Dos años son mucho, pero qué remedio

Manuel Valero.- Los socialistas tienen razón: el nuevo equipo de gobierno debería haber dejado las calles entoldadas libres de velas peligrosas para volver a contemplar el cielo azul o gris oscuro si fuera el caso. A los pocos días del primer contratiempo bajo su mandato. Sin contemplaciones. Luego, convocar a los medios para explicarles las razones por las que los nuevos mandatarios locales han decidido despejar el velamen de las citadas calles.

Sin embargo, rechina mucho que la oposición socialista que debería hacer una profunda reflexión de lo que ha ocurrido -estoy absolutamente convencido de que lo han hecho y en serio y en más de una ocasión- se faje en su nuevo rol con un asunto del que son los principales responsables. No se puede gestionar deprisa y corriendo, ya se sabe que cuanto más deprisa se viste la novia más probabilidades tiene de llegar tarde al altar. Los socialistas pueden y deben hacer una buena oposición. Si en Puertollano supone una dificultad ejercerla porque nunca hasta ahora han estado en ella, sí tiene  suficiente material humano para analizar las estrategias más acertadas a poner en práctica en ese nuevo papel de fiscalizar al equipo de gobierno, desarrollar un argumento sólido de su posición en la oposición  o… callar si lo considera oportuno ante cualquier iniciativa municipal que sea plausible. Tal y como concebimos los españoles la democracia de partidos, no cabe en el ejercicio de la política reconocer públicamente desde la oposición el acierto de quien gobierna. Ha sido después de cinco meses que los populares han decidido arriar las velas  que izaron los anteriores a uña de caballo.  ¿No debería ser suficiente para la discreción? La crítica por el mero hecho de hacerla es como un cántaro vacío.

Sin embargo, la noticia de la semana ha sido la larga espera que aún tendremos que soportar los puertollaneros/as para poder contemplar y disfrutar del nuevo Bosque terminado, los cambios en el tráfico resultantes, la puesta en servicio del aparcamiento y, sobre todo, la parte superior visible conectada con la plataforma del Paseo de San Gregorio. Un Bosque rescatado del escombro, donde tristemente dormita, para solaz de todos.

Supongo que una obra de esa envergadura que separa hoy a técnicos entre los que advierten de riesgo de colapso (Junta de Comunidades) y los que consideran que no lo hay  (municipales y empresa adjudicataria) lleva su tiempo, máxime si hay que hacer de nuevo pruebas de carga para despejar la duda.  

Dos años. Demasiado tiempo, dicho sea desde la ignorancia técnica sobre lo que incluso los propios profesionales barajan opiniones técnicas encontradas. Dos años, 24 meses con el escombro en mitad de la ciudad, vallado como una pequeña franja.

No se trata ahora de remover y salar heridas. Ya está todo dicho en todos los tiempos verbales. Pero son dos años. Si la financiación de la obra está garantizada por el gobierno regional, excepto los cálculos, planos y trabajos de la prueba de carga cuyo trámite corresponde al Ayuntamiento, el diseño del aspecto exterior está fijado en el proyecto ganador del concurso y si el equipo de gobierno se afana en rematar la obra… ¿son necesarios dos años? ¿No puede ser antes?

La conclusión de parte de los técnicos llevó al anterior alcalde, Adolfo Muñiz, a tomar una decisión política de gran calado sabiendo las consecuencias, como fue paralizar los trabajos al considerar que había probabilidades de colapso. Antes que la crítica fácil o exacerbada hay que ponerse en la piel de un alcalde, el que sea, a quien alertan de ese peligro. La paralización de las obras de El Bosque fue una gota más, o la definitiva, que rebosó el vaso del poder ininterrumpido del PSOE en Puertollano, y aun así se tomó, uno cree que acertadamente tal y como está el patio. No es habitual tomar una decisión nada rentable electoralmente. Al contrario.

Las afirmaciones del alcalde, Miguel Ángel Ruiz, han sido un chasquido para que despertemos del sueño aquellos que soñaron -soñamos- con un Bosque terminado en un plazo mucho más breve. Va a ser un bienio, 24 meses, dos añitos. Cabe pensar si ese plazo que nos lleva al ecuador de la legislatura no está hinchado para que podamos lanzar un hurra, o tres, antes de lo previsto. Ojalá y así fuera.

PD.- Y se garantiza la continuidad del edificio-restaurante, según se desprende de las palabras del alcalde. Es comprensible. Hay intereses privados a los que el Ayuntamiento debería responder en caso de demolición y no están las arcas para tintinear dinero alegremente. Sabremos en su día si la futura prueba de carga será un testigo de cargo contra un edificio mamotreto que jamás debió construirse donde se hizo.

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