¿Nos representan?

Escribía días pasados –El País, 11 de noviembre– la periodista de Campo de Criptana, Ana Iris Simón, un texto denominado Menuda papeleta, donde volcaba sus reflexiones en torno al tema de actualidad, pero tan irisado y aristado como el de la Amnistía. Aún sin conocer la Proposición de Ley que sería presentada en el registro del Congreso de los Diputados dos días más tarde.

La papeleta de Ana Iris –doble o triple, según se mire– estaba referida tanto a la papeleta a favor de un partido que se deposita en la urna, en el acto electoral del momento en favor de este, como a la expresión común de ‘¡Menuda papeleta!’ para dar cuenta de un problema de difícil solución. Y por ello anotaba, “Pienso en un familiar al que acompañé a votar y al que traté de convencer de que no lo hiciera por el PSOE. De que en el sobre estaba metiendo la traición a los trabajadores, a la izquierda antibelicista y a los saharauis. No sabíamos entonces que también estaba metiendo la traición al principio de igualdad ante la ley. Pienso en todos ellos y en que menuda papeleta. No la que introdujeron en el sobre, sino la que el PSOE les ha dejado como contrapartida: tratar de convencerse de que amnistiar a quienes han metido la zarpa en el bolsillo de los españoles es lo mejor para España. La papeleta de intentar creerse que la decisión de amnistiar a los delincuentes se toma ahora y no en cualquier otro momento por la paz social, cuando lo que estamos viendo es justo lo contrario: que los independentistas, que andaban de capa caída en calles y urnas, han recibido, además de una palmadita en la espalda por sus delitos, un soplo de aire fresco”.

Y todo ese discurso de la búsqueda del presunto Bien común o de la Pacificación de Cataluña, como bien superior del ordenamiento democrático, para justificar lo pactado –o impuesto en el curso de la negociación con los promotores de la quiebra de ese mismo ordenamiento– queda resumido en las grandes definiciones del candidato a Presidente, Pedro Sánchez. ¡Qué diferencias con la investidura de 2019, con las abstenciones de ERC y EH-Bildu y la negativa de Junts! Y el protagonismo de Podemos. Verdades como puños, se suele decir a estas otras papeletas. Quien ha utilizado varios recursos retóricos en la construcción del relato que se viene produciendo desde los centros de decisión. Uno de ellos, ante el Comité Federal de principios de mes, donde dejaba claro que el cambio de postura en torno al tema de la Amnistía bebía de las fuentes relacionadas de los fines y los medios. Y todo en ese discurso de que “el fin justifica los medios”. Esto es, el fin proclamado de El Bien común y de la Pacificación de Cataluña, justifica los medios adoptados a tal fin. Como es la Proposición de Ley.

Incluso llegaba a decir que adoptaba el cambio de opinión en ese tema, porque había que “hacer de la necesidad virtud”. Por todo ello, Ana Iris Simón demostraba que Sánchez había seguido el principio inverso de Javier Cercas. Quien había sostenida en plena contienda de opiniones a favor y en contra de la Amnistía, el 13 de septiembre, que aseguraba que no se iba a producir tal hecho, porque [Pedro Sánchez demostraría que] “es más importante el futuro de la democracia que el presente del poder”. Y concluía la periodista, con “La tesis central de su exposición [de Cercas] ha fallado, pero el resto sigue vigente, pues el texto explicaba magistralmente por qué la amnistía es una vergüenza”. Cercas ha fallado porque su diagnostico de que “el futuro de la democracia cuenta más que el presente del poder”, ha declinado en favor de su absoluta inversa. Cuenta más el presente del poder que el futuro de la democracia. Incluso que el futuro del partido, el PSOE, que lidera. Y es que ese futuro se verá comprometido con toda probabilidad, en la medida en que supone una inflexión significativa de su propia trayectoria.

Una trayectoria titubeante que ha sometido a consulta –no de la prevista Ley de Amnistía, sino de los acuerdos de gobierno con la coalición Sumar, como manera de sancionar a la dirigencia– de un censo total de 172.600 afiliados con derecho a voto, correspondientes al PSOE, PSC, JJSS y JSC. De los que han ejercicio ese derecho participativo el 60%. Es decir, han emitido su opinión un total de 103.560 afiliados. De los que han opinado a favor el 87%. Es decir, los favorables en la consulta han sido 90.097. Si se hubiera sometido a consideración el pronunciamiento sobre la Amnistía, posiblemente, el número se habría reducido de forma significativa. Haciendo invisible la presunción del movimiento proclamado de sus líderes y dirigentes. Un cálculo irrelevante sobre la total población española, algo así como 3,583*10-3. Si en el pasado se decía –de forma metafórica, pero muy gráfica– que el PSOE era el partido que mejor representaba a la sociedad española, desde la pluralidad de sus afiliados y desde cierto sentido de transversalidad social, generacional y territorial; hoy esa afirmación parece no poder sostenerse, no solo por lo numérico, sino por argumental. El PSOE representa, más que la sociedad en su conjunto, al grupo de cargos públicos y de cuadros de diversa entidad.   

Algo parecido en los equilibrios numéricos podría sostenerse con la cuota de representación que alcanzan el partido de Puigdemont, Junts, y ERC. Que obtuvieron en las elecciones del 23 de julio, la friolera de 392.634 votos electorales y los de ERC 462.833, que representan el 1,60% y el 1,89% del total de los votos emitidos. De igual forma que los datos sobre la militancia –a diciembre de 2018– de ERC eran 9.800 y los de PDCAT –antes de Junts– subían a 14.000–. Y desde esa irrelevancia numérica y ¿representativa? se adoptan decisiones de enorme calado que afectan a 48.000.000 de ciudadanos.

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2 COMENTARIOS

  1. Sí, a mi me representan. Pero es que , además, el bloque de la investidura suma un millón de votos más que el de la oposición a ella . Por tanto…

    Qué feo está eso , Ana Iris: entrometerse en la orientación del voto de un familiar. Feo, feo. Y lo digo yo que, a diferencia de su familiar, jamás he votado al PSOE. Me lo impiden y me lo han impedido gente como Felipe, Guerra, Rodríguez Ibarra, Leguina , Bono , Page y algunos más de esos buenos socialistas a los que se refieren Isabel Díaz y Alberto Nuñez.

  2. Bueno, Pepe, es la democracia, estúpido. (no lo digo por tí, ¿eh?) O sea que de una forma o de otra tenemos el antídoto: elecciones cuando toquen. (Yo ya me he hecho «lúcido saramaguista» cuando empezó el baile hace años). Lo triste, en mi opinión, es el estado de derrumbe en que quedará el PSOE, uno de los muros de carga del sistema. Y eso es muy preocupante. Salud y saludos

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