Ciudad Real, la minería de tierras raras y la radioactividad del geólogo

Plataforma Sí a la Tierra Viva.- Este mes de marzo el geólogo Enrique Ortega Gironés ha publicado un artículo de opinión en miciudadreal.es donde critica lo que él denomina como oposición ecologista basada en exageraciones y falsedades. Si bien el autor intenta aportar su particular enfoque sobre composiciones mineralógicas y niveles radiológicos para aportar sustancia a sus afirmaciones, su análisis peca de reduccionismo y omite aspectos cruciales que desmienten su narrativa optimista. Porque lejos de ser un «ecologismo falsario» de los por cierto, miles de agricultores que se oponen en la provincia a los proyectos de tierras raras de Quantum Minería en Ciudad Real, lo cierto es que las preocupaciones de la ciudadanía, decenas de colectivos sociales de todos los ámbitos y los ayuntamientos afectados están fundamentadas en experiencias científicas y globales que, pese a quien pese, han de ser consideradas.

Ortega sostiene que el temor a la radioactividad de la monacita en Matamulas es infundado, argumentando que se trata de monacita gris, con niveles bajos de torio y uranio frente a la monacita amarilla, que es mucho más radioactiva. Si bien es cierto que la monacita gris tiene menor contenido de elementos radioactivos, esto no elimina el riesgo ambiental ni mucho menos el sanitario, sobre todo cuando el propio Consejo de Seguridad Nuclear ha indicado en su documentación sobre los proyectos de Quantum en su fase de explotación «que estos son susceptibles de provocar un impacto radiológico sobre los trabajadores, el público y el medioambiente», algo que una y otra vez confirman estudios internacionales como el publicado en 2024 en la prestigiosa revista Biology, que demuestran que incluso a bajas concentraciones, las tierras raras pueden acumularse en los tejidos humanos afectando el sistema nervioso, especialmente en niños y adolescentes. Es por ello que la exposición prolongada a estos elementos, aunque sea en los niveles «inapreciables» que Ortega falsea, tiene efectos documentados que no pueden ignorarse bajo el pretexto de una composición mineralógica específica.

Lo peor es que el artículo de Enrique Ortega intenta minimizar los impactos más allá de la radioactividad, olvidando que la minería de tierras raras, teniendo en cuenta todas sus fases, implica movimientos masivos de tierra, uso intensivo del agua y generación de gran cantidad de residuos tóxicos. En Ciudad Real, donde la economía rural depende en gran medida del sector agroalimentario, Quantum Minería amenaza con alterar el suelo y los recursos hídricos, algo que, por cierto, le valió a la mercantil la denegación de la autorización ambiental por parte de la Junta de Castilla-La Mancha en una decisión ratificada finalmente por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha. 

Otro punto cuestionable es la acusación de «mentira» del eslogan «No a la mina, sí a la vida», que este ínclito autor, cual geólogo radioactivo, tilda de efectista y falso, sugiriendo que minería industrial a gran escala y vida son compatibles algo que, sin embargo, contradicen incontables -y sufridas- experiencias globales. En China, que produce la mayor cantidad de las tierras raras mundiales, las explotaciones han dejado suelos altamente contaminados, aguas inutilizables y comunidades desplazadas. En Baotou, por ejemplo, los residuos radioactivos y químicos han convertido áreas enteras en zonas inhabitables. Y aunque Matamulas no sea Baotou, la idea de que la minería de tierras raras es intrínsecamente sostenible choca con la realidad de un proceso que, por su naturaleza, genera desechos e impactos muy difíciles de gestionar. Porque no se trata sólo de la China roja y comunista, sino que los puntos de roce con comunidades de todo el mundo ha sido la norma de esta actividad extractiva, como bien ha denunciado en sus investigaciones el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental (ICTA-UAB) de la Universidad Autónoma de Barcelona.

TODO ES CASUALIDAD (O NO)

Casualmente, sin embargo, Ortega pasa por alto la falta de transparencia y las irregularidades cometidas por Quantum Minería. Quizás no sepa que en diciembre de 2024, la Guardia Civil denunció a la empresa por buscar tierras raras sin autorización en Torrenueva, hecho que revela una actitud especulativa y poco respetuosa con la normativa y quienes viven en la zona. Este incidente, último de una larga lista de amenazas, insidias y presiones, junto con el rechazo unánime de ayuntamientos, cooperativas agroalimentarias y miles de ciudadanas y ciudadanos, desmiente la idea de que la oposición es «mera histeria ecologista». Más bien, al contrario, refleja la legítima defensa de un modelo de vida que no necesita ser sacrificado por promesas de desarrollo que únicamente buscan enriquecer a especuladores. 

