‘Querelle’ del Prado

Denomino, a la francesa, ‘Querelle’ –aún a sabiendas– la disputa abierta entre “antiguos y modernos” en torno al, ya denominado, ‘proyecto estrella’ de la actual Corporación. Que no se trata, sino de la muy aplazada recuperación de la Casa de Cultura del Prado, tras largos años de abandono, por traslado de sus servicios a la nueva sede de las instalaciones de la avenida del Ferrocarril. También –y hay que decirlo así– por las reformas realizadas desde 1987 de forma indebida, por su titular propietario, Consejería de Cultura, que alteraron buen parte del espíritu inicial fisaciano, mutilando espacios, alterando acabados y produciendo alteraciones en la fachada exterior. Por más que, el mismo titular responsable de la gestión cultural y de su propiedad, haya obviado el procedimiento declaratorio del elemento referido, como Bien de Interés Cultural –que habría supuesto una tutela defensiva–, durante todos estos años antes de verificar el acuerdo de cesión al Ayuntamiento; actual titular que pretende ahora su rehabilitación. Y que anuncia como ‘la estrella del mandato’.

Hay que hacer constar que los debates sobre la arquitectura y el entorno de los Jardines del Prado tienen una larga tradición y unas largas desavenencias y conflictos. Pueden considerarse, por ello, permanentes. Entre 1881 y 1885 se sostuvo ya el temprano debate sobre el alumbrado de gas para sustituir al anterior de petróleo. En 1905, se produjo la polémica historicista, sostenida entre Inocente Hervás y Buendía y Sebastián Rebollar, sobre las denominadas Obras de la Iglesia catedral, 1902-1904, que éste último proyectara y dirigiera. Y que el clérigo rechazaba con firmeza y terquedad. Y que concluyeron con la publicación en Lugo, por parte de Hervás y Buendía, del opúsculo polémico sobre las citadas intervenciones, que fueron rebatidas por Rebollar en sendos escritos en el diario local La Tribuna. Debate del que ya me he ocupado en otro lugar al que me remito. En 1911 se sustituye el kiosco de verano situado en el  andén central; entre 1912 y 1915 se acometen las reformas de bancos y barandillas. 1915 se produce la ornamentación con Arco Triunfal frente a la catedral; ya en 1920 con el acuerdo de la colocación del cinematógrafo de verano se suscita la polémica sobre su idoneidad. En 1922 se acometen varias reformas de paseos, plantaciones y jardines, y en 1925 se acuerda la disposición de megafonía en el kiosco central. Ya en 1940, se produjo la alteración bucólica del ajardinamiento, andenes y paseos, con la disposición y levantamiento en el centro geométrico –donde se disponía el kiosco temporal anterior– de la mole granítica de la Cruz de los Caídos, que permaneció presidiendo el recinto, como un memorial de guerra, hasta 1986, en que se verifica el traslado del bloque pétreo al acceso del cementerio. Desprovisto ahora, el monumento de las cadenas –ancladas en pilonos pequeños que limitaban el acceso al plano del altar y a las rampas diagonales–. Obviamente, pretender que en esos años de plomo se discutiera la idoneidad del emplazamiento de la Cruz de los Caídos, no dejaba de ser una quimera.

El debate posterior, ya en agosto de 1964, vino de la mano de la baronesa de Sansaldo –que tiene todo el aspecto de un seudónimo o de nóm de plume–, en el Boletín de Información Municipal, con su texto Ciudad real. Aquí don Quijote. Donde aprovecha la visita y el  recorrido, para anotar algo indescriptible como el ‘moderno inteligente’ para referirse al edificio de los Hogares provinciales, en la Plaza de San Francisco y realizar un esbozo de la psicología de la ciudadrealeños. Al llegar a los jardines del Prado, formula el reproche siguiente. “Una observación no grata, entre tanto merecido elogio. Este edificio [la nueva Casa de Cultura] tiene, a mi entender, dos defectos en su aspecto externo. Uno de orden estético, al colocar una línea moderna de níqueles y cristales, en un venerable conjunto antañón, como es el de esta plaza, en la que Catedral y edificios circundantes forman, menos este, una armónica y conjuntal [sic] belleza. Debería tener los jóvenes arquitectos modernos, para sus creaciones, esto en cuenta: que una casa no se debe edificar pensada en solo, sino como parte de un todo”.

