Sobre el Palacete de Cruz Roja

Observación previa

La reinauguración de la reforma final del Palacete de Conrado López (Palacete de Cruz Roja) el pasado día 27 quedaba enmarcada, no tanto en el día contra la violencia de género, cuanto en el reconocimiento del atribulado pasado patrimonial. De ello da cuenta la placa que establece con cuidado estas circunstancias. “El Gobierno Regional en agradecimiento a los hombres y mujeres valientes de Ciudad Real que salvaron ‘in extremis’  de la piqueta este Palacete porque supieron ver su valor. La herencia cultural que recibimos de nuestro pasado conforma el entorno en que vivimos, define nuestra identidad como comunidad y es imprescindible para construir nuestro futuro”. De eso mismo da cuenta Alberto Muñoz –al frente del Ateneo de Ciudad Real– en su muro de Facebook: “En agradecimiento a todas las personas y colectivos que con su firma e indignación contribuyeron a crear una conciencia sobre el patrimonio histórico que terminó por detener el derribo de un edificio singular de nuestra ciudad”.

Conviene, por ello mirar atrás y descubrir los orígenes de todo ello, para reconocer responsables, irresponsables y expectantes. Todo ello, para extraer las conclusiones oportunas. Por ello conviene desvelar el documento de 2007 que dio pie a más consideraciones.

A finales de 2006 había dado comienzo la demolición del Palacete de Cobrado López conocido como de la Cruz Roja. Simultáneamente, diversos colectivos ciudadanos, entre otros el Ateneo de Ciudad Real, iniciaron un proceso de recogida de firmas para solicitar la paralización de las referidas obras de demolición. En ese contexto, el Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha, demarcación de Ciudad Real, nos había encargado a Diego Peris y a mí, la realización de sendos trabajos sobre inmuebles amenazados y comprometidos en esos momentos. Particularmente referido a las casa  de Valdepeñas (calle 6 de junio c/v a Pintor Mendoza) y sobre el Palacete de Conrado López. Realizándose sendos trabajos, en el tramo final del año y principios de 2007.

Ahora con la inauguración del edificio recuperado, se ha podido advertir la referida placa que señala ese impulso ciudadano que pudo revertir el derribo en curso y posibilitar la posterior adquisición del inmueble por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, tras el proceso de incoación del edificio –ya mutilado– como  BIC.

INFORME SOBRE EL INMUEBLE Nº 24
DE LA RONDA DE CIRUELA, ANTES PASEO CISNEROS

  • ANTECEDENTES

Se emite el presente Informe a petición de la Junta Directiva de la demarcación de Ciudad Real del Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha, sobre el edificio referido de la Ronda de Ciruela número 24 de Ciudad Real. Sobre el que recayó autorización de licencia de demolición en el mes de septiembre, según el proyecto redactado por el arquitecto técnico Juan Esteban Carrasco Naranjo. Proyecto que formula pocas aclaraciones sobre la génesis del edificio y sus diferentes peculiaridades, y que resuelve la procedencia de su demolición por carecer de ‘valores arquitectónicos’ relevantes.  Habiendo recaído, posteriormente, orden de paralización de las obras por parte de la Delegación provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha. Igualmente, hay que señalar que se ha iniciado solicitud de declaración como BIC por parte de la asociación Círculo de Bellas Artes de Ciudad Real el 9 de junio pasado, estando en el momento presente las obras paralizadas, a la espera de la resolución que pueda recaer.

  • FUENTES

Para la elaboración del presente Informe se han tenido en cuenta los diferentes trabajos que con mayor o menor profundidad han abordado el estudio de la ciudad y su arquitectura en el primer cuarto de siglo. Trabajos como los de Almarcha[1], Muñoz Fajardo[2], Peris[3], Pillet[4], Rivero[5] y Romero[6], se han tenido presente en diferentes consideraciones. De la misma forma se han consultado los archivos de expedientes de obra del Ayuntamiento de Ciudad Real y de la Diputación Provincial. Se ha complementado con la consulta de los Libros de Acuerdos Municipales desde 1880 a 1925. Finalmente, se ha cotejado la prensa de la época, tanto el diario El Pueblo Manchego, como el semanario Vida Manchega. La documentación gráfica se ha obtenido del Proyecto de demolición, obrante en los archivos Municipales; consecuencia de no contar con referencias relativas al Proyecto de construcción.

