Cristina García Rodero y el Museo de Puertollano

Antonio Carmona.– Cristina García Rodero nació en Puertollano el 14 de octubre de 1949. Se trata de una fotógrafa y profesora de universidad, cuyo prestigio hace décadas que traspasó las fronteras nacionales. Las fiestas, ritos y liturgias con un trasfondo antropológico y social que Cristina domina de forma innata,  componen el tema predominante de su obra, que sin duda puede calificarse de obra de arte con el más hondo significado que la palabra “arte” implica. Cuenta con tantos premios, medallas, reconocimientos y exposiciones nacionales e internacionales que hasta a ella misma le agota hablar de ello.

     El jueves de la semana pasada acudió al Museo López Villaseñor en Ciudad Real, donde se proyectaron alguna de sus imágenes y se presentó su magnífico libro “España Oculta” con una gran afluencia de asistentes. Al día siguiente, viernes, en el Antiguo Casino de la misma ciudad, pronunció su discurso de Ingreso como Consejera de Honor del Instituto de Estudios Manchegos titulado “El proceso creativo de una reportera”. También se proyectaron dos documentales con sendas colecciones de sus fotografías en Etiopía y la India, musicalizados con sugestivos ritmos tribales. El evento estuvo perfectamente organizado, con una alta calidad de sonido e imagen. Fue un acto emocionante y entrañable del que creo no exagerar al afirmar que todos salimos más que satisfechos y con unos conceptos muy esclarecedores de lo que representa esta gran mujer y su obra.

     Su discurso estuvo plagado de anécdotas que remitían a sus comienzos, cuando sus aspiraciones coqueteaban con la pintura. Más tarde, comenzó a viajar sola ya como fotógrafa lanzada al abismo de la incertidumbre y no dejaba de escuchar, llegara a dónde llegara, la pregunta “¿Con quién está usted viajando?” Iba solamente acompañada por el valor que otorga la osadía “con poco dinero y ningún conocimiento de idiomas”, empujada por el afán de “contar”, que es la obligación moral de una fotógrafa, de una artista con un respeto profundo a todas las culturas en las que asegura haber encontrado más semejanzas a nosotros mismos de las que muchas veces estaríamos dispuestos a admitir.

     Por ese afán obsesivo se ha “mojado” durante décadas (como en las aguas del río Ganges) y se ha llevado más de una “patada en el culo” en el sentido literal, según sus propias palabras. Una mujer que confiesa encontrar en el dolor el tema más difícil de fotografiar, que vive ahora la sensación de que aún queda mucho por contar, que lo que importa es el recorrido, pues este recorrido podría llevarte a una meta que ni siquiera era la ansiada, si es que, pasados los años, te acuerdas de cuál era, y a ella le ha enseñado a vencer a aquella Cristina tímida que se callaba todo y ha propiciado a la “deslenguada” que dice lo que de verdad piensa para así poder narrar todo lo bueno que ha encontrado en su vida.

     Esta ilustre mujer, Cristina García Rodero, nació aquí, en Puertollano, donde tenemos un museo dedicado a su persona: El Museo Cristina García Rodero (Centro Regional de Fotografía) cuya inauguración presidió hace unos años Emiliano García-Page y en el que nos habría encantado asistir a un acto de este calibre. Por desgracia, no ha sido así. Ni siquiera nos pareció identificar a ninguna autoridad de Puertollano (tampoco nos consta que fueran invitados) en el Casino de Ciudad Real. Resulta triste enterarte por la prensa de las precariedades de una colección exigua de su obra que de ninguna manera podría reflejar la trayectoria profesional de Cristina, “porque se ha vendido humo sin firmar ningún documento, sin establecer los derechos y obligaciones de cada una de las partes, sin plantear un plan de viabilidad…”

     Lo cierto es que todo esto suena a proyecto “made in Puertollano”, a comenzar la casa por el tejado, a ir de farol para deslumbrar a la galería o para intentar salir airoso de un galimatías y crear así otro nuevo embrollo aún más enrevesado. Tenemos en el mismo edificio un Centro Regional de Fotografía sin documentación que lo respalde ni, ¡muy importante!, dotación económica para ponerlo en marcha. Con estos fundamentos tan endebles, igualmente podríamos afirmar que el Museo es un Centro Neurálgico de la NASA.

     Por desgracia, esta forma de gestionar el patrimonio cultural, así como otras muchas áreas municipales, está muy extendida por la geografía española, independientemente del color político al mando. Estaría bien que de una vez por todas se pusiera el foco en mejorar y dar a conocer nuestro patrimonio (sin fuegos artificiales ni alharacas) y que el ciudadano, quien en definitiva elige a sus mandatarios, se dedique más a arrimar el hombro y menos a las infecundas comparaciones cainitas.

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