Jesús Millán Muñoz.- Todo viaje tiene una finalidad o motivo diferente. Una causa o unas causas. Hay ciudades que llevas lustros queriendo visitarlas. Hasta que llega el momento. Teruel es misterio.
Arribamos los dos viajeros a esos muros de silencio y piedra. Después de algunos intentos. Teruel está de alguna manera en la memoria colectiva hispánica, todas las ciudades han tenido, en siglos de encontronazos amores no aceptados y no queridos, no solo Romeo y Julieta, en otras villas medievales se produjo este fenómeno. Es una realidad a lo largo de la historia. Ahora, aunque no lo crean también sucede. Aunque no halla un Shakespeare, ni un Tomás Bretón, ni un Tirso de Molina, ni un Antonio Serón, ni un Juan Eugenio Hartzenbusch… que nos lo cuenten, ahora también la versión moderna de este hecho, dejan que se casen pero después ponen mil maderos a las ruedas para que no funcione…
Teruel capital, ciudad con un número limitado de habitantes, de almas-cuerpos que intentan cada día vivir y sobrevivir, como todo ser viviente, sea de la especie que sea. Habitamos y dormimos por unos días, al lado de la plaza del Tórico. Un Tórico tan pequeño y se ha convertido en símbolo. Al final, desde la Grecia antigua, antes de la clásica el “toro” ha sido el símbolo de España, de Eurasia, de Asia. Y, todavía queda mucho de todo ello. Quizás, el uro ha quedado como animal ancestral en la memoria colectiva, ha ido pasando de una civilización a otra, cambiando su significado. El Tórico de Teruel, es y puede ser el símbolo de lo que es y somos y hemos sido.
Nos sentamos alrededor, plaza y tórico, relativamente pequeña. Quizás, esas plazas irregulares, de toda esta península. Plazas irregulares porque la mayoría de pueblos y aldeas, medievales y anteriores, la inmensa mayoría nacieron para cumplir una necesidad humana, la defensa. Y, la defensa siempre está en las alturas. La mayor altura del lugar, y, por tanto, es difícil situar plazas centrales regulares, al estilo greco-romano del damero. Cuándo vinieron y conquistaron los romanos, no predicando, sino con las legiones, claro está antes habían venido Cartago con las suyas, pues uno de sus fines, era descender e implantar las ciudades ibéricas anteriores de los altos al llano.
Ya hace tiempo que los dos visitantes, trozos de una misma naranja, caminamos por este lugar. Hace tiempo, pero no tanto. Después hemos ido con toda la prole, ya grande y ya alta y ya casi madura, de vuelta de un viaje de la Cataluña profunda. Toda ciudad tiene su misterio y su enigma. Otra vez, viajamos primero al Albarracín, de aquello surgió algún artículo de opinión, diríamos que a veces, es la cámara que sustituye al silencio del recuerdo. Pero las fotos se pierden también. Los recuerdos se mezclan. Cuando viajaba a Zaragoza a visitar a la descendiente, en vez de atravesar Madrid, al principio, durante algunos años, escogía una ruta alternativa… Atravesaba la Mancha hacia Teruel, y, bordeándola continuaba hacia arriba, el viaje duraba muchas horas. Pero visitaba diversos paisajes y diversos silencios, atravesaba toda esa España que espera a su príncipe que le dé el beso y la despierte, como la versión del cuento de los Hermanos Grimm, si mi memoria no me falla… Por tanto, una ciudad es un bocadillo de distintos alimentos e ingredientes de distintos viajes al mismo lugar, y, se mezclan lo real con los recuerdos, el silencio con el ruido…
Siempre se ha dicho, no sé si es cierto, que esta ciudad se conserva, los monumentos porque antes de ser tomada, en aquella incivil guerra civil -en palabras de Anson, demos el mérito de las palabras a quién las haya creado y criado-, que padecimos en nuestros antecesores y en nuestras costuras de este paisaje, pues los que la defendían, aquella noche se marcharon, si no hubiese sido por eso, los cañones habrían sonado como tambores de huevos que horadan las almas y las carnes y los ladrillos, y habría quedado revuelta. Pero al marcharse pues se conservó con ladrillos de siglos, ladrillos que nos vienen de los mesopotámicos antes de los primeros imperios.
Bueno, es recordar hechos y memorias y realidades. Pero siempre que pienso en Teruel recuerdo al escritor-dibujante-viñetista Antonio Mingote Barrachina –aprovecho aquí que hagan en algún lugar de este terruño ibérico, un Museo o Fundación de y en su nombre, virtual y real, hagan aquí en Teruel un Museo de Humor Gráfico para Mingote y para el humorismo gráfico, dejo aquí la sugerencia-.
