Eduardo Muñoz Martínez.- Así podríamos definir, – aunque te parezca exagerado -, a Eva María Masias Avis, que hace apenas una semana regresaba de la Comunidad de Niños»Sagrada Familia «, en Ventanilla, Perú, dónde ha trabajado, y también ha visitado algunas comunidades nativas, durante 40 días. La experiencia, las impresiones, los frutos…, mejor que nos lo cuente ella.












1.- ¿Qué te has traído de Perú, de Ventanilla?
Me he traído mucho más que recuerdos. Me he traído miradas, sonrisas, abrazos de niños que han sufrido más de lo que cualquiera de nosotros imaginaría, y aún así te reciben con un cariño inmenso. Me he traído la fuerza de mujeres que sostienen familias enteras con una dignidad impresionante, el compromiso de voluntarios que hacen milagros con lo poco que tienen, y una lección de vida diaria: que no necesitamos tanto para ser felices, pero sí necesitamos lo esencial. Y eso, en este caso, es el acceso al agua potable. Me he traído una responsabilidad renovada y un vínculo irrompible con esta tierra y sus gentes. Perú ya forma parte de mí.
2.- Háblanos de tu experiencia en la Comunidad «Sagrada Familia».
La Comunidad de Niños «Sagrada Familia» es una lección de humanidad. Allí viven y se forman más de 1200 niños, muchos de ellos rescatados de situaciones de abandono, violencia pobreza extrema. Lo que Miguel Rodríguez Candia ha creado allí no es un refugio, es una ciudad de amor y de futuro.
He compartido días con ellos, sus juegos, sus comidas, sus clases, y lo más importante: su esperanza. He recorrido junto a Miguel zonas a las que no llega casi nadie, donde ni siquiera hay agua potable. Allí no hay que explicar qué significa la palabra «necesidad», porque se vive en carne propia. Y sin embargo, hay una luz inmensa en cada uno de esos niños. La experiencia ha sido transformadora. Me ha recordado por qué la cooperación no es un gesto de caridad, sino un acto de justicia.
3.- Sabemos que los proyectos están en marcha. ¿Y ahora, qué?
Ahora empieza lo más importante: cumplir con lo prometido. Ya hemos iniciado los trabajos para la instalación de la planta potabilizadora en la Comunidad de Callería, a orillas del Río Ucayali, gracias a la solidaridad de los vecinos de Ciudad Real. Las mediciones están hechas, el terreno está acordado con el Apu de la comunidad, los técnicos evaluaron la zona y se comenzaron las obras, estará terminada en unos meses si Dios quiere.
Pero esto no es sólo un proyecto, es el primero de muchos. No podemos dejar que esta llama de solidaridad sé apague. Ahora toca hacer seguimiento, continuar recaudando fondos, seguir colaborando con empresas y personas comprometidas… Porque cada comunidad que conseguimos que acceda al agua potable, es una vida que cambia. O mejor dicho, cientos de vidas.
4.- Nos gustaría saber más sobre los compromisos que has adquirido.
Mi compromiso no termina con este viaje. Este ha sido sólo el inicio. Me he comprometido personalmente con Miguel Rodríguez y con las comunidades nativas a seguir apoyando en todo lo que esté en mi mano. Desde lo económico a la visibilización, la búsqueda de nuevas alianzas y la gestión de recursos, los medicamentos que también se han enviado y para la Comunidad, que otro de los proyectos es hacer una cámara de frío con placas solares para que la poca comida que les llega no sé pudra por el clima y puedan darle más provecho, es difícil hablar desde aquí de las carencias.
He contactado con un empresario ciudadrealeño que se ha comprometido a donar paneles solares necesarios para l a planta, y eso es sólo un ejemplo de lo que se puede lograr si conectamos voluntades. Estoy hablando con cooperantes, ONG, técnicos…, y mi compromiso es seguir viajando, seguir recaudando, seguir involucrándome. No quiero que esto sea una anécdota, sino que forme parte de mí vida. Es parte de la huella que quiero dejar a mi paso por este mundo que es tan injusto a veces como precioso.
5.- ¿Cómo podremos colaborar desde aquí?
Desde Ciudad Real y desde cualquier lugar, se puede ayudar. Lo primero, es informarse. Conocer lo que ocurre en estos rincones del mundo, ponerle rostro a la necesidad. Luego, claro, está la ayuda económica: cualquier aportación suma, porque estamos hablando de proyectos donde cada euro cuenta.
También podéis colaborar con materiales, con difusión, con propuestas de colaboración desde empresas o instituciones. Y sobre todo, con corazón. Sí algo me ha enseñado esta experiencia es que cuando nos unimos, conseguimos lo imposible. A quienes tengan ganas de ayudar, les animo a que se pongan en contacto conmigo o con la Comunidad «Sagrada Familia». Hay mucho por hacer, y toda ayuda es bienvenida.
6.- ¿Qué te gustaría añadir?
Sólo puedo añadir una palabra: gracias. Gracias a los vecinos de Ciudad Real que creyeron en mí, que con su generosidad han hecho posible esta aventura solidaria. Gracias a Miguel Rodríguez por abrirme su casa y su proyecto. Gracias a los niños que me han enseñado tanto. Y gracias a quienes, sin salir de casa, se han conmovido con esta Causa.
Lo que estamos haciendo no es una simple acción puntual. Estamos cambiando pequeñas realidades, y cuando cambias la realidad de un niño, estás transformando el mundo. Me gustaría que esta experiencia sirva también para recordarnos que la solidaridad no tiene fronteras. Y que, aunque haya miles de kilómetros entre Ciudad Real y la selva amazónica, el amor, la empatía y el compromiso no entienden de distancias.
Decir que no todos los políticos pensamos en llenarnos los bolsillos y servirnos del poder para vivir mejor a costa de la sociedad, también estamos los que creemos en la política como canal para servir a la sociedad, y no sólo a la más cercana que es la de nuestros vecinos, sino la sociedad más vulnerable, aquellos que más lo necesitan, porque sino duda, si en algo creo es en la capacidad transformadora que tiene la política cuando se hace desde el compromiso, el convencimiento de su servicio y desde la honestidad.
A nosotros, Eva, nos resta darte las gracias por tu disponibilidad, por la lección que nos has dado y que merece la pena que aprendamos, y por tu testimonio. En la medida de lo posible, Eva, estamos contigo.