“¡Costaleros de Calzada de Calatrava! ¡A esta es!”

Año tras año, un silencio atronador mantiene la tensión entre la familia de costaleras y costaleros calzadeños quienes, al son de la melodía, mecen y miman a su Virgen. Siempre en silencio, compartiendo con respeto su pasión cofrade. Una fusión de arte, devoción y sentimentalismo que se eleva al cielo al reclamo de “¡A esta es!”.

La adaptación del paso a costal es relativamente nueva en Calzada de Calatrava. En 2015, Nuestra Señora de la Esperanza, conocida popularmente como los ‘Verdes’, fue la primera imagen que procesionó con costaleros, y dos años más tarde, se sumó Nuestra Señora de la Soledad, los ‘Blanquillos’. Actualmente, sus imágenes son las únicas que desfilan a costal en este municipio.

La localidad se encuentra, por tanto, forjando una nueva costumbre que engrandezca su tradicional Semana de Pasión, objetivo que, no sin esfuerzo, se está consiguiendo dado que el grado de participación como costalero crece año tras año.

Y es que, conseguir que el costal se mantenga requiere de tesón. Jesús González Ruiz, presidente de los ‘Blanquillos’, explica que al ser prácticamente una nueva aventura en la que no existe un relevo generacional de cuadrillas, el trabajo está encaminado a conformar una cantera que mantenga vivo este rito.

Cabe resaltar el reclamo que hacen las Hermandades calzadeñas para que esta nueva forma de procesionar en la localidad se mantenga en el tiempo y se arraigue en un futuro como tradición. Por lo tanto, resulta imprescindible el fomento de la Religión Católica a través de las familias para que florezca la pasión de la Semana Santa en los más jóvenes.

“Si no lo vives desde pequeño, no lo vivirás de mayor. La familia es importante en tu desarrollo como persona y, desde las Hermandades, intentamos transmitir la importancia de mantener vivas las tradiciones porque sin ellas el pueblo no sería nada”, sostiene González Ruiz.

Es por esto que la continuidad de las tradiciones se convierte en el objetivo principal por el que luchan día a día las Hermandades de Calzada de Calatrava, ya que todo lo que sea de índole cultural, engrandece al pueblo. Para transmitir la tradición de generación en generación, y para poder participar como costalero en la Semana de Pasión, es necesario sentir y entender la religión.

Un requisito primordial para poder ser costalero es que se tiene que sentir desde muy dentro el valor de la familia. “Somos el esqueleto de nuestra Virgen y la unión es muy grande. Cuando hay una ‘levantá’, nos ayudamos entre todos y nos animamos a seguir. En esos momentos es cuando más viva está la fe y la religiosidad”, señala Antonio del Campo, presidente de los ‘Verdes’.

No saber expresar el sentimiento de ser costalero es el punto común que caracteriza a todo miembro de una cuadrilla al que se le plantea esta cuestión.

Para Antonio Manuel López, costalero La Soledad y de La Esperanza, formar parte de la procesión “es una satisfacción grandísima. Tú eres los pies de la Virgen y estás cerca de ella”, confiesa.

El papel que desempeña el capataz también es fundamental, estar al mando para dirigir al conjunto de costaleros, quienes marchan repartiendo fe por las calles de Calzada de Calatrava. “La labor del capataz es primordial, pero el resultado es gracias a los costaleros. La Titular es siempre la protagonista, y nuestro sentimiento es el de repartir la fe por cada rincón de la localidad”, afirma José Vicente González, capataz de la Soledad.

El capataz son los ojos de los costaleros y el valor del compañerismo supone el ingrediente principal para que aflore la devoción. Ser cofrade es una forma de vida y las buenas relaciones entre los costaleros son necesarias.

Eliminando barreras

La inclusión y la eliminación de las barreras de género en la Semana Santa se ven reflejadas en las Hermandades de Calzada de Calatrava. La rotura de esta brecha en el mundo cofrade arrancó hace ya unas décadas. Y actualmente, cada vez son más los grupos de costaleros que aceptan la participación de mujeres, aunque normalizar el cambio es un proceso que lleva tiempo. 

Carmen María Novalbos es la capataz de Nuestra Señora de la Esperanza y conoce bien la realidad: “Aún cuesta mucho participar en cuadrillas de costaleros, simplemente por el hecho de ser mujer, el por qué es la eterna pregunta. La tradición religiosa forma parte de todos y debería ser popular. Yo, como capataz, quiero que haya personas que lo disfruten, da igual que sean hombres o mujeres. Siempre he tenido hombres a mi lado y no ha habido ningún tipo de problema”.

Por su parte, la costalera de Capa Verde María Isabel Tarazaga asegura que siempre ha recibido buen trato de cada uno de los miembros de la cuadrilla e invita a participar como costaleras a todas las chicas que dudan porque, según sus palabras, merece la pena. “Hay que quitar la barrera. Ser costalero puede ser tanto para mujeres como para hombres. Muchas chicas me vieron de costalera y se sorprendían. Quiero reivindicar que puede salir cualquier persona”, afirma.

Y entonces llega el día, tras una larga espera. Aquella criatura que miraba a la Virgen de la mano de su madre agarra la parihuela, y al unísono, a golpe de martillo, comienza a andar. “¡Por los que ya no están! ¡Izquierda alante, derecha atrás!”.

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