  • LA CIUDAD Y SU PERÍMETRO

La incorporación del tramo de murallas comprendido entre las Puertas de Alárcos y la de Ciruela a los bordes urbanos, va a experimentar un proceso de aceleraciones y transformaciones sensibles y notorias, que se desencadenan, aún más, con la llegada del ferrocarril a Ciudad Real en 1861[7]. “El ferrocarril llegó a Ciudad Real en 1861 proveniente del Este, por la línea de la compañía MZA desde Manzanares, situándose la estación al sur de la ciudad cerca de Puerta de Ciruela”. El posterior trazado de la línea directa desde Madrid, por el poniente determinaría más tarde la fusión de ambas líneas y la consiguiente reordenación. Así: “Ambas estaciones se unieron, construyéndose una variante del trazado del ferrocarril directo a Madrid, para bordear la ciudad por el Este y tras una curva muy cerrada entrar a la ciudad, paralelamente al ferrocarril de Manzanares[8].  La ubicación de la estación fusionada de ambas líneas acabaría produciéndose en 1933. Mientras tanto, y en ese periodo temporal, se había inaugurado la recuperación de un segmento de ciudad caracterizado por sus baldíos, solares libres, ejidos, huertas y, lo que era peor, el sumidero que recogía las aguas residuales, desde la Puerta de Ciruela, para llevarlas a la zona de La Mina, camino de Las Casas. Casi en paralelo al proceso de implantación ferroviaria citado, se suceden los acontecimientos orientados a la demolición de los restos del recinto amurallado[9], como se reflejan en diferentes acuerdos municipales de los años 1880 y siguientes. Debates originados, en parte, por la petición del material pétreo constitutivo e la cerca,  para ser usado en diferentes obras, y, también, por la pérdida del carácter fiscal de los portazgos, que venía sustentando su integridad física y funcional. Así el 18 de enero de 1883 se conoce el hundimiento parcial de algunos lienzos de muralla; el 12 de junio de 1884 se produce acuerdo relativo a la demolición parcial de la zona del Matadero, y el 3 de enero 1890 se solicita la realización de diferentes demoliciones. De tal suerte que la desaparición sucesiva de los restos amurallados origina toda una política de saneamiento y ornato del perímetro urbano, con la creación de diferentes paseos, como ocurre con el acuerdo del 16 de octubre de 1889, creándose el Paseo de invierno de la Puerta de Alarcos. Se acomete el trazado de unas, así llamadas, Alineaciones de las Murallas en 1890, que muy tardíamente son aprobadas el 13 de enero de 1900, y cuyo carácter era establecer la delimitación de los ámbitos públicos y privados. Reactivándose, en todo el proceso descrito, con la petición a MZA de la cesión de los terrenos no ocupados por el trazado para levantar paseos y andenes en la Puerta de Alarcos y en otros enclaves perimetrales de la ciudad. Petición que se ultima en 1915 con otro expediente de adquisición de terrenos próximos al Parque Gasset, a la compañía MZA.

Así se perfila todo un borde urbano, que desaparecida la muralla y los restos de la cerca pétrea, pasa a ser tratado como Paseos en unos casos y como Salones en otros. De esta forma se van consolidando las actuaciones en el Paseo de Alarcos, que se pospone hasta 1912 por una parte, y por otra hasta 1913 con el expediente de carretera de circunvalación del este de la ciudad. De esta manera se inicia un proceso progresivo de ocupación edificatoria de lo que antes había quedado cerrado por la cerca amurallada y por la canalización del desagüe. Esta liberación espacial originaria el consecuente proceso de intervención edificatoria en el suelo desafectado. Existe constancia del otorgamiento de licencias en 1911 en el Paseo Cisneros 9; o el expediente de 1913 para levantar 4 casas Baratas en la Ronda de Granada, por parte de López de Haro. El crecimiento edificatorio puntual pasa a ser sintomático en dicha área, con el desarrollo del barrio general Aguilera (vulgo Larache), situado tras las vías del tren, en los primeros años de la década de los años 20[10]. Años que ven despegar igualmente las iniciativas sobre la expansión edificatoria, con la aplicación de la legislación de Casas Baratas. De esta forma el 21 de agosto de 1913 se produce la bendición de los terrenos del ‘Ciudad Real moderno’[11]

 

  • EL EDIFICIO

Pocas veces, como ocurre en este caso, un edificio privado, aparece vinculado fuertemente con el promotor interesado en su levantamiento. Conrado López, farmacéutico llegado a Ciudad Real en 1908[12], es el promotor que verifica el encargo de algo más que una casa al arquitecto provincial Telmo Sánchez[13], que da respuesta a un programa novedoso que proyecta en los primeros meses de 1925 y que cuenta con la aprobación municipal el 10 de junio. Esta circunstancia temporal es la que propicia que, en el Plano Censo de Martí Sofí, aprobado el 20 de enero de 1925, no se refleje la edificación y sí la farmacia del citado Conrado López, cuya autorización de apertura tuvo lugar el 7 de noviembre de 1923; aunque en la Guía de Ferias de 1921 ya aparece como anunciante con el domicilio de Mercado Nuevo 3.

