¿Se puede hablar de una Iglesia corrompida?

Eduardo Muñoz Martínez.- «Qué pláticas son esas que tenéis entre vosotros mientras camináis? Por qué estáis tristes?», pregunta Jesús a dos discípulos que no le reconocen, camino de Emaús. «Eres tú el único que no sabe lo que ha sucedido en Jerusalén en estos días?, le responde uno de ellos. He querido tomar estos versículos del Evangelio porque me parecen idóneos para encabezar estos párrafos.

Pasamos ahora de los 64 a los 70, después de Cristo, y nos encontramos en 2024 y podríamos, sobre datos del momento, hacernos una pregunta más o menos parecida a la que Cleofás y su compañero formulan al Resucitado. Sabemos todos lo que ha sucedido en Vita? Vita es un pequeño municipio de la provincia de Ávila, – apenas 80 vecinos -, que su alcalde y la jerarquía de la Iglesia, en nuestro país, han puesto de actualidad, y no por nada bueno, en los últimos días.

El primer edil de este Consistorio, Antonio Martín Hernández, – casualmente de VOX -, durante las fiestas del lugar, – a finales de agosto -, iba cantando, – totalmente afectado por las consecuencias del alcohol ingerido -, canciones que hacen apología (alabanza y defensa), de la pederastia, o inclinación erótica hacia los niños. Desgraciadamente, no acaba aquí todo, ya que la Conferencia Episcopal Española, en la persona de su Presidente, y Arzobispo de Valladolid, Luis Argüello García, ha tomado cartas en el asunto y , desde luego, las palabras de éste han avivado la polémica.

Vuelvo a plantear el interrogante. Se puede hablar de una Iglesia corrompida? Créanme si les digo que me cuesta reconocerlo, pero sinceramente, a la vez que lo lamento, pero sinceramente, -a la vez que lo siento y me duele -, creo que sí. Y, en qué me baso a la hora de afirmarlo? Son varias las razones, e intentaré puntualizar sobre ellas.

En primer lugar es muy triste tener que admitir que el destino de esta institución, al menos en España, esté dirigida por una Conferencia Episcopal que dice, aunque no es fácil de entender, que reprueba (no lo aprueba por ser malo, el acoso sexual infantil), a la vez que está de acuerdo con hechos cómo el sucedido en Vita, sobre lo que su presidente afirma, con palabras del propio Argüello y en una entrevista concedida a Europa Press, «el comportamiento del alcalde hay que ponerlo en su contexto de fiesta popular, a altas hora de la madrugada, y después de haber bebido». Es decir, justifica la apología de la pederastia.

En segundo lugar, es del todo incomprensible que a veces, los obispos, – se supone que con la «venia» de dicha Conferencia Episcopal -, ordenen sacerdotes con una inclinación sexual distinta a la que de forma «aberrante» se considera y define cómo «normal», y en otros casos estos candidatos al Orden Sacerdotal tengan que recibir este Sacramento en otras diócesis no sé si más liberales, pero sí más abiertas a la sociedad actual. En Ciudad Real , a nivel diocesano, tenemos ejemplos de las dos «vertientes».

En tercer lugar, al ordenarlos, – a unos sí y a otros no -, se muestran en contra del Papa, en este caso del Papa Francisco, que vuelve a decir no a la presencia de homosexuales en los seminarios porque, afirma, «ya hay mucha mariconeria dentro», aunque se forma generalizada permite a los sacerdotes bendecir parejas homosexuales o divorciados vueltos a casar. Esto lo dijo el Sumo Pontífice en uno de los documentos «papales» que a veces, cómo hace constar el propio Monseñor Argüello, no secunda la Conferencia Episcopal qu él preside.

En cuarto lugar, el pasado mes de marzo, – lo pudimos leer en la prensa nacional -, «La Iglesia ya reconoce más de mil casos de pederastia tras años de negación del escándalo», aunque según el defensor del pueblo, – lo decía el pasado 27 de octubre -, rondan el medio millón del número de víctimas. Me pregunto cómo se pueden aceptar delitos por pederastia y al mismo tiempo pasar por alto la apología de la pedofilia, trastorno psiquiátrico en el que el afectado, o afectada, tiene excitación sexual a través de las actividades o fantasías sexuales con niños o jóvenes.

Podría seguir…, pero creo que ya es suficiente por hoy. Es esta la Iglesia que fundó Jesucristo? Por supuesto que no. Esta es la Iglesia manipulada por unos cuantos, – tales que el arzobispo Argüello -, y que, a día de hoy, han conseguido corromper. Quiera Dios que el Espíritu Santo sople sobre sus vidas, sus corazones…, y «las aguas, – lo antes posible -, vuelvan a su cauce». Por supuesto, y con ésto concluyo, «ni están todos los que son, ni son todos los que están». ! Menos mal!

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