Los idus de marzo

Para los romanos, los idus de marzo, era un día festivo. Aunque estas fiestas se celebraban todo el año a mediados de cada mes, en el día 13, excepto los de marzo, mayo, julio y octubre que se celebraban el día 15. Marzo, Martius como ellos lo llamaban, era el mes consagrado a su Dios de la guerra, a Marte. El pueblo romano era supersticioso y necesitaba rituales que apelaran a los buenos augurios y los idus de marzo era uno de esos días.

En el año 44 a. C., un vidente le previno a Julio César, de que su vida corría peligro y que en los idus de marzo le ocurriría algo terrible. Llegado ese día César le dijo al vidente, “bien, ya han llegado los idus y no ha pasado nada” a lo que aquel le respondió, “sí, pero aún no han terminado”. Pocas horas después, César era asesinado en el Senado romano, por quienes parecían apoyarlo, incluido Bruto, del que se sospechaba que podía ser su hijo.

Desde entonces se popularizó la frase, cuídate de los idus de marzo, como fecha poco recomendable para decisiones importantes de gobierno. Aquel trágico final de quien fuera hombre de Estado y el militar más exitoso de la República, fue un mal presagio para quienes le sucedieron durante el periodo imperial. Por ello, los emperadores romanos tuvieron en cuenta aquellas fechas para no comprometer cosas importantes durante esos días.

Pero nuestro gobierno parece haber olvidado los malos augurios de esas fechas. El Congreso ha votado estos días, la Ley de amnistía, mientras en el Senado se oponen a ella, generando un conflicto institucional que puede retrasar su aprobación. El adelanto electoral en Cataluña, le ha hecho renunciar a los presupuestos del Estado para 2024. Y SUMAR, su socio, sigue acumulando desafectos; primero el de Unidas Podemos; luego la indisciplina de los comunes catalanes; ahora surge la pugna en IU y el cuestionamiento de Compromís.

Además, está el caso Koldo con la presunta malversación en la compra de mascarillas durante la pandemia, que salpica a tres ministerios y a dos comunidades autónomas gobernadas por el PSOE. Y está en el foco mediático la supuesta participación de Begoña Gómez, esposa del presidente del gobierno, para facilitar la concesión de un rescate económico a una empresa con la que tenía vinculaciones.

Según publican varios medios de comunicación, Globalia, —grupo que concedió ayudas a proyectos de esta mujer—, obtuvo una primera subvención directa del gobierno de 475 millones de euros, después de dos reuniones secretas de la señora Gómez con Javier Hidalgo, responsable del grupo beneficiado. Con todo esto y, tras el fracaso electoral en Galicia, —tanto del PSOE como de SUMAR—, la legislatura, que estaba cogida con alfileres, puede saltar por los aires en cualquier momento.

Hace algunos meses fantaseábamos en esta columna con la necesidad de nombrar a una vidente, en la larga lista de asesores que tiene hoy la presidencia del gobierno. El artículo en cuestión lo titulamos La pitonisa de Pujol. En él proponíamos, irónicamente, la necesidad de contratar a una profesional de las ciencias ocultas para asesorar al presidente. Pero parece que no han tenido en cuenta nuestra sugerencia. Esta pitonisa les hubiera prevenido sobre la conveniencia de tener en cuenta esas fechas —de tan negativos presagios— para evitar que los malos espíritus interfirieran en sus decisiones.

Más allá de la ironía, la confluencia de tantas cosas negativas a la vez, quizás sea una cuestión que no se ha valorado suficientemente para evitar que sus políticas tengan un reflejo indeseado en gran parte de la opinión pública. Pero sea como fuere, lo cierto es que al gobierno se le amontonan los casos de posible corrupción, de irregularidades en su gestión y de decisiones insólitas o peregrinas, tomadas sobre ciertos asuntos.

Pero su defensa parece consistir en utilizar a la Fiscalía General del Estado, a la Agencia Estatal de la Administración Tributaria o a cualquier otra entidad pública dependiente del gobierno, para filtrar a los medios de comunicación datos confidenciales de ciudadanos particulares vinculados con la oposición. La interesada indiscreción gubernamental podría llevar a la anulación de procedimientos judiciales o de administración tributaria activos.

Los idus de marzo, es también una película basada en una obra de teatro, con el mismo título. En ella, Paul Zara, —protagonista de esta historia—, es el jefe de campaña de Mike Morris, candidato a la presidencia de los EE. UU., que le dice a uno de sus asesores de campaña:Solo hay una cosa que valore en este mundo… La lealtad. Sin ella no eres nada, y no tienes a nadie. ¿Y en la política? ¿En la puta política? Es el único valor en el que puedes confiar. Por eso decido echarte. No porque no seas bueno. No porque no me caigas bien. Pero valoro más la confianza que la capacidad, y ya no confío en ti”.

Esto nos suena, ¿verdad? Algo así ocurrió con los ceses de Iván Redondo Bacaicoa y José Luis Ábalos Meco.

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