“Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra”
MIGUEL DE CERVANTES
En estos días Ciudad Real vive uno de los eventos más importantes que se producen en la ciudad. Me estoy refiriendo a FENAVIN, la feria más relevante para un sector que es estratégico para toda la región. Castilla-La Mancha produce el 50% de todo el vino elaborado en España que convierte al vitivinícola en un sector clave, tanto en actividad económica como en empleo, de nuestra tierra. Desde el año 2001, en el que se celebró la primera edición, esta feria es un referente del sector y se ha convertido en una de las más importantes del mundo.
En la feria del vino parece estar rodado un proceso complejo, pero que parece funcionar con cierta inercia. La que genera la experiencia y la solvencia tanto de los organizadores, instituciones, expositores o compradores, como de los agentes profesionales que intervienen en esta actividad —comerciales, enólogos o prensa especializada—. Más allá de los datos que aporten nuestros políticos para medir su éxito, es evidente que produce una gran afluencia de representantes institucionales y operadores intervinientes en este proceso.
Prolifera la presencia de numerosos cargos políticos de la más que nutrida y policéfala administración pública española, —la europea, la central, la autonómica o la local, pero también la institucional—. En el apartado de las ausencias, en la edición de 2025, destaca la del Presidente regional, Emiliano García Paje, que estos días se encuentra de viaje oficial en Japón. Pero este año se nota que no tenemos ningún proceso electoral a la vista, como ocurriera en la edición de 2023, en la que la presencia de nuestros políticos parecía interesada.
Es importante la numerosa presencia de medios de comunicación tanto nacionales, como regionales y locales, así como los de los profesionales del sector agropecuario y vitivinícola. Y destaca su intervención en las conferencias o en el resto de eventos organizado por FENAVIN en esta edición. Entre las novedades a destacar, se ha introducido un pabellón, Sabor Quijote, en el que se han incluido alimentos típicos de la provincia, desde quesos, aceite y pan, hasta una variada oferta de productos de caza elaborados para los asistentes.
En esta edición la Galería del vino, se ha abierto al público en general, no solo a los profesionales, lo que ha provocado colas en el acceso a esta sala que años anteriores se parecía a la Capilla Sixtina durante un conclave —vetada a los legos en estas lides—. En ella los vinos aparecen ordenados por colores y añadas, de todas las marcas de vino de las empresas y bodegas que asisten a esta feria. Las mil quinientas referencias se degustan con diferente paladar y ciencia. Desde los que poseen el morro fino hasta los simples legos o aficionados.
El primer día se celebró una cata de vinos de firma, dirigida por Joaquín Parra López, director de Wine Up, en la que se ofreció para degustar los vinos de cuatro pequeños bodegueros españoles que dan nombre a sus vinos, elaborados con variedades algunas menospreciadas por el sector, —como la airén, o la bobal—, pero hay otras que están sobrevaloradas, —como el albariño o la monastrell—. En estos casos, el proceso de elaboración o de maduración es tradicional. Utilizan tinajas de barro o elaboran en cuevas.
Llamó nuestra atención la presencia de numerosos elaboradores nacionales en busca de nuevos compradores, ya que su clientela ha cambiado, sustancialmente, desde 2022. Primero fue por la invasión de Ucrania, que disuadió a los compradores rusos y a los de sus países satélites; después fue la crisis económica en 2023; y ahora la imprevisión de cómo va a afectar al mercado la política arancelaria de los EE. UU., anunciada por el Presidente Trump. Aunque sí vimos a algunos compradores norteamericanos, como en ediciones anteriores.
Hay marcas reconocidas, cuyos vinos se han ido implantando y consolidando en el mercado nacional a lo largo de los últimos años. Entre ellas, yo destacaría J. Fernando Family Wines-Bodegas VQ, una de cuyas plantaciones de viñedos y una bodega están ubicadas en La Venta de Don Quijote, una pedanía perteneciente a El Toboso, en la provincia de Toledo. En ellas se elaboran todo tipo de vinos y se utilizan diversas variedades de uva blanca y de tinta, entre las que cabe destacar el Verdejo o el Sauvignon Blanc, vinos muy valorados en España.
De esta misma localidad toledana tiene presencia en esta edición de FENAVIN, la pequeña, pero conocida, Bodega Campos de Dulcinea, que elabora una variedad limitada de referencias de vino blanco y tinto, pero entre cuyos caldos, destaca un vino rosado de calidad, muy reconocido en diversos certámenes en los últimos años. Asimismo, ha tenido presencia en esta feria la bodega Gredales de El Toboso, patrocinada en el stand de UNICAJA.
Esta feria se ha convertido en el ágora de los vinos y, como en las antiguas plazas de la Grecia antigua, es un espacio abierto y punto de encuentro para un sector, que sigue siendo el motor de la economía y de la actividad de nuestra tierra.