El arte y artes y las botas y Zamacois

Jesús Millán Muñoz.– Puede que alguno o algunos se ofendan porque pongo nombres, pero los nombres es homenaje, si no usted recordarían a Nicolás Zamacois, recordarían a Miguel Salmerón.

Las botas es un símbolo o realidad que utiliza Zamacois, quizás las botas de Van Gogh, quizás una metáfora. Quizás, la eternidad del problema de toda mercancía, sea artística o no lo sea. Siempre se produce más que lo que se consume. ¿Qué hacer con los tomates que sobran, qué hacer con las pinturas que sobran, qué hacer con los poemas que sobran…?

Los autores y autoras están en eterna lucha con ellos mismos y con los demás. Todos quieren que sus palabras o sonidos o colores perduren. Dicen que es vanidad o soberbia o petulancia o grandilocuencia. Quizás, sea todo eso, además de una enfermedad que todavía no le hayan puesto nombre. Una enfermedad pequeña pero grande. Quizás, sea una manera de que a esa persona la quieran, la quieran un poco, se quiera a sí mismo un poco. ¡No lo sé, usted tampoco, y, no lo sabremos porque apenas hay estudios, de todos aquellos seres que han dedicado uno o diez o treinta o cincuenta años a actividades culturales de búsqueda e investigación o creación, y, han sido olvidados, ellos y ellas, y, al final, también sus obras…!

Alguien puede estar mirando, cuarenta mil páginas escritas, formadas por cien libros, o por solo uno. Alguien puede estar pensando, que habrá sucedido de los miles de dibujos y pinturas que están o deberían estar por el mundo. Alguien puede estar observando, cientos de hojas de partituras de composiciones que ha ido realizando durante lustros… Alguien… Sí, alguien. Sí muchos alguien, con nombre y dos apellidos, existiendo en un lugar o en otro. Alguien que sabe que no solo su carne se convertirá en ceniza, sino que toda esa producción se perderá. Y, que los Gobiernos van cambiando, los nombres de las elites de los Ministerios Culturales, pero una cosa tan sencilla en la solución de esta cuestión, nadie quiere poner solución. Que haya una posibilidad que perduren los manuscritos y originales, aunque sea en forma de imágenes o electrónicas.

Te enfrentas a un texto, véase artículo o composición musical o libro o pintura o, quién sabe qué y quién sabe quién… por ejemplo de Nicolás Zamacois, titulado: Las botas de campo, publicado en La Esfera, el 16 de mayo de 1914. Lean y vean y perciban que ha pasado un siglo, y todo ha avanzado, se ha producido un enorme salto en derechos sociales y en bienestar social y en el Estado del Bienestar, y, en mil otras realidades conceptuales y prácticas. Pero la situación de los que se dedican a las artes, están casi como siglos ha ido transcurriendo, se pierden cada generación, década, año: miles, decenas de miles de hojas escritas y de lienzos pintados o cartulinas dibujadas o…

Este es el drama. Entienden todos los que se dedican a estas actividades, que son muchos más los que se ponen en la fila, que los que serán escogidos. Pero, la producción cultural, se deberían buscar maneras o formas, para que quedasen. Si no se pueden guardar cientos de miles de pinturas, pongamos el caso, se podrían conservar en forma de bits de información electrónica. Es tan difícil y tanto pedir y sugerir y animar para que tantas entidades culturales existentes, creen directorios de autores y autoras por ramas del saber. Es tanto, una etiqueta o pestaña o Web, o decenas con nombres que quieran estar. Aunque solo sea eso, la forma, no por vanidad o soberbia, sino que quizás, alguien de ahí tire y se busque la producción original. ¡Acaso no sería una noticia mundial, si en una doble pared de una casa de Castilla o caserón de la Mancha, se encontrase cien obras de veinte autores de quinta fila del Siglo de Oro…!

Pues si se encontrase esa realidad libresca, sería una noticia internacional cultural. Porqué se rechaza tanto y a tantas personas de quinta categoría en todos los terrenos de la cultura, diciendo que son paja, que son mediocres, que no tienen importancia y mil otros adjetivos, que solo los conocen los que los han sufrido. Sobretodo ese vacío de silencio que entra en los huesos. Esos silencios de nunca nadie contestar una carta o un correo. Ese silencio eterno que sufren todas las personas o casi todas, que están en este mundo…

Se valoran a una veintena por cada generación, después otra treintena considerándolos de segunda categoría y ese saber, y, después, cientos, si no miles, según la actividad cultural o el arte, van quedando olvidados, ya desde el principio, y, sus obras, se van muriendo y destruyendo. Esta es la realidad cultural. Esta es la realidad. Cierto es que mejor que alguien dedique algunas horas al día, todos los días, después de cumplir con todos sus deberes a rellenar poemas con palabras o palabras con poemas, que no a los mojitos y semejantes…

Hoy homenajeamos, a Miguel Salmerón y aNicolás Zamacois, que no sé si fue un sujeto real, el primero, que tenía sangre real, o solo es un símbolo o una metáfora del segundo. Pero que el mismo hecho de no saber, si fue real o fue imaginario o símbolo. Refleja la situación de la cultura… Es una prueba de lo que estamos hablando. Y, solo ha pasado un siglo…

Mientras tanto, alguien puede estar mirando, las cuarenta mil páginas que ha escrito y que nadie valora, o, alguien pensar, que ha pasado con los diez mil dibujos y pinturas que ha realizado y, que no sabe si todavía existirán, y, alguien pensar que va a suceder con sus mil composiciones musicales, o, alguien…

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