Julio Espadas: «Muchos pensamos que Cervantes leyó a Rabelais»

César Muñoz Guerrero.- Día 31 de diciembre de 2023. Pasada ya la Navidad, esa misma fecha que a la hora de escribir este artículo nos vamos acercando, voy a celebrar la Nochevieja. En el coche viene conmigo mi hermana. Antes de la reunión familiar he quedado con el escritor Julio Espadas, se supone que para poco rato. No vamos con mucho margen y el tiempo apremia. Apenas saludarnos, intercambiar unas palabras sobre literatura y proporcionarme Julio ejemplares de sus libros. Sigo ruta raudo, aunque a mi hermana, que espera en el coche, los minutos (ella dice que una hora) se le han hecho eternos.

Julio nació en Madrid en 1961, y antes de saber de él de primera mano sabía lo que me había contado Paco Zamora: que su primer libro Tiempo de carnaval (2004) le había parecido bueno y que seguía los pasos y el pensamiento de Juan Goytisolo. Me pareció un curioso creador y pensé que en algún momento tendría que conocerlo. Pasaron los años y un día tuve noticia de la publicación de Cervantes y Rabelais. Este ensayo es el que me conduce a su encuentro a finales de 2023.

Noviembre de 2024. Quedamos con Julio Espadas en Piedrabuena un año después de conocernos, lo que no debe de ser mucho para quien acostumbra a publicar en plazos pingües, de veinte en veinte años. De nuevo, y como tantas otras veces, Paco facilitó el contacto. Tras hojear unos ejemplares de El País de cuando la guerra de Yugoslavia, conversamos con Julio de su nueva obra.

Pregunta: ¿Por qué consideras a Rabelais ‘el gran maestro de Cervantes’?

Respuesta: Cervantes y Rabelais lo que viene a decir es que Cervantes se apoyó mucho en la obra de Rabelais. Hay muchas semejanzas y muchos autores lo han reseñado así durante el siglo XX, también en la parte que va de 25 años que llevamos de siglo XXI. Yo me sumo un poco a todos y señalo unas cuantas. Pero la crítica cervantina, no arbitrariamente sino como se dice por consenso, decidió que Cervantes no podía conocer a Rabelais porque no había traducciones en su época.

A pesar de que transcriba prácticamente calcadas muchas de sus ideas, muchos de sus personajes, en el libro este apoyamos la idea de que se lo tradujo alguien o de los ejemplares que decía Astrana Marín que había comprado en una subasta en Sevilla. Son pruebas que vienen a intentar no demostrar documentalmente, pero sí que pueden ir acercando la verosimilitud de esa teoría por inducción, no por deducción.

P: De Gargantúa y Pantagruel, ¿la edición que tú manejas es la de Cátedra?

R: Tengo aquí dos. Una de Edaf que esa la manejé durante toda la vida. Era la edición más accesible cuando yo leía: es una canónica, una traducción antigua de 1905 de Eduardo Barriobero, que fue el primero que lo tradujo al español. Y la que manejo ahora es una que está prologada por Anatole France, que fue uno de los franceses que le dio mucha importancia y es la que cito, de Editorial Porrúa. He manejado la de Cátedra de Alicia Yllera, otras en francés, la de Acantilado…

A mí me parece que Alicia Yllera está muy bien informada a nivel lingüístico, filológico e histórico y de la sociedad de su época. No quiero decir que no tenga en cuenta a Bajtin, porque de hecho ella es una de las introductoras de Bajtin, pero tienen caminos muy distintos: no es desde el punto de vista carnavalesco, es más bien del estudio de la sociedad, los acontecimientos, los personajes que estaban por ahí… Es un análisis histórico del entorno de Rabelais.

Sin embargo, Bajtin no hace eso: Bajtin es artístico y relacionándolo antropológicamente muy bien con toda la historia del carnaval, de la risa, la pintura, Luciano de Samósata, las saturnales romanas, el teatro griego, la sátira… y de todas las raíces en las que bebió Rabelais. Bajtin acerca un Rabelais desde el punto de vista del significado. Alicia Yllera no abunda tanto en el significado artístico ni en el pensamiento popular, en el anticlericalismo, en lo revolucionario que era, en las transgresiones.

