El viaducto y la reina

Manuel Valero.-  Con toda su belleza el Valle de Alcudia aún transpira exudaciones medievales. Con el mismo orgullo que lo alzamos como un vecino inigualable, el Valle, y más al sur, las grandes sierras que nos limitan con Andalucía, la Madrona y la Morena, evocamos también esa estampa en blanco y negro que nos ofrece la vida del inquilino de la Venta de la Inés, Felipe Ferreiro, arrinconado y presionado por los señores de la finca Cotofía, para que se largue y deje los caminos públicos que llegan hasta la propia Venta o la Fuente del Alcornoque, a los poderosos caballeros adinerados de al lado. Poderoso Caballero… Menos mal que un grupo de ciudadanos activistas integrados en la Asociación Amigos de Venta de la Inés y el  apoyo institucional de Diputación y Junta, formaron un escudo humano alrededor de Felipe y alargaron la resistencia. Lograron que la Venta fuera BIC (Bien de Interés Cultural) y llevaron luz y agua, con más trabajo el líquido elemento, a la casa que recuerda inevitablemente a la de Paco, Régula, sus hijos, y Azarías el de la milana bonita.  

Con la finca La Garganta pasaba y pasa algo similar. De todos es conocido que cuando te acercabas te salían al paso guardianes de la tierra para disuadirte. Hasta el punto de que cuando uno era niño especulábamos con que la zona guardaba algún misterio inconfesable. De ninguna manera. Era algo mucho más prosaico: aquello era suelo montaraz privadísimo ni más ni menos que de la aristocracia británica que se la compró a la alemana y como todos lo terratenientes, pues… de caminos públicos, puentes, ríos, arroyos y avutardas, nada monada. Todo pa la buchaca que dice la otra aristocracia: la del barrio.

Y he aquí que cuando la Monarquía brítánica anda en los papeles por la enfermedad del rey Carlos, la de la princesa de Gales, Kate Middleton y el estrés de la mismísima reina doña Camila, nos enteramos que la sucesora reina madre consorte ha estado a un tiro de piedra de mi barrio, cazando perdices y respirando el aire serrano, para quitarse la ansiedad del peso de la Corona.

Muy bien. La propiedad privada es un derecho en una democracia como la nuestra aunque estemos dándonos de mamporros unos contra otros. Pero la propiedad privada tiene un límite. A riesgo de resultar leguleyo, uno cree que una propiedad está limitada físicamente en su extensión, mapeada, perimetrada y localizada sobre el terreno, por documentos y especialmente por la ley que preserva para la titularidad pública, caminos y ríos si es una gran propiedad rústica. Y es aquí donde está el problema. Hace muy bien la reina Camila en venir a solazarse a un lugar más atrincherado de naturaleza que un bunker de cemento. Pero que el camino hacia el puente del ferrocarril del antiguo tren Puertollano-Peñarroya (su recorrido por lo que fue su trazado constituye un verdadero placer para el senderista), quede abruptamente cortado e interrumpido para el resto de los mortales no deja de irritar. En 2013, la empresa Villamagna que gestiona el latifundio cerró el incomparable viaducto de la Minas del Horcajo, que es una privatización de facto.

De la misma manera que los de la Cotofía quieren o querían o querrían todo para ellos, caminos, fuentes, aguas y nubes si posible fuera, así los de Westminster, mantienen el cartel de prohibido el paso a la entrada de uno de los puentes más bellos de esta parte del mundo. Dicen que se trató de hacer con el viaducto lo mismo que con la Venta, un BIC, pero este intento se quedó en un bolígrafo sin tinta.    

No está reñida una cosa con la otra pero incordia que esos grumos medievales aun perduren en esta tierra rica en fincas de poderosos cuya titularidad nadie pone en duda, aunque sí asociaciones y ciudadanos aunque no sea ecologistas militantes y buena parte de la opinión pública    rechacen que los dueños legales de una gran extensión se apropien de todo hurtándolo al disfrute público.  

A 24 años ya del año 2000 seguimos con las mismas. No hace mucho quien esto escribe acompañó a unos amigos a una caminata. Experimentar que no puedes darte el verdadero placer de atravesar el magnífico puente del viejo ferrocarril porque así lo ha decidido… ¿quién?… te agria un poco la excursión. 

En definitiva, de no haber sido por la perseverancia de los Amigos de la Venta de la Inés, hoy Ferreiro posiblemente no estaría viviendo en su quijotesco hogar. Pensar que pudiera pasar lo mismo con el viaducto es una quimera… y eso que el Valle de Alcudia-Sierra Madrona es Parque Natural desde 2011 con la riqueza suficiente para serlo Nacional. No está reñido el disfrute aristocrático con el del pueblo llano si hay ley de por medio. La reina Camila ha podido descansar en el lugar donde le dé la gana, incluso contemplar el enorme tajo que atraviesa el viaducto. Juan Español, no. Hay cosas que nunca cambian. O lo hacen muy despacio.

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