras de ampliación de edificio, completándose su traza según los esquemas renacentistas.

Desde que a mediados del siglo XVI naciera como “Las Casas de los Guzmanes” hasta que en 1978 se inaugurara, renovado y ampliado, como sede de la Excma. Diputación Provincial de León, este edificio ha vivido esplendor y ruina, decadencia y modernidad, como un fiel reflejo de la historia de la ciudad que lo acoge y la sociedad a la que representa.

Descripción del Palacio

El palacio de los Guzmanes conserva aún en sus formas todos los avatares de su construcción y las sucesivas obras y reformas. Con su fachada principal orientada a poniente y centrada en paralelo al patio cuadrado, los condicionantes urbanísticos hicieron que la fachada meridional, por guardar la alineación de la calle que sube a la catedral, marque un ángulo que rompe el paralelismo respecto al patio.

Esta irregularidad de la planta convierte el palacio, una vez concluido y exento, en un gran rectángulo con uno de sus ángulos, el sureste, forzando hacia el patio la forma trapezoidal.

Se ha ponderado la factura del palacio de los Guzmanes en paralelo con el palacio de Monterrey en Salamanca y la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares, obras también de Rodrigo Gil de Hontañón. Aunque no se duda de su autoría en las trazas del palacio, los detalles más parecen obra de Ribero Rada, por su proximidad a la influencia de Sebastián Serlio.

Para Antonio Casaseca, “en definitiva, una portada con esquemas y detalles de Rodrigo Gil a los que se añaden otros de Ribero Rada inspirados en Serlio y Palladio, éstos atenuados pero perceptibles en ciertas partes del edificio”. Las trazas del palacio pertenecen a la etapa de transición al Clasicismo o Purismo de Gil de Hontañón, donde depura la ornamentación y orilla los detalles manieristas.

Tres cuerpos

La fachada principal consta de tres cuerpos, separados por líneas de imposta que contribuyen con su resalte a remarcar los distintos pisos. En la planta baja, los ocho vanos de las ventanas se protegen con fuertes rejas sobrepujadas y mantenidas por ménsulas labradas con motivos heráldicos y vegetales. Pequeños huecos debajo de las ventanas y próximos al suelo hacen de tragaluz al sótano. Además de la puerta principal, al otro extremo tiene también una puerta de arco rebajado, pequeño acceso al semisótano de la torre NO, por donde se llega actualmente a las calderas de la calefacción.

En el primer piso se disponen, a eje sobre las ventanas del cuerpo inferior, balcones adintelados y con barandilla de hierro, algunos adornados artísticamente con guardapolvos en frontones triangulares y arqueados, con páteras incluidas en los tímpanos.

En el cuerpo superior, una galería de veinte ventanas de medio punto que se reparten entre pilastras corintias, sobre las que asoman las imponentes gárgolas de piedra para verter aguas. Estas se disponen enfrentadas por parejas, salvo la del centro de la fachada, que es frontal. Bajo el alero, y un poco descentrada, se halla instalada una artística polea de hierro, antiguamente para uso del edificio.

Portada principal

La portada principal, desplazada a la derecha de la fachada para orientarse mejor a la plaza, enmarca el vano central del arco de medio punto con sendas columnas jónicas acanaladas, subidas en pedestales. Se continua en el primer piso con el balcón principal, a cuyos lados se sitúan simétricamente dos guerreros sobre las volutas que centran el balcón, con los escudos heráldicos de la familia.

Las dos estatuas, cuyos originales atribuidos a Esteban Jordán fueron retirados en 1955 por el deterioro que presentaban, son actualmente obra de Andrés Seoane Otero, quien las esculpió en 1959.

Frase de Cicerón

Sobre la puerta principal, en las enjutas del arco, puede leerse en dos tarjetas la frase de Cicerón” Ornanda est dignitas domo; non ex domo dignitas tota quaerenda” (la grandeza ha de ser honrada por la casa; pero no toda grandeza se ha de buscar en ella).