Llama la atención que el deficiente artículo perpetrado por este geólogo, que no ingeniero de minas, coincida con el informe publicado junto con expertos de tres reputadas universidades como son la de Huelva, la de Sevilla y la Pablo de Olavide por la Fundación Nueva Cultura del Agua, que examina en detalle los efectos provocados por la minería metálica en Andalucía Occidental, proporcionando un inestimable marco crítico para evaluar proyectos como los de Ciudad Real.

En este sentido una de sus conclusiones clave es que la contaminación por drenaje ácido de minas (DAM) genera impactos ambientales de largo alcance, y es así como ríos como el Tinto y Odiel han venido transportando metales pesados como el arsénico (As) y el plomo (Pb) durante siglos. Esta contaminación, que afecta desde el golfo de Cádiz hasta el Mediterráneo, está poniendo en riesgo ecosistemas como Doñana y recursos hídricos esenciales.

El caso de la mina Cobre las Cruces ilustra cómo la minería moderna no logra mitigar estos daños pues pese a tecnologías como el denominado Sistema de Drenaje y Reinyección, ha sobreexplotado y contaminado el acuífero Niebla-Posadas con arsénico, enfrentando además denuncias de la Fiscalía y sanciones judiciales. El caso es tan grave, que la fase subterránea que la empresa pretende llevar a cabo triplicará los vertidos de metales pesados al Guadalquivir, evidenciando que las promesas de «sostenibilidad» y «responsabilidad» minera no sólo son insuficientes, sino directamente falsas.

El embalse de Alcolea es otro ejemplo destacado que refleja la inviabilidad de proyectos que ignoran la contaminación minera pues las aguas del río Odiel, con un pH inferior a 4 y altas concentraciones de metales, requieren tratamientos costosos de entre 18 y 30 millones de euros anuales que no están incluidos en el presupuesto, haciendo que semejante y demencial plan sea económica y ambientalmente insostenible. Esto resalta los riesgos de subestimar impactos en zonas agrícolas como Ciudad Real, donde la minería podría comprometer sin remedio recursos esenciales sin soluciones viables. 

Socialmente, además, el informe señala que los beneficios mineros se concentran en multinacionales, mientras que los costes recaen en la sociedad. Así, en Andalucía Occidental la contaminación del sector extractivo ha limitado la agricultura, la pesca y el abastecimiento, hipotecando el futuro de las comunidades. Este desequilibrio es relevante para Ciudad Real donde el sector agroalimentario podría sufrir un impacto similar contradiciendo una vez más la idea de que la minería es compatible con el tejido socioeconómico tradicional. Hay que tener presente que, históricamente, la minería en la Faja Pirítica Ibérica ha dejado un legado de devastación en suelos y ríos con secuelas irreversibles que persisten hoy.

El documento vincula la minería al planteamiento que algunos poderes tienen de la transición energética, pero advierte que intensificar la extracción perpetúa un modelo insostenible. Pero los expertos van mucho más allá, proponiendo reducir el consumo global y fomentar el reciclaje como alternativas, desafiando la narrativa falsaria de que la minería de tierras raras en Ciudad Real es una necesidad incuestionable para el desarrollo tecnológico, un argumento que carece de validez frente a los impactos documentados.

Finalmente, el texto valora las movilizaciones ciudadanas en Andalucía, como las de Salvemos el Guadalquivir, como respuestas legítimas a una amenaza real, no como alarmismo. Esto refuerza la oposición en Ciudad Real como una defensa informada, alineada con las conclusiones de que la minería a gran escala o megaminería, ya sea en Andalucía o en Castilla-La Mancha, genera costes ambientales, sanitarios y económicos que superan con creces a los hipotéticos beneficios que el sector extractivo se esfuerza una y otra vez en repetir. 

