¿Refundar el socialismo?

Fermín Gassol Peco.- (Estaba dándole vueltas a esas dos palabras, ESPAÑA RESPONDE, que figuraban y siguen figurando ahora mismo en el atril (y paredes) de la sede socialista de Ferraz donde Pedro Sánchez comparecía hace unas fechas para dar a conocer tres cuestiones: que ignoraba el quehacer de su secretario de organización, que como consecuencia de ello era cesado y que seguiría gobernando hasta agotar la legislatura. Tres afirmaciones que demandaban, creo, haber sido ilustradas de manera apropiada, si acaso, con EL PSOE RESPONDE. Sin embargo, el artículo del maestro Manuel Valero me ha hecho recordar el que escribí justo hace cuatro años ¿Refundar el socialismo? Unas líneas entre las que bien podrían subrayarse, ampliarse y concretar cuestiones con nombres y apellidos hoy).

Ahora que tanto se habla de que determinados estamentos parecen haber quedado obsoletos en sus ideas y funcionamiento aparece una palabra que promete ser como una varita mágica para la solución a este estructural y esencial problema de subsistencia. Se trata del término refundación. A este concepto se le atribuye el significado de volver a fundar, algo que resulta tan simbólico como volver a nacer porque solo se nace y se muere una vez. Y como eso no puede suceder, refundar se toma entonces en un sentido más descafeinado cual es el de revisar la marcha de una institución para que vuelva a sus principios originales o para adaptarla a los nuevos tiempos; aunque esto no sea propiamente refundar, sino más bien rehabilitar o mejor, reconstruir.

Refundar es si acaso renacer de las propias cenizas lo que lleva de manera irremediable a quemar previamente lo que se es o lo que existe a modo de purificación ideológica y estructural; así de drástico y determinante pues …segundas partes nunca fueron buenas.

En consecuencia, considerar en política la refundación de un partido como es volver a sus principios originales, solamente valdría como una rectificación de las desviaciones indecorosas con el ideario que les dio carta de identidad, que no de las necesarias modificaciones que los nuevos tiempos reclaman. Refundar en política tendría que ver mejor con la adaptación a los nuevos tiempos. Y esa adaptación sería más o menos dificultosa dependiendo de cómo se encontrara de anticuado lo que se pretende modificar y de cómo quisiéramos que fuera de moderno lo que pretendemos crear.

 De ahí que el concepto de post socialismo, por ejemplo, suene y responda a lo que en tantas otras facetas les ha sucedido a estados tardíos y decadentes de determinadas corrientes filosóficas o estilos artísticos y arquitectónicos. El post socialismo como algunos quieren llamarlo, sería un ejemplo más de ese apéndice que en la historia todos los grandes movimientos tuvieron antes de desaparecer por completo. Y hablado de estilos  arquitectónicos, se me antoja este un buen ejemplo para hacer referencia a ese resquebrado edificio ideológico en el que hoy mora el socialismo.

Como sucede en el origen de un partido político, a la hora de levantar un edificio siempre se tienen en cuenta los estilos y las características propias de su tiempo, estando concebido con los gustos de una época. El socialismo es ese edificio que fue construido para responder a la demanda de una mayoría social en unas determinadas circunstancias. Desde hace unos años a ese edificio político se le ha ido lavando la cara a base de cambiar por dentro algunos tabiques ideológicos pero sin llegar a modificar su estructura y menos aún los cimientos, es decir, sin dotarlo de la funcionalidad que hoy conlleva toda construcción moderna.

La aportación del socialismo a la solución de los problemas del pasado más o menos inmediato es de sobra conocida. Lo que falta por saber ahora es si será capaz de convertirse en alternativa viable y útil para la sociedad en el futuro. Y esa reclamada viabilidad del nuevo socialismo creo que ha de pasar por una etapa de “renuncia” para quedar más libre ideológicamente y así poder llegar a encontrar su nueva identidad.

Esta etapa de renuncia creo que pasa por: 1º abandonar el discurso contestatario centrado hoy en aparecer como el negativo de la película de los programas de la derecha, 2º Dejar de ser un partido de clase; la O en sus siglas es algo que hoy chirria. 3º Dejar de mirar con tanta frecuencia y enojo al pasado…como una trasnochada referencia que intenta anular la falta de ideas para el futuro. Y 4º no empeñarse en “compartir mesa y cama” con el primero que pasa y con la única condición de que no sea el P.P. Ese errático comportamiento acaba provocando cierta esquizofrenia en el mensaje y mucha nebulosa en los posibles electores.

El alumbramiento de la nueva identidad, creativa y positiva, es más difícil de encontrar. Pero se me antoja que tiene mucho que ver con posiciones universalmente humanistas. Y es ahí donde el actual partido socialista tiene un doble reto: por un lado ha de realizar un tiro por elevación en su programa, abandonando así discursos populistas basados en el hecho de que para emitir un voto no hay que poseer una gran cultura y por otro lado, lo más difícil, reconvertir a una sociedad que mantiene como único valor la economía, educándola e ilusionándola con otros valores más humanos.

 El socialismo tiene ante sí un gran reto, pero también un gran atractivo cual es refundar un partido de carácter nacional con mensajes claros, inalterables a corto plazo, sólido y que sepa adecuarse a lo que esta sociedad actual tan desencantada hoy demanda, como contrapeso a la única corriente que parece imperar hoy, el neoliberalismo galopante y brutal que se pasea por las mentes de muchas personas…incluso con mentalidad teórica socialista. El socialismo está en un momento en el que debe reinventarse o mejor adecuarse al siglo XXI. Un partido dirigido por una persona capaz, con experiencia de gobierno y equilibrado sentido de Estado, …Emiliano García Page por ejemplo.

Relacionados

ESCRIBE UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí


spot_img
spot_img
spot_img
spot_img