Van falleciendo y se van olvidando…

Jesús Millán Muñoz.- Me pregunto si hemos entrado en una dinámica por la cual, las personas que durante equis tiempo han tenido un lugar en la cultura, después fallecen y se olvidan.

Situamos el ejemplo del humor gráfico, porque he recordado a Carpanta, José Escobar, porque lo ha recordado, seamos justos y equitativos por una columna de Francisco Umbral, titulada Carpanta, publicada el 04 de abril de 1994, en El Mundo. Pero lo mismo, en mayor o menor medida podríamos citar escritores, autores plásticos, filósofos, pensadores, directores de cine/teatro, y, un largo etcétera.

Puede parecer, quizás una contradicción y una paradoja, que se alaba mucho a determinados autores y autoras, en cualquier saber o actividad, y, por otro lado, después si fallecen, o se desean olvidar, desaparecen, y, enseguida ocupan su lugar otros nombres y otras personas, que les volverá a suceder lo  mismo.

Cierto es que cada persona está en un estadio de olvido diferente, es lo que los intelectuales han denominado estar en el purgatorio. Alguien fallece, con más o menos fama, en la vida normal, y, se va olvidando, en la vida cultural lo mismo, y, pasa por una especie de frigorífico y congelamiento, que puede durar años o décadas, y, después, vuelve a resucitar o se olvida casi completamente. Siempre hay excepciones que se recuerdan generación tras generación.

Pero sin que nadie se ofenda, acaso no están en el purgatorio Antonio Gala, Buero Vallejo, Montalbán, y, un largo etcétera, por no mencionar a autores plásticos, a pensadores y filósofos, muchos medio duermen y medio están despiertos… ¡Aranguren, en menor medida Zubiri, que al tener una fundación, etc.! Hace años en la prensa se indicaba que se estaban deteriorando manuscritos o páginas de poemas de JRJ, Juan Ramón Jiménez, y, eso que dispone y disponía de museo-casa-fundación… -dato que no sé si es o fue totalmente cierto y verdadero…-.

¿Qué sucede, qué nos sucede…? Personas, durante equis tiempo, varios lustros y décadas, tienen y disponen de una fama y notoriedad importante, e, incluso se puede hablar de influencia. Y, sus obras o producciones también, cada uno en su campo. Y, después, se van olvidando en el silencio. En la mayoría de los casos. Ahora, se cita, en muchas frases y en muchos planteamientos: “¡¿Qué ha sido de la otra generación del 27?!?”.

En definitiva, estamos empezando a ser conscientes, que en cualquier  movimiento equis, pongamos por caso esta generación, no solo están los diez grandes nombres, sino existen otros secundarios o quinarios, y, también, esa generación no solo en literatura, sino en otros aspectos culturales. Y, casi todos están olvidados…

En un tiempo que todo el mundo habla de reciclaje de todo tipo de materiales, olvidamos que posiblemente, en los campos de la cultura se pierde mucho. No solo se olvidan nombres y sus producciones, sino que con ese olvido se olvidan manuscritos, obras inéditas, publicaciones, entrevistas, cartas, documentación…

Cierto es, que ahora, casi todas las bibliotecas de cierto raigambre, copiando, dicen a las bibliotecas universitarias americanas, están invitando a autores y autoras que donen materiales de sus producciones, archivos, documentación, cartas y todo lo que crean conveniente, para la conservación para el futuro… Así, la BNE, están creando una sección que denominan Archivos Personales, dónde autores e instancias y entidades están donando y se están catalogando multitud de materiales, de personas de la cultura española. También es cierto que distintos humoristas gráficos han donado a la BNE, miles de originales y de copias y documentación de su producción: Forges, Peridis, Chumy, etc.

Si esto, con diferencias y matices, ocurre a autores y autoras que en sus tiempos tuvieron fama, notoriedad, nombre y renombre cultural qué sucederá con otros autores, en las distintas disciplinas culturales, de creación e investigación, que en sus tiempos, son considerados de segunda o tercera o quinta fila. Y, qué decir o qué pensar de aquellos que son considerados de décima, o qué están en provincias…

Existe una esperanza pequeña y, quizás tardía para muchos, que lo mismo que hacen las grandes bibliotecas nacionales y algunas universitarias americanas, de acumulación de archivos y documentación de personas de la cultura nacional. Lo hagan lo mismo, bibliotecas regionales, provinciales, locales que empiecen a conservar archivos, documentación, cartas, obras, manuscritos de personas de sus territorios, de más o menos nombre y renombre, al menos, obras en papel o en forma virtual informática…

Dirán que esto no tiene sentido, pero piensen y reflexionen si dispusiésemos varios miles de documentos de Lope de Vega, Cervantes, Quevedo, Calderón… aunque fuesen facturas del gasto de la compra de madera para calentarse, de manuscritos de obras sin terminar, de esbozos de sus obras maestras… ¡Acaso no sería un material de enorme importancia, cómo cuándo los arqueólogos encuentran trozos de cerámica o algunos dientes fosilizados o algún trozo de colmillo de mamut grabado…!

¡Porque acaso Cervantes en su tiempo era Cervantes, en su tiempo Cervantes era lo que después, siglos después se ha considerado…! ¡Por tanto, quién sabe quién será el Cervantes del siglo veinte en el siglo veinticinco…! ¡Lo sabe usted, personalmente yo no…!

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