En los extremos del edificio dos torres flanquean la fachada, con blasones decorando las aristas de los ángulos. Originalmente las torres tenían cuatro cuerpos o pisos, como se aprecia en un dibujo de Genaro Pérez de Villaamil de 1846. En el tercer cuerpo había dos balcones en ángulo, aunque el de la torre SO (la más próxima a la puerta principal), que tenia una gran barandilla del hierro, fue suprimido y tapiado a mediados del siglo XIX y ya nunca volvió a abrirse. Hoy sólo se conserva el de la torre NE.

Piso superior

El piso superior de ambas torres tenia en origen ventanas en arco de medio punto y remataba en altura con sus gárgolas, y además la torre SO lucía grandes volutas bellamente labradas sobre el ángulo. Éste último cuerpo de las dos torres también fue demolido a mediados del siglo pasado, y cuando fue reconstruido en 1975 se perdió el efecto de los aleros y las gárgolas del tejado.

La abundante rejería propició la errónea leyenda que atribuye a Felipe II la frase, cuando se le informó de la construcción que realizaba el obispo Guzmán (sic): “En verdad es mucho yerro para un obispo”.

La fachada meridional, más corta que la principal y orientada a la Calle Ancha, sólo tiene dos pisos, que respetan la misma composición de la fachada anterior. Las gárgolas también aparecen enfrentadas, salvo la frontal del centro.

La torre que enlaza esta fachada con la oriental (entre la Calle Ancha y la Calle del Cid), es de tres cuerpos, ciega en sus caras laterales, pero con el ángulo más adornado y abierto de todo el palacio.

Combina una ventana enrejada y enmarcada en pilastras dóricas con remate en friso en la planta baja, con un balcón en ángulo y columnas jónicas soportando un frontón triangular en el cuerpo medio, y en el piso superior otra ventana en ángulo con columnas corintias y frontón triangular. Para V. Lampérez y Romea, estas ventanas son “raro capricho, bastante ilógico, aunque muy pintoresco”.

Sobre el lateral de la torre SO que se observa desde la Calle Ancha, se eleva hasta el tercer cuerpo el exterior de una escalera de caracol, con los pequeños vanos exteriores de las troneras para dar luz al interior. Antiguamente tenía como remate un “amorcillo”, figura de niño, que fue suprimido al restaurarse el palacio.

Fachadas

Las fachadas este y norte son de nueva construcción, salvo el lateral de la torre NO (la más próxima al edificio Pallarés, actual Museo de León), que ya conservaba una ventana enrejada en la planta baja, y sobre ella un balcón en arco de medio punto y barandilla de hierro, así como una labra heráldica en el ángulo interior de la torre.

La fachada oriental (en la Calle del Cid) también conserva de origen una portada poco vistosa y, sobre ella, una ventana con labra heráldica en el antepecho. Nada recuerda a Gil de Hontañón, y se atribuye a Ribero Rada.

El resto de estas dos fachadas corresponde a la parte ampliada para completar el palacio, y lleva ventanas enrejadas en la planta baja, a imitación de las originales del resto del edificio, y sencillos vanos adintelados en el piso superior.

La fachada norte, orientada a los jardines del Cid, tiene una portada imitando con su ventana superior la de la cara este, y otra puerta de arco rebajado de acceso a la actual cochera. Se debe destacar las labras heráldicas de nueva factura, realizadas por el escultor Valentín Yugueros Nicolás, alguna de ellas réplica exacta de otras originales del palacio.

Portal del palacio

Cruzando la puerta principal se accede al portal del palacio, que ha pasado por numerosos cambios y mejoras. Sucio y oscuro, se arregló con la intención de convertirlo en una entrada noble y de carácter institucional, mientras se reservaba para el acceso publico la puerta prevista en la parte ampliada del palacio. Sin embargo, la acertada orientación de la portada principal y una mentalidad menos exclusivista ha consagrado el uso público de este portal.

