José Manuel Caballero. Vicepresidente Segundo del Gobierno de Castilla-La Mancha.- Hace hoy 40 años, el 12 de junio de 1985, España firmaba su adhesión a las Comunidades Europeas en el Salón de Columnas del Palacio Real. Aquella rúbrica marcó un antes y un después para nuestro país, pero también para regiones como Castilla-La Mancha, que veían en Europa una promesa de futuro. Aquella promesa se ha cumplido con creces. Para nosotros, Europa no es una idea abstracta: es desarrollo rural, infraestructuras modernas, oportunidades para nuestros jóvenes y apoyo firme a nuestras señas de identidad.
Nuestra región ha vivido en estas décadas una transformación que sería impensable sin el respaldo de los fondos europeos. Desde 1986, Castilla-La Mancha ha recibido más de 12.000 millones de euros en fondos estructurales. Carreteras, centros de salud, hospitales, depuración de aguas, escuelas y centros de formación profesional llevan el sello de la Unión. Con estos recursos hemos modernizado nuestro tejido económico y mejorado la calidad de vida en entornos rurales y urbanos. Europa ha sido sinónimo de convergencia.
El campo, tan vital para nosotros, ha encontrado en la Política Agraria Común un sostén clave. Gracias a la PAC, nuestros agricultores y ganaderos han podido resistir crisis, modernizar sus explotaciones y fijar población en el medio rural. Castilla-La Mancha es, y seguirá siendo, una región eminentemente agrícola. Y Europa, a través del desarrollo rural, nos ha permitido avanzar sin dejar a nadie atrás.
También nuestros jóvenes se han beneficiado del proyecto europeo. Programas como Erasmus+ han abierto horizontes a miles de castellanomanchegos. Estudiar, formarse o trabajar en otros países ya no es una excepción, sino parte del crecimiento personal y profesional de nuestra juventud. Esta es una de las herencias más valiosas de un castellanomanchego universal: Manuel Marín. Su compromiso con el proyecto europeo y su liderazgo en las negociaciones fueron esenciales para la integración de España en la Comunidad Económica Europea.
Manuel Marín, natural de Ciudad Real, fue mucho más que un político europeo. Fue el alma del programa Erasmus, el rostro de una España que quería estar en el corazón de Europa, y un símbolo de cómo la política puede mejorar vidas. Gran persona, político cabal y europeísta apasionado, fue un defensor del rigor y de los ideales que guiaron a España hacia su lugar en Europa. Por eso, este 10 de junio, y coincidiendo con el 40ª aniversario de la integración de España en la Unión Europea, desde el Gobierno de Castilla-La Mancha le hemos rendido homenaje con un monumento en el parque que lleva su nombre en Ciudad Real. Un gesto para no olvidar a quien nos ayudó a abrir las puertas de Europa.
Hoy podemos decir con orgullo que Castilla-La Mancha está plenamente integrada en las instituciones europeas. Contamos con una Oficina en Bruselas, somos parte del Comité Europeo de las Regiones y lideramos redes en sectores clave como el vino, el desarrollo rural o la innovación agrícola. Somos una voz activa en Europa porque creemos firmemente en una gobernanza compartida y en una democracia multinivel que escuche a los territorios.
La Unión Europea ha sido, para Castilla-La Mancha, una fuente de financiación, sí, pero también una escuela de valores: democracia, paz, solidaridad, igualdad. Hemos aprendido que la respuesta a los desafíos contemporáneos, como la despoblación, el cambio climático o la digitalización, pasa por más Europa, no menos. Y estamos preparados para contribuir, como lo hemos hecho en los últimos años, con una ejecución ejemplar de los fondos Next Generation.
Después de cuatro décadas, seguimos siendo una región con retos, pero no estamos donde estábamos. En 1986 nuestro PIB per cápita era el 54,5 por ciento de la media europea; hoy rozamos el 73 por ciento. Hemos avanzado 18 puntos y, lo más importante, hemos reducido brechas dentro de nuestra tierra. Hoy más municipios tienen acceso a la fibra óptica, a la educación infantil, a viviendas sostenibles y a oportunidades.
Castilla-La Mancha no sería la misma sin Europa. Y Europa, sin duda, tampoco sería la misma sin regiones comprometidas como la nuestra. Por eso, en este aniversario redondo, renovamos nuestro compromiso con el proyecto europeo. Un compromiso que es también un homenaje a quienes lo hicieron posible. A quienes, como Manuel Marín, soñaron con una Europa de los ciudadanos, abierta, solidaria y cohesionada.
Porque Europa no es solo una geografía. Europa es una voluntad compartida de progreso. Y en Castilla-La Mancha, esa voluntad sigue firme, viva y decidida. A por otros 40 años de construcción europea. Juntos.