Cencerros y campanillas, piezas del mes en el Museo Etnológico de Puertollano

Ramón F. Muñoz Cazallas, miembro de la Asociación Cultural Portus Planus.- Tenemos en el museo una buena colección de cencerros, campanillas y cascabelillos. Básicamente todos son campanas de fabricación mas tosca que las que se colocan en los campanarios de las iglesias, también varia la forma que en los cencerros es más cilíndrica que en las campanas. Se fabrican con chapa de cobre o hierro y para los badajos los mejores materiales son la madera de encina y el cuero.

Tradicionalmente han sido instrumentos utilizados para controlar los movimientos del ganado, se cuelgan del cuello de las reses con una especie de correa de cuero. Su tamaño varía desde los grandes cencerros de 30-40 cm de altura que se colocan al ganado vacuno hasta los pequeñitos de 3 cm, llamados cascabelillos, que se colocan a los corderos, sobre todo cuando la oveja ha parido dos y le resulta más complicado tenerlos controlados.

En los rebaños suele haber un animal que hace de guía, el sonido de su cencerro atrae a los demás y así el rebaño no se dispersa, en el caso de las ovejas suele ser un manso, ayudan al pastor para tenerlas controladas.

No solo el animal guía lleva cencerro, lo llevan más animales dependiendo del tamaño del rebaño pueden llegar a 50-60, al conjunto de cencerros de diferentes tamaños y tonalidades que porta un rebaño se llama alambre y cuando un rebaño suena bien, los entendidos dicen “que buen alambre lleva”. En nuestra provincia y limítrofes fueron famosos los cencerros de Argamasilla de Calatrava, Almansa y Mora de Toledo.

Los de Argamasilla de Calatrava eran marca “La llave” y había un tamaño mediano muy utilizado para las ovejas a los que llamaban las peseteras, puede que fuera porque costaran una peseta. Los de Almansa eran marca MM y todavía se fabrican, podéis ver detalles en internet.

Los mansos con cencerro los utilizaban los carniceros cuando iban al campo a comprar una partida de borregos y también ayudaban a que las ovejas entraran en los vagones de tren cuando las desplazaban por este medio. En Puertollano teníamos un buen embarcadero para estos menesteres, estaba donde ahora hay un jardín, entre la calle Cardenal Monescillo y las vías del tren.

Cuando las ovejas paren, enseguida empiezan a lamer a las crías, así las limpian y además las impregnan de un olor característico que constituye el vínculo entre madre y cría que les sirve para reconocerse. Los 20-30 días primeros de vida, los corderos no salen al campo, se quedan en los corrales. A veces puede haber hasta 200 borregos y es un espectáculo ver como cada uno se acopla a la teta de su madre cuando estas llegan del campo al caer la tarde. Normalmente una oveja no le da de mamar a un cordero que no sea suyo ni un
cordero se arrima a una oveja que no sea su madre.

Además del olor y los cascabelillos, también es importante para el reconocimiento madre-cría el balido que también tiene su “toque” personal. Algunos detalles me los ha contado mi primo Raimundo, calzadeño, que ha sido pastor de ovejas durante más de 60 años, asegura haber aprendido mucho de los animales y los tiene en gran estima por su inteligencia.

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