Ángel Mozos.- Martes 27 de mayo de 2025. Ha venido el calor de repente, así que debo esperar a que baje el sol para ir a La Minilla, el bike park que hemos creado en Puertollano, a trabajar un poco. Hay que acabar algunas cosas antes de la quedada que tenemos prevista para el sábado.
Al llegar allí encuentro que ya están Alejandro y Adrián. Ellos son los dos chicos que más han trabajado en la construcción del bike park. Aún estoy sorprendido de lo que me han demostrado.
Alejandro se está recuperando de una lesión en la pierna (que no se hizo con la bici) y desde que empezó a poder andar con muletas va todas las tardes que se lo permite su situación. Allí ve a los amigos, piensa en nuevas mejoras y hace lo que puede por mantener el campillo.
Adrián vive para sus estudios y el deporte. Ha dedicado el descanso de esta tarde en sus estudios para comerse el bocadillo con los amigos en La Minilla y hacer unas bajadas. Normalmente aprovecha también para hacer mantenimiento o alguna mejora pero hoy sólo
contaba con media hora…el final de curso es duro.
Al marcharse, Alejandro se queda ayudándome en mi tarea. Pero pronto tenemos compañía de nuevo: llega Jaime. Jaime tiene once años y vive a varios kilómetros de aquí, no obstante ello no le impide venir casi todos los días ya sea andando, en su BMX, o en una pequeña bici de montaña, como pueda. Resulta increíble para todos el empeño que pone en venir a echar un rato.
Durante el trabajo llega otro niño, este de apenas seis o siete años, con su madre. Nos sorprende cómo se maneja en la bici. A juzgar por lo bien que conoce el recorrido de la línea que hace debe ser que ha venido ya bastantes veces. Todos valoramos que para su corta edad se le ven buenos movimientos y que se nota que el venir al circuito le ha ayudado. La madre espera paciente y satisfecha en el borde del bike park mientras su hijo baja una y otra vez su línea (la de iniciación) y sube por el camino que recientemente hemos habilitado).
Apenas pasan unos minutos y de repente llegan tres chicos más. Están cursando tercero de ESO. Cansados de estudiar, han acordado quedar en La Minilla para despejarse un rato haciendo unas bajadas y charlando.
Aprovechan su estancia para ayudarme a mover y colocar unos troncos de madera. Pesan bastante, pero con su ayuda es casi un paseo. Mientras trabajamos hablamos de la vida, de su vida.
También llega un señor del barrio, mayor, que se une a la charla y nos muestra su satisfacción con que haya chavales por allí, “si están aquí con las bicis no están haciendo otra cosa que les perjudique”, nos dice.
Cuánta razón tiene y cómo valoro que diga esas palabras delante de los chavales, porque lo habitual es que, injustamente, les echen de todas partes.
Me voy a otra parte del circuito. Llegan otros dos chavales. Los he visto otras veces, estos son de bachillerato. Vienen a menudo pero son bastante reservados y les gusta venir cuando hay poca gente. Hacen una bajada detrás de otra de manera incansable. Sin duda lo disfrutan, a su manera, pero lo disfrutan.
Tras un par de horas de trabajo, de charla, de ver caras jóvenes, alegres, despejadas, sin la vista pegada al móvil, al aire libre, recojo la carretilla y las herramientas y me marcho a casa con una gran satisfacción y un único pensamiento en la cabeza: Ángel, objetivo cumplido.
Pero no ha sido el único momento de la semana gratificante y en el que me haya dado cuenta del valor que tiene La Minilla. Durante estos días me he puesto en comunicación con tiendas y talleres de bicicletas de la provincia. Todos, sin excepción, han alabado el proyecto. Pero para mí lo más impresionante ha sido ver cómo, al explicarles lo que hemos hecho, sus caras reflejaban un pensamiento con una mezcla de envidia sana y añoranza: «eso era lo que yo quería en mi pueblo».
Conscientes de lo valiosa que es nuestra Minilla queremos que sea para disfrute de todos. Por eso el próximo sábado 31 de mayo por la tarde hemos preparado una quedada con todos los ciclistas de la provincia que se quieran acercar.
Será un momento sencillo y festivo. Para conocernos y compartir la pasión por la bici y la diversión de curvear, saltar y hacer un poco el cabra juntos. Los jóvenes porque es lo que les corresponde y los que lo somos menos porque nos permite tener ese ratito que nos rejuvenece varios años…¿sientes esa sensación? Pues lo mejor es que con La Minilla la puedes revivir todas las semanas.