Viudas y viudos y divorciados y divorciadas y Josep Plà

Jesús Millán Muñoz.– Existen temas eternos, el amor y el desamor. Y, ambas realidades forman y conforman diversidad de estructuras a lo largo del tiempo. En el articulismo también.

No solo están los temas cíclicos del columnismo de opinión, que al final, son los temas eternos, los denomino de la tortilla, por cambiar aquello de la vendedora del Retiro de castañas, no solo están las Navidades, ni la Semana Santa, ni las vacaciones de verano, ahora, también las de invierno. Sino también, todos los cientos de temas del corazón humano, que ya estaban en el Antiguo Egipcio, en la Antigua Roma, en la Antigua Atenas, y, suponemos que en Mesopotamia y antes y antes de antes. Son los temas del amor y del desamor.

Se pueden tocar de mil maneras, los amores se rompen o se hacen o se construyen, de mil modos, quizás los escritores solo toman cosas de la realidad, algunas selecciones o algunas parcialidades o algunos fragmentos y lo presentan de otro modo o del mismo modo. Y, si alguien lee este artículo u otro, sobre este tema, pues tendrá una connotaciones particulares, quizás una viuda, descansó cuándo el esposo falleció porque le daba mala vida, en la frase popular, que es de las más profundas, es una frase existencialista de dolor, o la separada-divorciada se ha encontrado en la libertad, porque el conyugue o pareja, pues era un psicópata empedernido, de esos que al exterior tiene un rostro y en el interior otro, esas personas, que llevan infiernos en sus almas, aunque todos llevemos angustias y heridas y traumas, unos las llevan más grandes que otros, algunos las medio curan y otros no… otros las media curan, maltratando con palabras o psicológicamente a otros, y, los cercanos callan –porque no les toca a ellos o no les toque a ellos, o reciben beneficios-.

Hoy, me he encontrado, con un artículo, y, así recuerdo también a la pluma, uno de los escritores y prosistas más importantes del veinte, en dos lenguas, catalán y español, Josep Plà, que se titula “Viudos y viudas”, publicado en Destino, el 23 de enero de 1960. Toca el maestro y genial de las palabras, Plà, la cuestión etimológica de ambas palabras-términos-vocablos, basándose enCorominas, y, como siempre trata otras cuestiones…

Entre las evoluciones del siglo veinte, una de las que más han avanzado y progresado y cambiado ha sido el concepto de luto, el concepto de viudo y viuda. Hemos pasado, que el luto físico y real duraba un año o, incluso tres. Lo he visto de niño yo, a una situación, que ya por la ropa no se nota. Puede alguien fallecer su esposa hace una semana, y, se pondrá una camisa normal, a los diez días. Esa costumbre del luto de negro o el luto de blanco en algunas culturas, al menos de momento en Europa y España, ha quedado casi olvidado –no sabemos si las migraciones, volverán a traer esas costumbres y otras-.

En cierto modo, como indica Plà, el concepto de viudo y de viuda, no ha sido lo mismo a lo largo de la historia, por lo general, la viuda no encontraba otra persona con qué casarse, salvo en excepciones o en proporción minoritaria, porque casi siempre la viuda, arrastraba hijos e hijas, y, pocas personas querían cargar con esas bocas –no olvidemos, que la situación histórica, siglos y milenios, los humanos han vivido, casi siempre, en una situación de limitación económica, no digo de miseria, pero siempre en los límites, así sucedía una desgracia, y, el hambre hacía ostentación de su poder, todavía lo percibimos en algunas partes del planeta, una guerra y nace otra vez el hambre en forma masiva, una catástrofe-.

De las revoluciones sociales y antropológicas que se han producido en el siglo veinte, la viuda ha cambiado hacia mejor, ya no tiene que llevar una condena a perpetuidad, casi siempre con poca economía, casi siempre con hijos, casi siempre con sufrimiento. Los sistemas sociales y de bienestar, al menos en Europa, han mejorado ostensiblemente. Diríamos que la situación de la viuda ha ido cambiando desde los primeros imperios, en algunas zonas del planeta, las viudas tenían que morir si el esposo fallecía. Desde esa situación se ha ido pasando a las realidades más humanas y antropológicas actuales…

Ahora, encontramos en la vida social, grupos de mujeres, generalmente, viudas y separadas y divorciadas, que en formas diversas se juntan, y, tienen relaciones de amistad y de compañía y de pasar el tiempo. Van a ciertas terrazas aquí en España, y van pasando sus vidas, quizás esperando el final. Ciertamente, las relaciones a veces, entre ellas no son buenas, porque siempre en todo grupo, existe alguna persona, que tiene un infierno en su corazón, quizás, por experiencias del pasado, quizás, por realidades de su vida, quizás, por su psicología y su forma de ser y de estar. Aquí, en nuestro terruño ibérico, muchas veces, les echamos la culpa de nuestras desgracias, a los demás, a la sociedad, al Estado, a una clase social, pero raramente, nos damos cuenta, que quizás, el progenitor tenía malas costumbres, quizás el progenitor tuvo diez vástagos, en vez de conformarse con cuatro, quizás… es más fácil, echarle la culpa de las desgracias y traumas a otros y a otras.

Y, a veces, en esos grupos de mujeres, de viudas y separadas y divorciadas, siempre suele haber, entre diez o doce que se juntan, quizás de alguna manera para refugiarse de la vida, como los animales mamíferos o hembras de las estepas de África, para defenderse del mundo, para salir de su casa. Se juntan en grupo, y, casi siempre en esos grupos de diez o doce, siempre hay una o dos, que no son conscientes, que llegará el día que tendrán que responder de sus palabras y sus actos y sus inquinas, ante el Tribunal de su conciencia y de Dios –claro está, enseguida dirán, ni creen en uno, ni en Otro-. ¡Pues ya veremos…!

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