Al mismo tiempo que se forró de piedra el zaguán para sanearlo y ennoblecerlo, se aprovechó para ornarlo con piezas escultóricos y otros detalles artísticos. Allí se colocó en 1973 la estatua del obispo Juan Quiñones de Guzmán, al que en su momento se le atribuyó la iniciativa de construir el palacio. Realizada en piedra de Boñar y patinada con lograda intención de envejecerla, es obra del escultor Valentín Yugueros Nicolás.

Relieves y escudos

Con anterioridad se habían empotrado en los muros algunos relieves y escudos procedentes del antiguo convento de las Recoletas, en la Calle del Cid, que en el momento de su demolición era cuartel del Cid. De allí se trajo un relieve del siglo XVII que representa la Anunciación, ahora puesto en la pared frente a la puerta principal, y sobre él se situó una labra del Ave María, que servía de clave del arco de entrada a la iglesia.

Sobre la puerta que a la derecha del portal da acceso a la portería, se encajó un altorrelieve también del siglo XVII y procedente del antiguo convento de las Recoletas, que representa a San Agustín lavando los pies al Salvador vestido de peregrino.

En la parte izquierda del portal, y sobre una puerta adintelada, hay un escudo policromado rodeado por el toisón de oro. En la ventana que da   al a calle, se colocó hacía 1952 una vidriera representando una caldera como símbolo heráldico de los Guzmanes.

El patio

El patio del palacio no parece sr obra de Gil de Hontañón, sino más bien de Ribero Rada. La disposición de capiteles, así como la decoración flamenca y otros detalles manieristas acentúan esta diferencia.

De forma cuadrada, posee una galería baja con cinco arcos escarzados en cada lado, que descansan sobre columnas jónicas monolíticas. Sus capiteles están colocados de perfil, particularidad manierista que además permite salvar con fortuna su confluencia en los ángulos del patio. Las enjutas están caladas con ojos de buey o espejos redondos.

Sobre esta galería abierta se levanta la galería del piso principal, de arcos carpaneles sobre columnas corintias monolíticas. Entre las columnas, los antepechos se presentan labrados con motivos heráldicos de la familia Guzmán (calderas y armiños), así como elementos vegetales, telas, etc. de corte flamenco. Esta galería está enteramente con vidrios emplomados y ventanas practicables sobre las que pueden verse las vidrieras artísticas que David López Merille realizó con motivos provinciales.

Gárgolas

Como remate superior del patio asoman poderosas gárgolas a eje de las columnas, enfrentadas por parejas. A la misma altura, matando las esquinas del patio, lucen también los blasones de la familia. Retirado del tejado que cubre la galería, puede verse un último piso de ventanas de arco de medio punto, resultado de la reciente reforma del palacio.

En el centro del patio existe un pozo cuadrado con el brocal labrado, estribo de herradura y polea fija de hierro. Ante el deterioro de los antepechos, estos fueron rehechos modernamente por el escultor Valentín Yugueros Nicolás. La tapa, de doble hoja metálica, oculta en empedrado circular de canto rodado y la visión del agua a escasa profundidad.

Enorme piedra

En uno de los laterales del patio, al lado del portal de servicio que comunica con la Calle del Cid, se halla depositada una enorme piedra, considerada una pieza relacionada con la minería antigua, que fue trasladada a la Diputación en 1955 tras ser descubierta por José González en unos terrenos comunales entre los pueblos leoneses de Crémenes y Corniero. A su lado, casi en el ángulo del patio, una puerta adintelada da acceso a la escalera que recorre en altura toda la torre SE, en pequeños tramos rectos sin ningún interés.

En uno de los muros de la galería baja, a mano derecha nada más acceder al patio desde el portal principal, se colocaron al hacer la reforma del palacio una serie de escudos de distinta procedencia. Dos fueron cedidos por la Caja Rural Provincial, al tirar el palacio que tenía el marqués de Montevirgen en la Plaza Torres de Omaña: un escudo es de los Abaurre-Salazar y otro de los Quiñones de León.

Escudos

Otros dos escudos proceden de la Calle del Cid, uno de una casa derribada, policromado, correspondiendo a los apellidos Moreno- Zuñiga-Robles-Isla y otro del antiguo convento de las Recoletas, con los apellidos Laciana-Sotomayor-Quiñones-Cepedas, fechado en 1664.

