Ramón y Cajal y el ridículo concurso de la Tele pública

El otro día, caminando con un amigo, comentamos el estúpido concurso de la Televisión del Contribuyente, o sea, TVE, sobre quien ha sido el español o española que ha escrito su nombre en la cima de todos los nombres de la Historia de España. Mi amigo, que es muy inteligente y al que admiro, (a los verdaderos amigos se les admira), afirmó, y yo corroboré, que el concurso en sí era una solemne tontería no tanto por los finalistas que al fin y al cabo obedecían a una lógica elemental, aunque subjetiva, sino por la galaxia de nombres fungibles que se enfrentó a tal honor en una absurda entropía mediática y concursal. Y así nombres tan nimios  como Julia Otero o Rafa Nadal, solo nombro a la presentadora de tv y al gran tenista porque los demás me causan sonrojo, bailoteaban en el bombo del bingo junto a nombres que sí que están escritos en la historia con versales floridas.

Al final, ya digo, se dio un resultado que al menos nos salva como pueblo: que don Santiago Ramón y Cajal se hiciera con el trofeo del concurso tonto tiene como justificante que al menos fue un hombre cuya vida contribuyó a entender el comportamiento neuronal. Y, además es políticamente correcto. Lo de la reina Isabel, y encima católica, en segundo lugar, ha dejado el resultado final en una cómoda cremallera de empoderamiento femenino, y eso que dudo que las chicas superprogres de hoy, fijaté, la tengan en objetiva consideración. En fin, los cinco finalistas además de los citados eran Colón, Cervantes y Lorca. Los demás nombres, todos los demás nombres, ya fueron un alarde vergonzante sólo por el mero hecho de aparecer en la sopa boba. Y no es que los que aparecían fueran unos apestados, (son y ha  sido famosos y respetables), sino que estaban tan fuera de contexto y de peso especifico que hubiera sido un toque de inteligencia que algunos de los incluidos como el Ferrán Adriá o la Mercedes Milá, aún vivos, se dirigieran al programa para pedir su exclusión por vergüenza torera. O vegana. O animalista.

Confieso que el planteamiento de inicio me atrajo hasta que leí los nombres de quienes se sometían al veredicto de la audiencia. Lola Flores, Fernando Alonso, Emilio Aragón compitiendo con Hernán Cortés. Goya o Picasso. Entonces me pareció una broma y una estafa. Ya no saben lo que hacer en esta TVE que se ha visto recientemente descabezada.

Por otro lado, convinimos mi amigo de caminata y yo que el concurso hubiera tenido un gramo de autenticidad si se hubieran barajado verdaderos nombres históricos, y aún así  hubiera sido imposible elegir por mayoría cualificada al español o española más importante e influyente de todos los tiempos, dado el inevitable componente de subjetividad. Un baremo lógico es aquel que indica que después de la vida del candidato/a nada fue igual y el mundo cambió para bien. Por eso, los últimos aspirantes salvan un poco la dignidad del concurso presentado por una señora de nómina doctrinal, aunque haya otros muchos merecedores de tan incomensurable distinción: ser el number one de cuantos españoles/as hemos sido desde el hombre de Altamira hasta hoy mismo en que usted está leyendo este artículo. Casi nada. A vuela pluma: El Greco, Luis Vives, Carlos III, Velázquez, Machado, Calderón, Falla, El Cid…y bla, bla, bla ¿no estarían en la lista de cada cual a su criterio?  ¿Y no sienten rubor hasta el rojo incandescente saber que éstos citados si es que han entrado en el bombo han competido con nombres que dentro de un siglo o menos  serán olvido?

Rasputin, Hitler, Lenin o Stalin están en la Historia Universal pero en la zona oscura, y vaya si cambiaron el mundo, sobre todo los dos últimos que como el tercero quisieron hacer el hombre nuevo sobre el cadáver de millones de hombres (y mujeres) intrahistóricos, que son los verdaderos albañiles del relato humano.

España nunca fue tan grande a pesar de algunos periodos como para dar malos malísimos cósmicos, aunque sí ha aportado a la Biblioteca Universal nombres ineludibles.

Ha sido tan burdo el programa que por lo que dice la Internet era más bien seguido por una audiencia roma, como también me cuentan la maldad de que Pedro Sánchez que trató de estar en el quinteto finalista, algo que disgustó sobremanera a Felipe Gonzáles que le dijo: Quillo, por ahí no paso, pisha. Es broma

Un poco de por favor. Lo que cuenta es lo de después. El mundo se amplió por Colón; España se dibujó por primera vez como Estado-Nación con la reina Isabel I, (que solo hemos tenido tres reinas, la Juana y la Segunda Isabel que parió la Primera República y por cierto ninguna presidenta del Gobierno);  la medicina cerebral cambió con el escrutinio del sistema nervioso de don Santiago; Cervantes escribió un libro imposible que compitió con la Biblia; y Lorca revolucionó la poseía popular y culta y hoy es venerado por la progresía porque lo asesinó vilmente la Guardia Civil, y no por rojo, precisamente. El quinteto al menos lavó la cara al bodrio de mindundis que compitieron. Claro que ninguno, ni los finalistas, hubieran tenido nada que hacer en el caso de que Jesús el Cristo hubiera nacido en Utrera porque a juzgar de la opinión unánime de los eruditos y un consenso bastante internacional y multilateral, ha sido el hombre más influyente de la Historia.                              

PD.- Beethoven tuvo un entierro multitudinario. Mozart fue vertido como un desecho a una zanja común. Y sin embargo… a ver quién influyó más. Cuestión de gustos, pero para mi, Mozart, que nació dos décadas antes y se murió también antes, y Beethoven se bebía sus partituras.

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