En conclusión, el artículo del geólogo Ortega simplifica el debate desde una órbita interesada y subestima riesgos. Es ridículo leer su comparación con la minería del oro en Asturias, de la que parece desconocer el desastre ambiental causado por esta actividad en el concejo de Belmonte de Miranda, que acumula sanciones por sus desmanes. Es por eso que la oposición a las tierras raras en Ciudad Real no tiene nada de alarmista, sino que es una respuesta razonada y fundamentada ante una amenaza para la salud de las comunidades, el medioambiente y la economía local. Lejos de ser un recurso salvador, la minería de tierras raras en el Campo de Montiel y otras comarcas afectadas podría convertirse en un costoso experimento de consecuencias irreversibles. Porque la verdadera falsedad de Ortega Gironés está en pretender que este proyecto es inofensivo sin abordar verdaderamente sus implicaciones.

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8 COMENTARIOS

  1. La sociedad quiere progreso, pero los efectos secundarios no los quiere ver. En China o en Ucrania están bien.
    Ortega tendrá intereses detrás, pero por lo menos ha puesto su nombre en el artículo.

  2. Demasiada literatura y argumentario para alinearse con los ruidosos. Solo sabemos despreciar y ningunear a la gente ocultandonos tras la impunidad del autor desconocido.

  3. Comparar la minería del Cu que lleva más de 100 años en Huelva, por ejemplo, con proyectos de minería futuros en C Real no tiene sentido ninguno. Cuando se exploto el Cu no había leyes ambientales ni de Restauración de terrenos como si hay ahora. Tampoco la monacita (Ce[PO4]) es un mineral que afecte con Acidez en su explotación ni Radioactividad al no tener Th

  4. «… aunque sea en los niveles «inapreciables» que ortega falsea»
    Pregunta: ¿y cuáles son los niveles verdaderos ?
    Acusar de falsedad así por las buenas no parece muy ético, por decirlo suavemente.

  5. Hola, me alegra ver que la gente empieza a ver las cosas claras.
    Como señala Guillermo, el anonimato en cuestiones científicas y técnicas no parece lo más adecuado.
    Soy Pablo Higueras, Catedrático de Universidad y profesor de Tecnología Ambiental Minera en la Escuela de Minas de Almadén.
    El presunto riesgo relacionado con la radiactividad de la monacita gris del Campo de Montiel ya ha sido valorado por el SEPRONA (la Guardia Civil) y el Departamento de Física Nuclear de la Universidad de Sevilla.
    La minería que se propone no implica grandes movimientos de tierra.
    La separación de la monacita no implica utilización de reactivos químicos, ni dejar residuos tóxicos de ningún tipo.
    Con la monacita no hay pirita, como sí hay en San Quintín, que produce el efecto de acidificación de las aguas que tan amablemente nos muestran en la fotografía que ilustra la nota. O en la faja pirítica ibérica, en la que ya su nombre nos habla de este mineral, al que podemos culpar sin dudas de la formación de este grave problema de contaminación de las aguas.
    Con estos mimbres, hago este cesto: los riesgos que implica la explotación minera de monacita en Campo de Montiel son asumibles, prácticamente nulos para la población general, y con las necesidades básicas de protección individual para los trabajadores.
    Se habla mucho de ‘intereses’. Pero ¿no deberíamos considerar la que los elementos contenidos en la monacita son absolutamente necesarios, para la industria, incluso para la medicina, y que se explotan en lugares en los que también hay medio ambiente, y personas que trabajan para que algunos puedan decir que No En Mi Patio Trasero?
    La administración española tiene la capacidad de controlar que el trabajo que tenga que hacer para la explotación de este recurso se haga bien, y que tras la explotación los terrenos quedan perfectamente reacondicionados para su uso agrícola. El único cambio será que esas tierras tendrán menores concentraciones de monacita, y por tanto, de esas tierras raras que nos quieren vender como altamente tóxicas.

  6. Gracias por tu necesario artículo. Tenía que haber una respuesta con fundamento al artículo en favor de la explotación minera de Abenójar.