La pavimentación del andén central se realiza en 1963, acompañándose de unos grupos escultóricos de pequeña escala, que se repiten  a la entrada del parque Gasset. En 1977 se realizan los zócalos perimetrales con elementos de granito y fundición, y en 1989 se traslada el templete desde el balneario de Villar del Pozo, en el lugar ocupado anteriormente por la Cruz de los Caídos. Ya en 2014 se acomete la pavimentación de los andenes centrales y perimetrales, con baldosas que sustituyen al albero anterior y que produjo una polémica considerable, por parte de la oposición municipal del PSOE, alegando el riesgo de desecación del arbolado existente.  

Las peticiones sobre la recuperación del edificio proyectado por Miguel Fisac en 1956, proceden de diferentes sectores agrupados por el denominado ‘interés cultural’ y que comanda la Fundación Miguel Fisac, vinculada al Colegio de Arquitectos en su demarcación de Ciudad Real. Y todo ello, –el debate sobre la idoneidad y prioridad de su conservación y mantenimiento– ha venido agitando las aguas del consenso necesario para acometer la referida obra. Antes del anuncio se había producido otra actuación discutida, como ha sido la del zócalo-mirador frente al camarín de la Virgen del Prado, dando con todo ello, la sensación de que algo escapa a la actuación coordinada del conjunto del entorno de la SIB Catedral, que requiere controles de la Comisión de Patrimonio, por ser BIC el templo citado. Todo ello, y sus vicisitudes paralelas, ha merecido un certero comentario por parte de Escolástico González, el pasado 2 de septiembre en el diario La Tribuna, denominado Recuperar el espíritu de Fisac. Donde E.G. asumiendo el riesgo de la crítica y de la exposición de sus propias ideas, retoma el espíritu de la baronesa de Sansaldo, para señalar las inconveniencias perseguidas. Así: “Con los 2.100.000 euros que se destinarán por parte del Ayuntamiento a la recuperación bien podría construirse un edificio de nueva planta y que contase con un guiño a la arquitectura de Fisac, una placa, por ejemplo, o denominar el edificio con su nombre para el recuerdo, pero mantener en pie un adefesio arquitectónico en pleno corazón de la ciudad y en un entorno que debe de estar protegido para resaltar la única joya arquitectónica que realmente tiene la ciudad, la S.I.B. de Santa María del Prado, es un fracaso de la ciudad, en general, por  no oponerse a ello…Dentro de la parte primera, de embellecimiento, está, entre otros asuntos, la restauración del edificio de Miguel Fisac, feo donde los haya, y caro en su restauración, asumido como herencia de la corporación anterior, pero también el mirador de la Virgen construido frente al Camarín, obra ya de nuevo cuño. Con ambas decisiones, a cada cual peor en su definición, se está condicionado un entorno protegido por el plan de 1997 como es el de la Catedral y los jardines del Prado e hipotecando su futuro estético para próximas generaciones, como sucedió con la plaza Mayor años atrás”.

Por todo ello, parece que no puede asumirse un mandato municipal de cuatro años, sobre las exclusivas espaldas de una dudosa recuperación edilicia. Donde las dudas sobre el ámbito de la restauración entre la mimesis y la analogía –como sostendría Ignasi Solá Morales– no marcan más que la recuperación de un edificio –seriamente alterado y transformado– y no de un ambiente en conjunto, como ya se sostenía en 1964: “una casa no se debe edificar pensada en solo, sino como parte de un todo”. Por ello, de nuevo, la conclusión de Escolástico González pone la duda de la actuación en el centro de la pregunta: “Mantener el espíritu de Fisac sobre un edificio donde, aún retornando a su configuración inicial diseñada por el arquitecto en 1957, solo puede representar para esta ciudad un recuerdo del triste pasado donde hubo muchas destrucciones de la arquitectura existente en la época de la especulación”. O, dicho de otra forma, ¿Existe el espíritu de Fisac en el pecio varado del Prado? A mi juicio, no.

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