El escudo situado arriba, a la izquierda, es del siglo XVIII, policromado, perteneciente al obispo Quadrillero, fundador del Hospicio de León, donde se encontraba enclavado encima de la puerta de la iglesia del establecimiento hasta su demolición.

También procede de la Calle del Cid, de la derruida iglesia de las Recoletas, una gran piedra rectangular que contiene tres escudos, uno de ellos rodado, correspondiente a los Cusanza, Barba (el rodado) y Alfonso.

La escalera

Ya no puede decirse de la escalera que comunica el patio con la planta noble lo que la Picara Justina apuntó hacía 1605, disgustada porque a dicha escalera “le falta cosa de veinticinco varas de pasamano y dos o tres salserillas de blanco color para afeitar unas desvergonzadas tapias de la caja de escalera”.

Hoy la escalera tiene el porte señorial y nobiliario que requiere la casa, aunque durante las reformas se modificase ligeramente el trazado original, y bastante más los detalles de su ornamentación.

La primera gran intervención que tuvo fue a finales del siglo XIX, de la mano del arquitecto Francisco Blanch y Pons, y el escultor Inocencio Rebollo Ibáñez. Se sustituyó la barandilla de hierro de los arcos de la galería por otra de piedra, se puso la balaustrada, y al mismo tiempo se realizaron algunos escudos y los medallones que representan en medio relieve figuras de la historia leonesa: Guzmán el Bueno, Juan de Arte, el Padre Isla, Juan de Farreras, Bernardino de Rebolledo y el obispo Juan Quiñones de Guzmán. Los escudos combinan la heráldica nacional con la representación de los partidos judiciales leoneses.

Zócalo de la caja de escalera

Con posterioridad, en 1959 se picó el zócalo de la caja de escalera, revistiéndolo de piedra, y se colocó una balaustrada de piedra en las ventanas de la caja y peldaños en los umbrales, aprovechando para patinar toda balaustrada de la escalera y policromar y patinar los escudos. El artesonado del techo es de vigas de madera formando grandes recuadros rectangulares con casetones.

La escalera es de tipo claustral, con tres tramos de peldaños separado por dos rellanos en ángulo recto. Tres arcos de medio punto sobre pilares presentan la caja, el de acceso capialzado. La caja de escalera es abierta, con sus dos últimos tramos volados.

Ya no tiene las rejas que protegían su entrada, pero todo el conjunto gana en carácter con las labras de los escudos y bustos, así como la disposición de balcones de arco. Como complemento ornamental, en el hueco de la caja se puso en 1973 una reproducción de jinete y arnés del siglo XVI, a imitación de las que se encuentran en la Real Armería de Madrid. Igualmente, en los rellanos de la escalera posan dos armaduras de factura moderna, una cincelada y otra de forja.

“La planta noble”

La galería alta que circunda el patio recorre lo que siempre se ha considerado como “la planta noble”. Desde la entrada del palacio y el patio, se llega a ella por la escalera principal, tras pasar una puerta de cristal que, al igual que los balcones contiguos, lleva tallados los símbolos heráldicos de apellidos históricos leoneses.

Esta planta se concibió desde el mismo momento de la compra del edificio por la Diputación para dar cabida a los miembros de la Corporación y sus actividades institucionales, así como para los altos cargos de su administración (secretario, Oficial Mayor, etc.).

Todavía hoy, desde la galería de la planta noble se accede a la Presidencia y Vicepresidencia, Salón de Sesiones, Salas de Comisiones, Secretaría, etc. Si entonces se pensó alejada del público, hoy la afluencia es constante, tanto por la propia actividad de la Diputación, como por el interés de su visita.

Paneles y ventanas de vidrios emplomados

La galería se cierra al exterior con paneles y ventanas de vidrios emplomados, luciendo sobre ellas las artísticas vidrieras realizadas con arreglo a cartones de David López Merille hacia 1940. En el pasillo meridional (desde la puerta de acceso, a la derecha), la ventana del centro tiene encima la vidriera dedicada a la Virgen del Camino, patrona de León, llevada en anclas. A un lado y otro, las vidrieras incluyen parejas de tipos populares bañezanos, maragatos y de los partidos judiciales de Murias de Paredes y León, con sus trajes típicos y sobre motivos de su zona.