Las características de la actuación de una Palacete en la periferia de Rondas, se asemeja más a otras similares que se venían verificándose en los ensanches de las poblaciones. Un Hotel burgués[14], con pretensiones de casa moderna, que nace en los extrarradios de la población y que rompe con el sesgo de la residencia habitual de la burguesía que venía utilizando dispositivos de casas solariegas. Serían los casos próximos de los proyectos desarrollados por el mismo Telmo Sánchez en 1909 en la calle de los Infantes (Casa Poblador); la actuación de 1918 en la calle Ballesteros 5; o la reforma de la Casa Ibarrola en 1919 en la calle Toledo. Frente a estos ensayos previos, el mismo arquitecto había verificado otras actuaciones, eminentemente rurales, como serían las actuaciones de 1912 en Almodóvar del Campo; la casa de Campo en Urda en 192; o la casa de Fernando Vázquez en 1922. Enclaves, estos últimos, que posibilitan resoluciones formales mucho más libres que las actuaciones precedentes en el medio urbano, y en donde se juega con universos visuales de muy diversas procedencias. Justamente esta disyuntiva tipológica: casa solariega de reminiscencias urbanas y casa rural, con otras características formales y tipológicas. Habría que manifestar la aparición desde principios de siglo de programas residenciales burgueses en enclaves centrales y con una formalización distinta a la denominada casa solariega. Formalización que ya se puede contemplar en algunos manuales de estos años y en piezas locales como el Palacete de Barrenengoa de Rebollar (1904) y el de Messía de Sánchez (1918), ambos en la Plaza del Pilar.   

Junto a estos ensayos referidos como enclaves enfrentados en sus soluciones formales, la década anterior ve aparecer las primeras propuestas de soluciones de Casas Baratas, con proyectos de Florián Calvo o de Victoriano Ortiz Fernández, donde comienza a plantearse una clara sistematización de tipología abierta frente a la precedente tipología de edificación en doble o triple crujía con patio interior de parcela. Tipología abierta que propicia un dispositivo estructural de muros de carga, que definen crujías homogéneas. Incluso otras actuaciones diferentes y coetáneas, merecen ser tenidas en cuenta, por sus implicaciones formales. Me refiero a la verificada por Daniel Rubio en 1913 con la casa de su hermano Vicente, en la calle Ciruela 5 –pieza demolida en 1974[15], aduciendo el deterioro–; o la más ambiciosa del mismo Telmo Sánchez en Valdepeñas en 1916, la Casa Castellanos. En ambos casos, las soluciones a los tratamientos residenciales comienzan a reflejar una nueva acumulación decorativa, o si se quiere un impulso formalista, que supone ya una tímida emulación de los movimientos vigentes de tamizados modernismos y de presencias decorativistas. En la práctica ello supone la introducción de elementos cerámicos sobre los soportes de los paramentos, la liberalidad en el tratamiento de cerrajerías y cierta ornamentación –más evidente en el primer caso, que en emparentan con las soluciones de Rubio en Albacete para la casa Hortelano de 1912 o con la casa Zavala de 1913–, ‘Nouveau’ o goticista incluso; pero rara vez alteraciones espaciales o tipológicas más pronunciadas.

La actuación perseguida por Conrado López cuenta con un programa claramente residencial que lo asemeja a las torres catalanas o a los palacetes periféricos de otras ciudades. Donde cierta burguesía incipiente y deseosa de manifestar su presencia otorga a la arquitectura la responsabilidad de expresar esas mutaciones del orden social y político que se han producido desde el final de la Gran Guerra. La definición distributiva está realizada por tres crujías perpendiculares a fachada que definen el sistema estructural de muros de ladrillo macizo, sobre los que se disponen el forjado resistente realizado con viguetas de hierro y entrevigado cerámico. Un dispositivo sistematizado en dos plantas y una planta de áticos que resuelve la cubrición y el torreón en el lado oeste y propicia un programa funcional secundario. El acceso a la planta principal se resuelve mediante una escalera elíptica de tres tramos, dejando bajo la cota de acceso dependencias de servicio y espacios auxiliares. Los recursos visuales puestos en juego en la definición de los alzados son escuetos y severos: recercados de hueco y dinteles, abultamiento de esquinas con falsas pilastras y definición de la cerrajería con un modelo de corte floral que se repite en cancelas, celosías y barandillas.