P: ¿De qué otro modo pudo circular Rabelais fuera de la oficialidad?

R: En el libro ya hemos hablado de Jerónimo Conques y Gaspar Centelles. En 1553, creo recordar, le dice Conques a Centelles que le han venido unos libros de Lyon que en caso de que pueda conseguirlos, le va a encantar leerlos. Quevedo hace referencias a Rabelais. Andrés Laguna: hay posibilidades de que se conocieran en París en 1530, que estuvo estudiando medicina, y en 1542 en un viaje a Roma de Rabelais cuando ya allí vivía Laguna. Muchos escritores españoles lo conocían, ¿y cómo Cervantes no lo iba a conocer?

Lo que pasa es que en la segunda mitad del siglo XVI era súper prohibido, no se le podía mencionar, pero tiene que haber otras formas si tenemos autores que adoraban al más importante escritor francés. En este libro se mantiene la tesis de que de ahí sale Sancho Panza ni más ni menos. Más semejanzas a grandes rasgos entre Rabelais y Cervantes: la idea de aunar lo culto y lo popular, la parodia de los libros de caballerías, la fijación de una modernidad en sus respectivas lenguas, las parodias carnavalescas, el erasmismo y la preocupación por la religión, la mezcla de géneros…

Hatzfeld en sus ‘Puntos de contacto artísticos entre Cervantes y Rabelais’ ya señalaba, ¡pero en el año 1927!, que hay al menos dos niveles de semejanza importantísimos entre ambos escritores: el modo de construir las frases y el sentido del humor y de la realidad. Rabelais de forma mucho más cínica, descreída, yo diría más francesa, más latina o clásica. La de Cervantes es más a la manera de la novela picaresca, de nuestro teatro. Pero ambos están creando la novela moderna, uno en francés y otro en español.

P: Esta tesis la articulabas ya en los últimos capítulos de Tiempo de carnaval.

R: No es que la articule, sino que ahí se pone en escena. El décimo y último capítulo es un carnaval rabelaisiano según Bajtin y en el siglo XX, justo con las manifestaciones contra la guerra de Irak. Es un moderno discurso antiglobalizador en prosa poética.

Yo pienso que todavía está vivo, se habla de la telebasura, el consumo, la especulación… no digamos de la emigración, que no ha dejado de estar. Son temas de movilización ahora en la calle. Cuando lo hice ya llevaría yo mucho tiempo metido en el mundo de las migraciones, y aquí se plasma. Goytisolo tiene libros de los años 60 que hablan de eso muchísimo, como Campos de Níjar.

El primer capítulo y el tercero, ‘Estrecho con patera’ y ‘Las fronteras’, están basados en las Soledades de Góngora. Tienen el mismo tema: alguien que naufraga, llega a una tierra extraña, no conoce la lengua… Eso es justo lo que ocurre con uno de los poemas más importantes de la literatura española, quizá, que son las Soledades, y Goytisolo dice que en él estaba sumido cuando hizo Don Julián, el principio de Don Julián son las Soledades.

Yo hice lo mismo, estaba metido todo el rato con las Soledades y con su métrica, Tiempo de carnaval está hecho a la manera de las Soledades de Góngora. Son endecasílabos y todo eso, está medido para que la gente se ponga a leer a viva voz. Por eso se ha representado en teatros, en la calle.

P: Hablando de Goytisolo, tú te consideras alumno suyo.

R: Hombre, yo conocí a Juan Goytisolo, tuve la suerte de conocerle con ocasión de mi primer libro y me recomendó y me presentó. Estuve con él en Madrid muchas veces. Y en Marrakech nosotros estábamos en casa de una amiga que vivía en la calle de al lado y fuimos una primera vez a contactar con él, pero estaba en Sarajevo en aquella ocasión y no pudimos vernos.

