El poder y la gloria

“El poder otorga privilegios, pero la verdadera grandeza se encuentra en la capacidad de servir a los demás”
GRAHAM GREEN(El poder y la gloria)

El británico Graham Greene cuando comenzaba a escribir un día recibió una carta de una seguidora suya que le sugería alguna corrección en uno de sus escritos. Aquella joven católica sería su primera esposa y poco tiempo después, él se convertiría al catolicismo.

Hablando de católicos, el nuevo papado sigue dando que hablar. El interés por conocer cómo va a ser el pontificado de León XIV, mantiene viva la esperanza de una paz justa y duradera, especialmente —aunque no en exclusiva—, en los conflictos de Gaza y de Ucrania.

Pero también se pone el punto de mira en la atención que se va a proporcionar a los desheredados, a los más necesitados de este mundo. Aunque ambos aspectos no son nuevos, ya que forman parte, desde los orígenes del cristianismo, de la doctrina secular de la iglesia.

Se ha insinuado que fue Francisco quien designó a su sucesor, al nuevo pontífice, restando con ello la libertad de elección a los prelados participantes en el conclave que eligió papa al cardenal Robert Francis Prevost, cuando era prefecto del Dicasterio para los obispos.

El nuevo pontífice pertenece a la orden de los agustinos, mientras que su predecesor era jesuita. Aunque tienen otras diferencias. León XIV vivirá en el Palacio Apostólico mientras que su antecesor lo hizo en la Casa de Santa Marta, ambos lugares ubicados en el Vaticano.

Como cuenta Manuel Pérez Tendero en su artículo “León XIV”, —publicado en Lanza Digital—, la simbología evangélica y cristológica fueron las que inspiraron a León I la elección de ese nombre como papa. Este autor lo enlaza con León XIII y su encíclica Rerum novarum.

Con esta encíclica se inicia la Doctrina Social de la Iglesia. El cristianismo no quería quedar relegado de los problemas nuevos que surgieron en la sociedad industrializada de finales del siglo XIX. Aunque también promulgó otras encíclicas como la Providentisimus Deus.   

Ambos referentes, el del papado de León XIII y el de Francisco, parecen estar en el programa no escrito del papa norteamericano. Pero este último parece tener su propio criterio en asuntos como el de las relaciones homosexuales que seguramente serán controvertidos.

Entre los símbolos elegidos por el nuevo papa, destaca el escudo de su pontificado que incluye elementos del de la orden de los agustinos con el lema acuñado por San Agustín “In illo uno unum”, es decir “aunque los cristianos seamos muchos, en el único Cristo somos uno”.

Sorprende la cruz del sumo pontífice que es un relicario de santos miembros de la orden de los agustinos. Entre los que se encuentran restos del beato español Anselmo Polanco Fontecha, obispo de Teruel, mártir de la persecución religiosa en España, fusilado en 1939.

El gobierno español ha asistido, tanto a los funerales del anterior como a la entronización del nuevo papa. Hemos visto a las vicepresidentas María Jesús Montero y a Yolanda Díaz y en el último acto, también a Félix Bolaños, aunque no al presidente Sánchez.

La participación de las ministras españolas, sobre todo en el funeral de Francisco, ha sido un tanto irrespetuosa, tal como hemos visto en las imágenes de aquel acto religioso. Ellas parecían estar a otra cosa, aunque capitalizando el momento por puro interés político.

Entre los políticos de izquierdas, siempre ha habido quienes han sido respetuosos con estas creencias. Algunos, como el socialista gallego Francisco Vázquez, han hecho gala de sus sentimientos religiosos y han ocupado puestos como la embajada española en el Vaticano.

Otros, como el expresidente castellanomanchego, José Bono, consiguieron algo increíble. Procesionar bajo palio en el Corpus Christi toledano junto al cardenal primado de España, monseñor Marcelo González Martín, lo que no se permitió a políticos conservadores.

Pero el señor Bono —“listísimo”, según algunos periodistas que lo han investigado—, ha pontificado sobre todo, incluso de cuestiones religiosas. Y es posible que el milagro de la multiplicación de los panes y los peces se haya reeditado en su propio patrimonio personal.

El papa es consciente de que necesita poner en orden las finanzas vaticanas; que debe ofrecer encaje y funciones a la mujer; o que tiene que profundizar y seguir reparando a las víctimas de los abusos sexuales cometidos por alguno de sus miembros en el seno de la iglesia.

Y se debe seguir reconociendo con la dignidad que merecen a las víctimas inocentes y muchas veces absolutamente vulnerables de la Guerra Cristera en México y de la persecución religiosa durante la guerra civil española, en los primeros años del pasado siglo XX.

Graham Greene, en su obra maestra, “El poder y la gloria”, relata la persecución a un anónimo sacerdote adicto a la bebida que huía del régimen revolucionario mexicano. Este cura le dice a su captor antes de que lo ejecutaran: “[yo] no soy siquiera un hombre valiente”.

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