  • ÚLTIMAS TRANSFORMACIONES

A finales de la década de los cincuenta se produce el traslado de la residencia familiar y la utilización del edificio como Academia de Enseñanza, con algunas transformaciones interiores de tabiquerías y puertas, compatibles con el nuevo uso. Este uso subsiste hasta la posterior venta, verificada a Cruz Roja que instala sus dependencias diversas; produciéndose algunas transformaciones en el tratamiento de los exteriores: pinturas, señalización y habilitación de cocheras en la entreplanta.

La revisión del Plan General de Ordenación Urbana de 1978, aprobada en 1988, introduce el edificio en el Catálogo de Edificios, con el nivel de protección B) Protección estructural, con el epígrafe número 2 (Centro de la Cruz Roja, Ronda de Ciruela nº 28). Circunstancia que desaparece en el documento del Plan General de 1997.

Tras la venta del inmueble por parte de Cruz Roja a promotores privados, se redacta en junio de 2006 proyecto de demolición que obtiene Licencia Municipal  en septiembre del mismo año. En paralelo a estas actuaciones tiene lugar la solicitud de incoación del inmueble como BIC el 9 de junio y la posterior suspensión de las obras de demolición por parte de la Delegación de Cultura. Habiéndose realizado ya el desmontaje de la cubierta del torreón y del casetón de acceso de la escalera a cubiertas.

  • CONCLUSIONES

La desaparición del inmueble del Catálogo del anterior Plan General de Ordenación Urbana no impide pese a todo reconocer la singularidad del elemento, como se ha venido exponiendo con anterioridad. Al ser una pieza representativa, y ya prácticamente única, de los modos edificatorios y formales de los años veinte. La progresiva extinción del medio circundante y su consecuente asfixia, colmatada por las edificaciones colindantes con una altura desproporcionada, se han esgrimido como las razones que dictaron su desaparición del catálogo. Sin que hayan sido sus razones físicas de deterioro o de degradación, las que pudieran dictar tal medida. Si no existen razones físicas y constructivas que determinen su demolición, tampoco parecen existir razones históricas y culturales que fuercen a ello. Debiéndose, consecuentemente, de iniciar –aunque ya tardíamente– la declaración como Bien de Interés Cultural, adoptándose las medidas de restitución de los elementos demolidos.


[1] Almarcha E. Arte contemporáneo, Ciudad Real y su provincia, Gever, Sevilla 1997.

[2] Muñoz Fajardo R. Arquitectura modernista de Castilla-La Mancha. III. Provincia de Ciudad Real. Ledoira, Toledo 2006.

[3] Peris Sánchez D.  La imagen urbana de Ciudad Real, Villa Real 1252, nº 4, 1992.

[4]  Pillet Capdepón F. Geografía urbana en Ciudad Real. Akal, 1981

[5] Rivero Serrano J. Arquitectura del XIX y del XX: una aproximación. El arte y la cultura de la provincia de Ciudad Real. Ciudad Real, BAM, 1985.

Ídem. Arquitectura moderna y contemporánea. La provincia de Ciudad Real III: El arte y la cultura, Ciudad Real, BAM, 1993.

Ídem. Arquitectura del siglo XX en Castilla-La Mancha. Ciudad Real, Almud, 2003

[6] Romero Fernández M. Ciudad Real imágenes de un pasado reciente, Villa Real 1252 nº 2, 1990.

[7] El Ave en Ciudad Real y Puertollano. Cuadernos de Ingeniería y Territorio nº 2, 2002.

[8] Ibídem. Página 24.

[9] Sánchez Lillo J. El recinto amurallado de Ciudad Real y Puertas de acceso. Ciudad Real, 1982. Los Anexos, reflejan diferentes acuerdos municipales sobre el proceso de demolición. Página 62 y ss.

[10] Pillet Capdepón F.  Op. Cit. Página 282 y ss.

[11] Vida Manchega 21 agosto 1913.

[12] Chinchilla J.C. El palacete de Cruz Roja, el chalet de Conrado y Rosalía. Lanza, 9 de julio 2021.

[13] La imputación del edificio a Sánchez se produce desde el análisis de los arquitectos actuantes en Ciudad Real en estos años. Muerto Calvo en 1922, sólo queda en activo Sánchez. La aparición de Arias como arquitecto municipal se producirá en 1924, y hasta 1926 no se le autoriza a dirigir obras en el municipio de promoción particular.

[14] De 1926 es el texto de Casali ‘Modelos de edificios económicos’, donde se reflejan diferentes modelos de Villas, Hoteles y Casas de Campo.

[15] ¿Al fin derribos! Lanza, 27 septiembre 1974.

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