La vida sigue igual (no para todos)

Ramón Castro Pérez.- El mejor antídoto para la exaltación y la continua montaña rusa en la que vivimos es contemplar qué viene ocurriendo desde hace tiempo con el fin de comprobar si las cosas han cambiado o si, por el contrario, nos hallamos en la misma situación y todo lo que se escucha es ruido intencionado.

En esta ocasión analizaremos qué ha estado sucediendo en nuestro país con los sueldos y con los beneficios empresariales. Para ello, vigilaremos los datos que nos ofrece la Contabilidad Nacional de España (CNE) y, ya de cerca, estrecharemos el cerco sobre los sueldos y salarios, los beneficios de las empresas y las rentas de los autónomos. Como ven, distinguiremos entre empresas (sociedades anónimas, limitadas y cooperativas) y entre autónomos (empresas individuales). En cuanto a los sueldos y salarios, estudiaremos estos, con y sin cotizaciones a la Seguridad Social. Los datos arrancan en el año 1995 y llegamos al 2022. Son, por tanto, veintisiete años, suficiente lapso de tiempo como para advertir si algo ha cambiado y en qué sentido.

Lo que les voy a presentar es cómo se reparte la tarta de lo que se produce (el valor añadido bruto o VAB), quién se lleva la mejor parte y quién sale malparado. Adelanto que faltarán porciones, pues sólo vamos a analizar las más importantes, ya saben, beneficios empresariales, sueldos y rentas de los autónomos.

Comencemos por los beneficios empresariales (línea azul claro, EBE SNF/VAB), los que obtienen las sociedades mercantiles no financieras. Su porción de tarta ronda la quinta parte (20%). Ahora bien, hay matices. Su participación aumenta tras la crisis de 2008, manteniéndose constante hasta la pandemia (en esta época, fueron los salarios los que sufrieron el ajuste). Sin embargo, se reduce con la COVID (mientras que son los salarios, protegidos por ERTES, los que aumentan su participación). En cualquier caso, en 1995, los beneficios empresariales suponían el 20 por ciento de lo producido y, en 2022, el 21,7%

La línea anaranjada (SYS/VAB) y amarilla (RA/VAB) representan la porción de tarta de los salarios y de los salarios con cotizaciones, respectivamente. Su evolución es pareja, por lo que la diferencia entre ellas, la cotización a cargo de empleadores, es constante en todo el período. Centrándonos en la remuneración completa (sueldos y cotizaciones), en 1995 suponía el 47,7 por ciento del VAB y en 2022, el 48 por ciento. Eso sí, desde 2008, su participación ha sido más baja, recuperándose únicamente en pandemia. Al igual que los beneficios empresariales, en estos 27 últimos años, el panorama ha cambiado poco.

La última línea (RARMB/VAB), en color azul intenso, incorpora, a los sueldos y cotizaciones, las rentas que obtienen los autónomos. Estas rentas son, a su vez, consideradas salarios y beneficios, pues es complejo, para un autónomo, discernir entre lo que debiera ser sueldo y lo que es considerado beneficio. De ahí el nombre, renta mixta. Pues bien, si se fijan con detenimiento, comprobarán que esta serie (sueldos, cotizaciones y rentas de los autónomos) arranca en 1995 suponiendo un 64 por ciento y termina, en 2022, contando únicamente un 58 por ciento. Esta caída en la participación (seis puntos), sin cambios en los salarios, debe ser atribuible a los autónomos. Observando sólo esta partida, renta mixta, constatamos que su participación ha caído desde el 16 por ciento hasta el 10 por ciento, explicando completamente los seis puntos anteriores.

Y lo que es peor. Esta caída se produce hacia el año 2008, sin que exista recuperación durante los años posteriores. Además, la pandemia golpea al colectivo nuevamente sin que, ya en 2022, parezca que pueda ser posible una recuperación en la participación.

Para terminar, es de rigor mencionar el número de ocupados, tanto autónomos como asalariados. Lo haremos para 1995 y 2022, usando datos de la Encuesta de Población Activa:

Evidentemente, existen multitud de matices. El mercado de trabajo ha cambiado, la sociedad ha cambiado, pero, a nivel macroeconómico, el reparto de la tarta de la producción se mantiene inalterado para los dos grandes colectivos que suelen acaparar acalorados debates (empresas y asalariados), mientras que el verdadero drama se cierne, desde hace años, sobre los autónomos, cuya renta mixta (sueldo y beneficios) cada vez cuenta menos.

Ramón Castro Pérez es profesor de Economía en el IES Fernando de Mena (Socuéllamos).

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