Luego ya hablé con él en la siguiente Feria del Libro de Madrid y quedamos ya en Marrakech. Aquella vez ya sí estuvimos no en su casa porque teníamos la nuestra, pero sí en el Café de France, primero a darle el manuscrito de Tiempo de carnaval y que lo leyera. Y luego ya quedamos después.

Y como le gustó, yo ya lo había llevado a muchos sitios y me habían dicho que no tenía interés, que era un coñazo que no se enteraba nadie y tal y cual, entonces Goytisolo me dijo, me acuerdo ahora mismo, en el Café de France: «Si yo ahora tuviera que publicar Don Julián, me lo comía con patatas. No lo entendería nadie, dirían que no es comercial simplemente, ahora la censura es comercial». Hablamos de El lucernario que él había sacado por aquella época, basado en Azaña.

P: Tú habrás leído todos los libros de Goytisolo, ¿tienes preferencia por alguno?

R: Puede que sí, puede que sí. Hombre, con Makbara contacté con el mundo de Bajtin y la cultura popular. Quizá el que más veces haya leído y el que más tenga que ver con este mundo de la historiografía española, sea Don JuliánJuan sin tierra es fundamental, los libros sobre historia, sobre Sarajevo, los de ensayo.

De novela, yo que sé, Las virtudes del pájaro solitarioLa saga de los Marx, para ver el estado de la cuestión sobre el marxismo en la época en que lo escribió; y los primeros para ver cómo se forma, La chancaJuegos de manosCampos de Níjar, claro, y Fiestas.

P: No sé si te puedo preguntar, si te acordarás de la primera vez que leíste a Goytisolo.

R: Sí, puedes preguntar y lo sé perfectamente. Fue en la biblioteca de la universidad, Juan sin tierra, en 1981. Yo estudié filología hispánica hasta cuarto solo, que dejó de interesarme la lingüística y demás, gasté la última convocatoria y me fui. Estuve un tiempo trabajando en una empresa de contable entre 1990 y 1996, seguía dedicándome y desde 1996 hasta aquí llevo exclusivamente con el estudio de la literatura.

Yo vi que es una prosa muy disruptiva, muy rompedora, muy creadora de palabras y de lenguaje, muy relacionada con la historia española y con nuestra realidad. Y al mismo tiempo vista desde París y desde el exilio. Muy crítica con la sociedad española y con los atavismos y los prejuicios y con los tópicos que se venían dando.

Recuerdo que fue Juan sin tierra y al final de Juan sin tierra, cuando la prosa castellana en sus últimas frases va pasando directamente al árabe y ya se convierte en árabe y dice: «Definitivamente, estoy del otro lado con los pobres de siempre afilando un cuchillo» o algo así, más o menos. Y bueno, ya digamos que un libro tras otro y cuando terminaba uno, pues otro y otro.

Desde que yo empecé, veinte años antes, aproximadamente de 1982 que conocí a Goytisolo a 2003 que llegué a tratarlo en persona, fue para mí como el cumplirse todos los sueños literarios. Y enseguida que cayó Juan sin tierra y demás, rápidamente caí en Makbara y en Paisajes después de la batalla y todos estos y ya caí en el mundo de Bajtin y conocí a Rabelais. Empecé en 1985 o por ahí ya a estudiar a Rabelais, Bajtin, el carnaval y todo el mundo este de la cultura y la literatura popular. Un poco ha sido así.

P: Y en ese alejamiento que dices en el que vives, ¿consigues el clima que necesitas para estos libros que haces?

R: A nivel diario tengo una paz y una tranquilidad, y una mesa donde estudiar, y donde escribir, desde 1996. Y tengo paz y dedicación y puedo; sin embargo, no soy yo de una manera… necesito tener algo que contar para ponerme a hacer un libro. Ahora quiero continuar la tarea: hay que demostrar que Cervantes leyó a Rabelais. Somos muchos ya los que pensamos esto.

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