En los laterales oriental y occidental se representan los escudos de los antiguos partidos judiciales, y en las vidrieras del tramo norte se incluye al obispo Juan Quiñones de Guzmán, y los castillos de Ponferrada, Cea,

En las paredes de la galería se hallan colocados por orden cronológico los retratos de los presidentes de la Diputación en el siglo XX, obra de distintos pintores y de desigual calidad artística. Algunos bancos y arcones de madera complementan el mobiliario de esta galería, cuya luminosidad confiere un acogedor ambiente.

Salón de Sesiones

Desde esta galería se accede al Salón de Sesiones, estancia principal del palacio donde se celebran las reuniones de la Corporación y los actos más solemnes y representativos de la Diputación Provincial.

De forma rectangular, tras el estrado presidencial cuelga un cuadro al óleo del pintor de Villafranca del Bierzo Demetrio Monteserín, antiguo pensionado de la Diputación. Le fue encargado en 1929, y con el título “Promulgación del Fuero de León” representa la escena descrita por Ambrosio de Morales en que Alfonso y la reina Elvira promulgan dicho fuero en el año 1020, aunque en la actualidad se apunta la fecha del 1017. Bajo él, preside el estrado un busto del Rey Juan Carlos I, realizado en bronce por Marino Amaya.

En el testero del fondo, y sobre una preciosa y amplia chimenea del siglo XVI, otro cuadro de Monteserín alude a la “Abdicación de Fernando I”, fechado también en 1929.

Pinturas históricas

En las paredes laterales cuelgan las pinturas históricas de Francisco J. Amérigo Aparicio, encargadas en 1884 cuando se trabajaba en el proyecto de restauración del palacio, dirigido por el arquitecto Juan Bautista Lázaro. Su técnica consiste en óleo y aguada sobre sarga, imitando tapices. La temática es alegórica de las virtudes necesarias para el buen gobierno y la administración. Los textos en latín de las cartelas fueron compuestos por Juan López Castrillón.

Tapices

El tapiz a la izquierda de la puerta del salón representa el Imperio de la Ley y la gobernación del Estado. La ley aparece entronada, mientras se sientan a un lado unas matronas que personifican a la Razón, la Verdad y la Inspiración, y al otro lado la Lógica, el Criterio y la Elocuencia. Debajo, matronas y ángeles simbolizan el Comercio, la Ciencia, la Poesía, la Música, la Arquitectura, la Industria y la Medicina. En lo alto del tapis, una cartela reza en latín. “Sub legis imperio, in domo, in urbe, in regiones cuncta florescunt” (bajo el dominio de la ley florecen todas las cosas, en la casa, en la ciudad y en la región).

El siguiente tapiz simboliza la Justicia, con una espada en una mano y en la otra una balanza, rodeada de la Fortaleza y la Templanza, y con dos pajes que portan estandartes con los principios del Derecho. La inscripción latina dice: “Id potissimun Reipublicae moderatoribus opus est, a recto tramite nusquam deflectere” (lo que más conviene a los gobernantes es no alejarse del recto proceder).

Alegorías

Más allá, se representa la alegoría de la Fortaleza, sentada con un castillo en la mano y rodeada de la Esperanza y la Caridad en forma de doncellas. En la cartela se lee: “In adversis aequo animo ferendis maxime fortitudo consistit” (la fortaleza consiste en sobrellevar con ánimo sereno las adversidades).

En la pared que da a la calle, y frente a la puerta de entrada, la alegoría de la Prudencia se presenta sentada, con la Fe y la Religión a ambos lados. La leyenda explicativa refleja: “Rebus in arduis quid fieri oportet prudentia docebit” (la prudencia mostrará lo que se debe hacer en la adversidad).

