La Hermandad Obrera de Acción Católica en Ciudad Real conmemora el aniversario del fallecimiento de sus promotores

Comunicado.- La Hermandad Obrera de Acción Católica en Ciudad Real comparte con la Diócesis la alegría de poder conmemorar en Valenzuela de Calatrava, este 27 de febrero a mediodía, el 60º aniversario del fallecimiento de Guillermo Rovirosa y el 40º aniversario de D. Tomás Malagón, sacerdote que le acompañó en promover la HOAC. Lo haremos en oración ante la tumba de este último en Valenzuela de Calatrava, junto a su familia y allegados. Las personas que actualmente componen la Comisión Permanente de la HOAC estarán presentes también, tras rendir homenaje a Guillermo Rovirosa en el cementerio de la Almudena de Madrid.

Un 27 de febrero más queremos agradecer a Dios Padre su amor con nosotros, los trabajadores y trabajadoras, por enviarnos como apóstol de su Hijo −el Divino Obrero de Nazaret−, a Rovirosa, el “entusiasta” apóstol de sus hermanos obreros, y a Tomás Malagón, sacerdote de la Iglesia al servicio de todos, natural de Valenzuela de Calatrava, que llevó en lo más hondo de su corazón un gran amor a la HOAC. ¡Que las celebraciones de este año, por intercesión de Rovirosa y Malagón, nos concedan el don de experimentar el paso de Dios por nuestra vida, que nos lance, con gozo agradecido, a vivir con su misma coherencia el evangelio del amor y la justicia!

La vida de Rovirosa ha sido para la Iglesia un verdadero “milagro”, que 60 años después de su muerte nos sigue deslumbrando, hasta poder afirmar, sin miedo a equivocarnos, que en Rovirosa Dios ha visitado al mundo obrero.

Hoy, la dignidad de ser obrero está siendo pisoteada por el desempleo, la precariedad, los contratos basura, los horarios interminables, la ruptura de los tiempos de trabajo y descanso… Todo supeditado al mercado. Lo importante es que el mercado funcione, aunque los pobres del mundo mueran de hambre; aunque genere pobreza y exclusión; aunque nuestros jóvenes no encuentren trabajo ni puedan formar una familia; aunque no podamos ser padres, madres, hijos ni abuelos porque el mercado lo impide… Lo importante es el mercado, no la persona.

Guillermo es el apóstol de los obreros. Científico de prestigio, renunció a todo, se puso su mono azul de obrero, se hizo uno de tantos y compartió su vida con los obreros para descubrirles y mostrarles la insuperable dignidad de ser obrero, tan insuperable que fue la condición que eligió para vivir el Hijo de Dios hecho hombre, el divino Obrero de Nazaret como él lo llamaba.

A don Tomás se le ha llamado: “sacerdote de cuerpo entero”, “hombre fiel a la iglesia”, hombre de oración larga y profunda”, “teólogo de la centralidad del misterio de Cristo”, “maestro y pedagogo”, “amante servidor de los pobres”, “hombre de diálogo y de la síntesis”, “precursor de la teología política”, “uno que más ha hecho para acercar la iglesia al mundo obrero y el mundo obrero a la iglesia”, “apasionado de la promoción y formación del laicado”, “alma de la HOAC”… Uno de los grandes sacerdotes de la iglesia en el siglo pasado, consiliario y “alma mater” de la HOAC junto a Rovirosa.

En la herencia que Malagón deja a la HOAC destaca el amor a la Iglesia. Don Tomás nos invita a amar no una imagen idealizada de la Iglesia, sino a la Iglesia real, la única que existe; esa que es, a la vez, santa y pecadora, porque en ella habita toda belleza y la hermosura que aporta Jesucristo y quienes le siguen con fidelidad, y también nuestro propio pecado. Sólo en esa Iglesia tenemos cabida quienes nos sabemos pecadores. Nos enseñó a amar a la Iglesia con su testimonio personal, hecho de sinceridad, lealtad, disponibilidad y ternura.

El 3 de noviembre de 1946, en plena posguerra, nacía la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Se hacía realidad el encargo que los obispos españoles habían hecho a Guillermo Rovirosa Albet de poner en marcha un movimiento especializado de acción católica para la evangelización del mundo obrero y del trabajo. Este año celebramos los setenta y ocho años de nuestra existencia y lo queremos hacer dando gracias al Padre por la vida de tantos y tantas militantes, laicos y sacerdotes, que han llevado el Evangelio a los ambientes obreros defendiendo la grandeza y dignidad de ser obrero, estando presentes en tantas luchas y conflictos en las que estaba en juego el reconocimiento de unas condiciones dignas en el trabajo y un salario digno que permitiera vivir con dignidad al obrero y su familia.

Desde entonces, ininterrumpidamente, pese a las diversas circunstancias de todo tipo por las que ha transcurrido la vida de la HOAC, podemos afirmar que se ha desplegado toda una historia de fidelidad eclesial siendo fieles al mundo obrero a quienes hemos sido enviados.

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