Terrinches abre un laboratorio en el Castillejo del Bonete para el estudio de los materiales arqueológicos recuperados

El Ayuntamiento de Terrinches ha comenzado los trabajos de laboratorio para estudiar los materiales arqueológicos recuperados en los túmulos prehistóricos de Castillejo del Bonete.

La alcaldesa de Terrinches, Ana García Jiménez, recalca el compromiso municipal con la investigación arqueológica, a la vez que agradece a la Viceconsejería de Cultura y a la empresa E2IN2, su apoyo en esta campaña de 2023.

Los trabajos, dirigidos por los paleontólogos Marian Galindo-Pellicena y Josep Bisbal-Chinesta, y por el arqueólogo, Luis Benítez de Lugo Enrich, se centrarán este año en la obtención de los datos que faltan para presentar los resultados de las analíticas de macro y microfauna. En concreto, el equipo de trabajo se encuentra lavando el sedimento de la cueva y recuperando cualquier resto que permaneciera en él para, a continuación, triar, clasificar y estudiar todas las evidencias recuperadas. 

El importe completo de los trabajos previstos para esta anualidad es de 30.971,26 euros, que incluyen la contratación de siete jóvenes para apoyar en los estudios de gabinete. Se trata de un colectivo vulnerable con dificultades para incorporarse al mundo laboral. En este sentido, la alcaldesa ha mostrado su satisfacción porque “puedan encontrar una puerta abierta al empleo, gracias al patrimonio cultural de Terrinches».

Castillejo del Bonete

Castillejo del Bonete es un yacimiento arqueológico, ubicado en el municipio de Terrinches, un santuario solar formado por un conjunto tumular, conectado entre sí mediante galerías, que se trata de un lugar funerario utilizado durante las edades del Cobre y del Bronce de la Península Ibérica (segunda mitad del tercer milenio a.C.).

El yacimiento está compuesto por una cueva-cámara en cuyo interior se han hallado restos de seres humanos, fauna, recipientes cerámicos y hogares. Tanto su interior como los túmulos exteriores fueron empleados recurrentemente durante más de mil años para enterrar personas, depositar objetos y realizar ritos gastronómicos. Por ello, el túmulo se convirtió en un centro religioso y social de considerable complejidad y singularidad, y ha sido incluido, por datación y localización geográfica, dentro de la órbita de la cultura del Bronce de La Mancha y de la llamada “Cultura de las Motillas”. Uno de los edificios, el Recinto 4 tiene su eje longitudinal orientado al orto del solsticio de verano, donde habitualmente se puede ver este fenómeno.

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