Dyso y Vichent, conductores de las palabras

En la última tertulia abierta del Grupo Literario Guadiana, tuvimos la suerte de contar con Iván Dyso, un poeta y artista que nos sumergió en su universo de palabras con la naturalidad de quien se sabe en casa. Nos leyó fragmentos de Inquientud, su último trabajo, un libro-disco en el que conviven la música y la poesía. A través de un código QR, el lector puede acceder a su universo sonoro, algo que Dyso destacó como una manera de expandir la experiencia literaria más allá del papel.

Desde el principio, nos transmitió esa sensación de estar a gusto, como si la tertulia fuera un escenario más de los muchos en los que ha actuado dentro y fuera de España. Nos habló de su trayectoria, de aquellos primeros años en los que comenzó a rapear a capella a finales de los 90 y de cómo se ha mantenido vinculado a la escena del Slam Poetry y el Hip Hop, formando parte de la gran familia del slam en España.

A lo largo del encuentro, Dyso nos hizo reflexionar sobre la importancia de la expresión humana. Desde siempre, el arte ha sido un canal esencial para compartir emociones, pensamientos y experiencias, y en su caso, ha encontrado en la palabra un refugio y un arma poderosa. Habló del Hip Hop y el Rap como movimientos culturales que han servido de nexo entre generaciones y comunidades, creando un universo en el que la identidad, la protesta y la creatividad se dan la mano. A través de estos géneros, ha podido crecer, evolucionar y compartir su voz con los demás, construyendo puentes entre el individuo y la sociedad.

Su poesía tiene dos caras bien marcadas: por un lado, una más introspectiva, que él llama Dyseño de interiores, donde explora el yo y sus laberintos; por otro, Cardiopatría, una vertiente más social y política en la que aborda temas que no dejan indiferente. Nos contó cómo su compromiso con la realidad se ha reflejado en su obra y en su vida.

Hablando de la escena cultural en Ciudad Real, Dyso recordó con cariño Pachamama, un espacio ya cerrado que en su momento sirvió de refugio para la expresión artística alternativa. Actualmente, el Living Room mantiene viva la esencia del Slam Poetry, acogiendo cada último miércoles de mes un evento en el que la palabra, la voz y la literatura se entrelazan. Este espacio no solo ofrece un escenario para los artistas, sino que también fomenta la creación de lazos entre los distintos tejidos sociales de la ciudad, consolidando la presencia de este género en la comunidad.

Además de su faceta como creador, Dyso también ejerce como docente, compartiendo su conocimiento y su pasión por la palabra con nuevas generaciones. A través de talleres y proyectos educativos, ha llevado la poesía y el spoken word a espacios donde la literatura convencional a veces no llega. Su labor no solo se centra en enseñar técnica o ritmo, sino en despertar en los demás la necesidad de expresarse, de encontrar su propia voz. Cree firmemente en la capacidad del arte para transformar vidas y en la importancia de brindar herramientas a quienes buscan en la palabra un refugio o una manera de ser escuchados.

Además de sus proyectos personales, Dyso nos habló del colectivo Apazlabrando, del que forma parte y que trabaja en la intersección entre la palabra, lo social y lo educativo.

Antes de terminar, nos dejó una reflexión sobre el Hip Hop y el Rap, dejando claro que el primero es una cultura en la que caben diversas disciplinas, y el segundo, una de sus expresiones más potentes. Su conexión con el ritmo, con la musicalidad del lenguaje, quedó patente en cada una de sus intervenciones, y nos recordó que, para él, la voz es un puente entre la emoción y la realidad.

La tarde con Iván Dyso fue mucho más que una tertulia; fue un encuentro donde la palabra se convirtió en un territorio compartido, donde la poesía se respiró y la música, inexistente de manera sonora, sí se sintió en cada pausa. Nos dejó con la sensación de haber asistido a algo más que una charla: fue una invitación a seguir explorando, creando y, sobre todo, sintiendo.

También tuvimos la suerte de contar con Vichent, una de las incorporaciones más recientes al Grupo Literario Guadiana. Desde el primer momento, fue un vendaval de emociones, de esos que entran sin pedir permiso y sacuden la sala con su energía. Se nota que lleva años jugueteando con la literatura, explorando sus posibilidades, y que la palabra le bulle dentro como un motor en constante movimiento. Lo curioso es que, pese a la frescura de su juventud, su recorrido es amplio y sólido.

Sus primeros pasos fueron de la mano de los clásicos, esos libros que se le metieron en el cuerpo y, como él dice, le “explotaron la cabeza”. No se quedó ahí. Probó, investigó, experimentó. Se convirtió, casi sin darse cuenta, en un ingeniero del lenguaje, alguien capaz de construir y deconstruir el significado con una facilidad pasmosa. En ese proceso, como todo creador inquieto, ganó adeptos y detractores. Se enfrentó a entornos hostiles, a miradas que no siempre entendían su manera de moldear las palabras. Y quizás, por la edad o por el propio desgaste de la batalla, decidió dejarse llevar, rendirse un poco a la corriente.

Pero el tiempo, que todo lo madura, le permitió encontrar su lugar sin necesidad de lucha. Ahora nos regala su literatura con la naturalidad de quien ha aprendido a convivir con su arte. Y qué arte. Lo que hace con las palabras no es solo escribir, es jugar con ellas, retorcerlas y hacerlas danzar en un ritmo que suena a rap y a poesía al mismo tiempo. No hay duda de que tiene todos los mimbres para seguir creciendo, para seguir asombrándonos con su capacidad de dar vueltas a un concepto hasta hacerlo completamente suyo.

Ayer nos lo dejó claro: su voz tiene un ritmo propio. Su manera de escribir está teñida de musicalidad, de una cadencia que hipnotiza. Su facilidad para la aliteración es un espectáculo en sí misma, porque no la usa como un adorno, sino como una herramienta que refuerza el significado de cada frase. Su prosa no se conforma con contar; envuelve, sacude, deja huella. Escucharle o leerle es entrar en un juego en el que el sonido y el sentido van de la mano, como si las sílabas tuvieran vida propia.

No tengo dudas de que aprenderé mucho o, mejor dicho, aprenderemos mucho  de él. Su forma de crear, de concebir los giros poéticos y de dotar de vida a cada verso nos traerá aire fresco a las tertulias. Hay algo en su manera de escribir que desafía lo establecido, que obliga a leer con los oídos atentos y el pensamiento abierto. Y eso es exactamente lo que necesitamos: nuevas voces que no teman explorar y que nos recuerden que la literatura, como la música, está viva y en constante transformación.

Seguro que se quedaron muchas cosas en el tintero sin contar, pero si no os queréis perder todas estas emociones, uníos a estas tertulias; son un oasis para aprender y compartir literatura. ¡Os esperamos!

Julián García Gallego —Sin palabras mudas—  02-02-2025

Lugar de encuentro: Universidad Popular de Ciudad Real

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