Paula Fernández.- Sin lugar a dudas la respuesta a esta pregunta es si; y voy a intentar argumentar el motivo. El objetivo de la celebración de los días internacionales es sensibilizar al público en general, a los medios de comunicación y a los Gobiernos de que existe un problema sin resolver y de que sigue siendo necesario implementar medidas concretas para solucionarlo.
El 11 de febrero se celebra el día de la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia, cumpliendo un acuerdo de la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2016; ¿pero sigue siendo necesaria esta celebración cuando han pasado 9 año desde ese día? ¿Nada ha cambiado?, han cambiado algunas cosas para bien, pero en el último año de la mano de los negacionistas, las cosas pintan mal.
Según datos de la Unesco, sólo el 33% de los investigadores a nivel mundial son mujeres, y en áreas de vanguardia como la inteligencia artificial, sólo 1 de cada 5 profesionales (22%) son mujeres; las mujeres ocupan una pequeña minoría de los altos cargos en ciencia
Las mujeres que participan en la ciencia enfrentan brechas de género, salariales y de avance profesional; además de desafíos adicionales para equilibrar sus responsabilidades profesionales y familiares, y el desafío de reducir la brecha de género en la ciencia comienza en la infancia. Diversos estudios han demostrado que los estereotipos de género influyen en la percepción que las niñas tienen sobre su capacidad para desempeñarse en disciplinas científicas; brindar herramientas y espacios de exploración desde temprana edad es clave para fomentar vocaciones STEM.
La igualdad de género en la ciencia no es solo una cuestión de equidad social, sino un requisito para el avance del conocimiento y el desarrollo sostenible. Es muy poco inteligente aprovechar sólo la mitad de los recursos disponibles, o sea la mitad de los cerebros ante los inmensos retos que nos plantea el futuro.
El desafío de reducir la brecha de género en la ciencia comienza en la infancia. Diversos estudios han demostrado que existe un sesgo de género a la hora de elegir estudios y profesiones.
Existen muchos estereotipos que alejan a las mujeres de las carreras técnicas que son, además, aquellas que van a requerir más personal cualificado en el mundo digital en el que estamos inmersos. Para intentar eliminar (o reducir) estos sesgos, es necesario que toda la sociedad esté implicada en políticas de igualdad; desde las familias, los centros de enseñanza, los medios de comunicación.
Pero hay otras razones que tienen profundas raíces en la estructura de la sociedad en la que vivimos y, aunque se proponen distintas iniciativas para cambiarlo, ninguna parece lograr el efecto esperado.
Una de las causas de este fenómeno, el cual ha sido minimizado, es el tiempo, o mejor dicho, los tiempos. Tener tiempo para pensar es muy importante para dedicarse a la investigación científica y ahí empiezan las diferencias. Somos en general las mujeres quienes usamos nuestro tiempo mental en resolver la logística de nuestros hogares, en hacer listas de cosas por hacer o comprar, recordar las fechas de los compromisos, las tareas, las citas médicas, las dosis de los medicamentos y hasta los cumpleaños. En muchas ocasiones, si un hombre hace alguna tarea de la casa o de la familia, quien tuvo que pedirlo fue una mujer y, saber que eso se necesitaba, ocupa tiempo mental. Así, estadísticamente, el tiempo que una mujer puede pasar pensando en temas laborales es mucho menor al de un hombre. Aun en hogares donde hombres y mujeres se distribuyen de manera equitativa las tareas domésticas y familiares o se cuente con servicio doméstico, es muy común que no se distribuyan de manera equitativa las responsabilidades y esta desigualdad aumenta muchísimo si en casa hay niñas, niños o personas que necesitan cuidados.
Otro tipo de tiempo importante para dedicarse a la ciencia es el tiempo para viajar por trabajo sin preocupaciones. Es común que si un hombre viaja a un congreso científico, ni siquiera tenga que pedir apoyo, ya que se da por sentado que todo en casa estará resuelto. Para que una mujer lo haga, muchas veces tiene que recurrir a la ayuda de personas que no viven en el hogar, ya sea para quedarse en casa a cargo lo que implica elevados costos o problemas familiares. Para conseguir un trabajo en investigación, es muy común que pidan haber pasado al menos un año en el extranjero o si ya se tiene una plaza, se abre la posibilidad de pasar un año sabático en otra universidad. Una vez más, es mucho más probable que la familia de un hombre lo apoye o incluso lo acompañe a pasar un año o más en el extranjero. Para una mujer, esto muchas veces es simplemente imposible. Y estamos hablando de mujeres que pueden viajar, cosa, para muchas, impensable.
La solución no es fácil y depende mucho de que nuestra sociedad sea más equitativa. Es decir, la solución está profundamente ligada al feminismo. Para que las mujeres tengamos igualdad de oportunidades en las ciencias o en lo que queramos hacer, necesitamos cambios de fondo no solo en las instituciones sino en la sociedad en general. Una sociedad donde cosas tan sencillas como tener tiempo para pensar o viajar por trabajo no sean un privilegio.
Y justo ahora, cuando estábamos asistiendo a un despegue de igualdad de oportunidades de la mano del movimiento feminista, la ola reaccionaria y negacionista está cuestionando todo, desde la brecha salarial entre hombres y mujeres, la brecha en igualdad de género o la no necesidad de políticas de acción positiva que anime a las niñas a elegir opciones científicas y las mujeres científicas a optar a los puestos de responsabilidad en las diversas instituciones.