Una mañana mágica entre letras y corazones

El pasado 25 de noviembre viví una experiencia que guardaré siempre. Fue más que una presentación de mi libro «Un instante antes del alba»; fue un encuentro único con el club de lectura «Hojo que leemos» de la ONCE en Ciudad Real. Lo que parecía ser una charla sobre literatura se convirtió en una lección de vida, inclusión y magia, gracias a las personas maravillosas que forman parte de este club.

El ambiente fue espectacular desde el primer momento. Allí estaban Lorenzo Villahermosa Arreaza, el alma guía del grupo, con su entusiasmo contagioso; María Ángeles y Rosa, las impulsoras de este club, cuya pasión y dedicación lo han convertido en un espacio especial donde las palabras y las emociones encuentran su hogar. También me acompañaron Julia, Nunci, Luis, Paco, Abel María, Ana, Esperanza, Juanjo, Felisa, y otros miembros que, en apenas unas horas, dejaron de ser «desconocidos» para convertirse en amigos del alma. Paco, con quien ya había compartido charlas y encuentros, llegó al evento como un amigo consolidado, alguien que demuestra que la literatura no sólo une mentes, sino también corazones.

Pedro Mariano González Perea, mi presentador de lujo, es otra de esas personas que llegaron a mi vida primero por motivos profesionales y se quedaron por los lazos de amistad que surgieron. Su calidez y su enorme corazón, junto con su admirable forma de guiar el evento, dejaron claro por qué forma parte de este círculo de personas excepcionales.

Durante el tiempo que pasamos juntos, los miembros del club de lectura tuvieron la oportunidad de sumergirse en los relatos, explorando sus temas y emociones. Fue un privilegio escuchar cómo compartían sus impresiones sobre cada historia, enriqueciendo el diálogo con preguntas profundas y reflexivas. A través de sus intervenciones, indagaron en los mensajes detrás de los relatos, desde las injusticias sociales hasta los destellos de esperanza, creando un ambiente de conexión y aprendizaje mutuo que hizo aún más especial la experiencia.

Cada conversación, cada intercambio, fue un recordatorio de lo que significa la verdadera inclusión social. Ellos me demostraron que una discapacidad visual no es una barrera, sino una oportunidad para descubrir formas diferentes y hermosas de disfrutar la vida. La pasión con la que este grupo abraza la lectura, no sólo como un pasatiempo, sino como una puerta abierta hacia mundos infinitos, es inspiradora.

Fue mágico ver cómo sus corazones escuchaban los relatos leídos por mí, sintiendo la emoción en cada frase. Me conmovió profundamente su agradecimiento por narrarles en vivo, recordándome que el alma de un autor cobra vida en cada lectura compartida. La tecnología también jugó su parte: a través de videoconferencias, otros miembros del club pudieron unirse al evento, demostrando que la distancia no es obstáculo para disfrutar de momentos únicos.

Sin embargo, la jornada no fue sólo un momento para disfrutar, sino también una reflexión sobre la importancia de que las obras literarias sean accesibles para este colectivo. Es fundamental que las publicaciones incluyan versiones adaptadas para personas ciegas o con discapacidad visual, ya sea en braille, en audiolibros o en formatos digitales accesibles. Desde mi lugar como autor, me comprometí a dar visibilidad a esta necesidad, porque la cultura debe ser un derecho universal y no un privilegio.

Pasé una mañana mágica en la que la literatura fue el puente, pero la inclusión social fue el motor que convirtió cada momento en un recuerdo imborrable. Porque, detrás de lo que algunos llaman discapacidad visual, descubrí personas capaces de ver mucho más allá, capaces de crear magia con su imaginación y de compartirla con quienes tenemos la suerte de cruzarnos en su camino.

Ojalá la sociedad aprenda a mirar con los ojos de estas personas, esos que no distinguen colores ni formas, pero que sienten el latido de los corazones que las rodean. Porque sólo cuando aprendamos a ver con el alma, comprenderemos que la verdadera riqueza de la humanidad está en su diversidad.

¡Gracias, «Hojo que leemos», por permitirme ser parte de vuestra luz!

Julián García Gallego —Sin palabras mudas— 29-11-2024

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