  7. Este artículo sustenta su validación en consideraciones políticas y no técnicas o tecnológicas, y asumiendo que estamos en el siglo XV AC, ya que, y a mi modo de entender, adolece de algunas precisiones que deben puntualizarse.
    En primer soy geólogo, lo que me da cierto juego en este tema. El artículo de mi colega Ortega acierta en la cuestión de la exageraciones de estos que se autotitulan plataformistas de vivos, tan proclives en este tipo de atalayas mediaticas y que recurren a erigirse en altavoces de colectivos que, a buen seguro, ni les han pedido opinión, ni representan, como a bien tiene por costumbre hacer; y cuyo discurso, avalado por dicha plataforma es de todo tipo generalista al aseverar -sin ningún tipo de rubor- que su defensa y oposición a la minería se basa en: «en experiencias científicas y globales que, pese a quien pese, han de ser consideradas». Y es que la composición mineralógica a la que estos plataformistas recurren es esencial para definir los niveles específicos de peligrosidad, más allá de las ideas preconcebidas que se puedan tener (esto me recuerda al anatematizado mercurio de Almadén y todo eso).
    Y es que, hoy en día, la minería del siglo XXI no implica -necesariamente- ni movimientos masivos de tierras, ni usos intensivos de agua y demás cuestiones que se dan en ese «peculiar manifiesto». Además, las actuales leyes ambientales, en este caso, son bastante claras, con exigencias de restauración, rehabilitación y restitución enormemente estrictas y de obligado cumplimiento. Y es que si tomamos como ejemplo el eslogan que estos plataformistas han planteado, el tema se desboca. La minería, tradicionalmente, va asociada a la vida económica y social de los pueblos. Ahí está mi tierra, Asturies, para demostrarlo. Con sus cuencas carboníferas, y carboneras que, gracias a la minería de ese mineral, han progresado e impulsado su crecimiento social, demográfico, cultural y de prosperidad. e igual sucede con Almadén, Puertollano, las comarcas mineras de Riotinto, las cuencas Sur de Salamanca y su minería metálica, la franja pirítica de Andalucía, las minas de la Bahía de Portman y así hasta el infinito y mucho más (Budy Light Year dixit). Claro que si la plataforma recurre a ejemplos de la China es que tienen un problema, pero eso ya es cosa de ellos…, que los ejemplos deben ser eso, ejemplos y no manipulaciones de información para adornar unos argumentos vacíos y que esconden inconfesables intereses poco aceptables. Evidentemente parece que los plataformistas, más allá de su despacho, han gestionado poco o nada de recursos e impactos, ya que es lo que se colige de su «manifiesto», manifiestamente mejorable. Parece que los plataformistas confunden los aspectos generalistas con un trauma que han sufrido por una empresa determinada (la Quantum Mineria) que, a su modo de ver, no han hecho bien las cosas, desarrollando un alegato que más bien obedece a una soflama de reunión sindical o política en busca de argumentación y respaldo a sus consideraciones. La cuestión parece más una pataleta contra una empresa que la cuestión técnica (¿tal vez porque no estén cualificados, en ese campo, para ello?) y siempre acompañando esa coletilla de miles (¿por qué no millones?) de ciudadanos (me niego, por aquello de la ley Moyano, al paletismo de escribir «ciudadanas»)…, porque ellos saben (los plataformistas) que no hay sacrificio en esos planteamientos. Y en el avance de ese libelo (por cierto, pésimamente redactado) recurren a la categorización, ¡que no es ingeniero de minas!, sólo un geólogo, lo que ya los califica. De minería los geólogos son los que suelen estar mejor formados en lo que es esa materia, dejándose a los ingenieros, como su nombre indica, las labores o tareas más propias de la operatividad y acceso a los recursos, como bien ha señalado la historia (lo que no quita que se encuentren ingenieros de minas que sepan de minería metálica y demás). Pero si quieren referencias, sobre el agua, bueno sería que recurrieran a entidades con auténtico -y reconocido- prestigio en esa materia (yo en mi condición de funcionario tengo acceso a informes de la universidad de Huelva y la de Pablo de Olavide y, la verdad es que esos informes dicen lo contrario, y esto me lleva a que, o bien no manejamos los mismo expertos, o… -no se me ocurre otra opción-), por lo que seria muy de agradecer que los plataformistas los refirieran, más que nada para no desperdigarnos. E insisto en los de la contaminación de metales pesados (por cierto, el Arsénico (AS) es un NO METAL), debieran ser rigurosos en ese tema. Y si se leen los informes de Puertos del Estado y su listado de concentraciones de esos contaminantes (informes que he dirigido durante bastantes años) verán que las concentraciones de Pb (Plomo) Hg (Mercurio) Zn (Cinc), Cd (Cadmio), etc., no son, ni dan, ni por asomo los valores de contaminación que estos plataformistas quisieran y que pomposamente ellos tildan de contaminación. Sólo se les pide a los que sean rigurosos, que no es poco. y que sean científicos, y no propaladores de mensajes apocalípticos innecesarios, falsos y tendenciosos, ¡que ya tenemos suficientes agoreros en esa parcela de la sociedad!

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