Mingote, nacido en Sitges, porque la abuela del genial escribiente, vivía allí. Y, en aquella época las madres si podían iban a dar a luz a la luz de los ojos de sus madres. Quizás, el tranquilizante más profundo de toda la eternidad humana en esta tierra, las madres de las madres y de las madres hasta la prehistoria más profunda. Algo así, a otro famoso, que ahora está un poco dormido, también le sucedió al maestro Antonio Gala, que vino a Brazatortas a que su madre, sintiese la protección de la madre de su misma madre. Aunque uno y otro, se consideran de Teruel, aunque Mingote, si mi memoria no me falla atravesó los primeros años en Daroca, por eso, Su Majestad lo hizo Conde o Duque de Daroca, por eso, el maestro Gala, siempre se sentía de Córdoba capital, aunque pasó unos años en Brazatortas, quizás por la misma razón de la incivil guerra civil, que nos diría el articulista de decenas de miles de columnas, Anson…
Pero una ciudad es también, un lugar las veces que las recuerdas. Se va haciendo otra ciudad. Cada uno tiene en su mente, distinta ciudad, porque es una combinación de sueños y de realidades. En estos tiempos que tantos hablan que la IA irá carcomiendo muchos oficios del ser humano, yo supongo que otros surgirán para el ser humano. En estos tiempos tenemos que recorrer las ciudades del yo. Para habitarnos mejor, para sentir que somos en definitiva una mezcla y combinación substancial, copiando al maestro Aristóteles, de biología y de psicología y de sociología y de paisaje-naturaleza, todo unido con un cemento esencial-substancial, y, también de alma-espíritu inmortal, nos diría el maestro Tomás de Aquino –antes lo dijeron muchos otros-.
En la Facultad del saber, en una de ellas, me enseñaron que el Arte Mudéjar, es el único arte único del mundo. No existe otro Arte, otra clasificación del Arte que sea comparable. Ya hace tiempo, la mezcla de ideas y recuerdos. Y, decía y decían, algún profesor, que venían grandes cátedros de Norteamérica, solo a visitar esta ciudad, y, ya por extensión el Arte Mudéjar, único del mundo, único estilo del mundo. De ahí, comprende usted porque he insertado esa batalla que no sucedió, porque de haber sucedido habría quedado todo arrasado. A veces, siempre, el arte y la historia se mezclan y se combina como una tortilla que uno ya no distingue donde está la cebolla, los huevos, las patatas, el pimiento, la sal, el aceite y el agua, y el fuego y las manos que la han hecho… Somos historia. Aunque no lo reconozcamos. Somos historia que está dentro de nosotros. Tenemos palabras que vienen de muchos ríos, tenemos costumbres que atraviesan muchos siglos…
Visitamos con trabajo ascendiendo o mirando o descendiendo escalones, La Torre del Salvador, no sé si ahora tendría fuerzas por y para ascender. Torre que es un símbolo, mezcla de algunas culturas que han atravesado estos paisajes. Hemos sido tantas cosas a lo largo de la historia, olvidamos los celtas y los iberos antes de Cartago y de Roma, después Cartago y Roma, después los visigodos, vándalos, alanos, después los musulmanes, siempre los cristianos desde hace veinte siglos, después y después… al final, es normal, aunque no le guste aceptar, existimos en un lado oeste de Europa, pero también en un ladito del oeste de Eurasia. Somos un trocito en un lado de un enorme continente que es Asia, que denominamos Eurasia. Estamos insertos en una enorme manta y tapiz, donde miles de millones respiramos en estos momentos, bajo la interpretación de cientos de años, de miles de años, de decenas de interpretaciones culturales y metafísicas y filosóficas y religiosas. Eso somos. Algo de todo eso somos… Somos realidad y somos sueños. Nos atraen estas ciudades, porque nos muestran lo que somos, somos sueño y somos realidad de sueño y realidad de piedras y realidad de carne. Somos y no sabemos muy bien lo que somos…
Siguiendo el lema, Teruel existe, Huesca existe, Ciudad Real existe, Badajoz existe, Soria existe… tenemos que cambiar un poco la mente, y, viajar con el cuerpo y la mente, algunos días, algunas veces en la vida, a estos lugares que tanto son en nosotros, aunque no seamos conscientes de ello…