A su lado, más cerca del estrado, otro tapiz representa el otorgamiento del Fuero de León por Alfonso V, con el rey entregando un pergamino a diversos personajes arrodillados, mientras una multitud observa. En la leyenda se lee. “Civitas naturae necessitate constituitur legibus vero solidatur, moribus tuetor” (la ciudadanía se constituye por necesidad natural, pero se consolida con las leyes, las costumbres la protegen).

A la derecha de la puerta de entrada, un último tapiz presenta una alegoría de los tributos, con cuatro doncellas vertiendo agua en una pila. Sobre ellas una matrona sentada sobre un león, con cetro, corona y escudo, representa a España. En la cenefa se lee: “Quodin in civium commodum recidit communi impensa erogetur par est” (lo que recae en provecho de los ciudadanos, conviene que sea pagado en común por ellos).

Artesonado policromado

Se cubre el salón con un artesonado policromado de vigas muy juntas, con casetones adornados con motivos geométricos y una cenefa todo alrededor que repite el sello de la Legio Séptima Gémina (LVIIG). En lo alto de los muros están pintados los escudos de los partidos judiciales de León.

Co acceso también desde la galería superior, pero ya en la parte ampliada del palacio, se hizo un salón con pretensiones, conocido como el Salón de Reposteros pensado para algunas recepciones y celebraciones, y hoy desaparecido.

Reposteros

En él se hallaban colgados los reposteros que hizo Santiago Eguiagaray Senarega en 1959. Uno con el escudo de la provincia, de mayor tamaño, destinado a lucirse en ocasiones en el balcón principal, y los otros son nueve reposteros con los escudos de los partidos judiciales, realizados todos en lana del país algo patinada.

Otras piezas se reparten por el resto de las dependencias que dan a la galería (Salas de Comisiones, oficinas, etc.) y mantienen el aire nobiliario con la funcionalidad requerida para su uso. Abundan en ellas algunos cuadros de la mejor pintura leonesa del siglo XIX (Primitivo Álvarez Armesto) junto a óleos anónimos de distintas épocas y reproducciones de pintura clásica española. Igualmente se conservan viejas chimeneas de época, y algunas piezas de notable valor histórico y artístico, como un muebla con cajones de farmacia procedente del Hospicio y un par de arcas de caudales.

Una de estas arcas, conservada en el despacho de Secretaría General, procede del antiguo Hospicio, y es una pieza del siglo XVIII, enteramente metálica y policromada, con una complicada a la par que singular cerradura camuflada. En el interior guarda otro departamento menor, también con su llave y se refuerza con los candados exteriores de seguridad.

Menos antigua y más modesta es otra arca metálica perteneciente a la “Junta de Beneficencia de León”, con cerradura de combinación de letras.

Expositores y vitrinas

Igualmente se halla repartido en expositores y vitrinas el legado que en 1973 se trajo desde Alicante, perteneciente a Teófilo Perier García. Cristalerías, vajillas, relojes, algunos muebles y otros pequeños objetos adornan pasillos y recodos.

Un detalle de gran valor arquitectónico, un poco alejado de la visita del público, es la escalera de caracol que comunica las distintas plantas de la torre SO. Realizada en piedra, pertenece a la primitiva fábrica del edificio, y el tipo de obra es conocido desde el tratado teórico de A. de Valdevira con el nombre de “caracol de Mallorca”.

La razón del modelo seguido es claramente utilitaria, pues al no tener eje o núcleo central, permite subir y bajar sin estorbos y aprovechando un espacio mínimo. Los peldaños se empotran en el muro, por un lado, mientras por el centro forman parte de la moldura elíptica del pasamanos, de ahí su difícil ejecución. Una parte de la huella apoya en el peldaño siguiente, y la superficie helicoidal está perfectamente labrada en continuidad.

Recibe la luz exterior a través de troneras, y a su terminación se cubre con una cúpula de media naranja, con la clave pendiente labrada con la figura de cuatro niños. Constituye una de las piezas más curiosas e interesantes del palacio, a la par que desconocida por la mayoría.

José Belló Aliaga

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