Por José Belló Aliaga
Por su interés transcribimos el discurso pronunciado por Basilio Rodríguez Cañada, presidente del Grupo Editorial Sial Pigmalión, en el acto de clausura de la Gala de entrega de Premios Sial Pigmalión 2025, celebrada en el Casino Gran Vía de Madrid, en Gran Vía, 24.


Distinguidas autoridades, queridos autores, colaboradores, familiares, señoras y señores, amigos todos.
Por tercer año consecutivo voy a leer un texto para que mi breve alocución no alargue innecesariamente este evento que celebra y pone en valor la mejor literatura, destacando autores y obras que nos han hecho sentirnos orgullosos de nuestro trabajo cotidiano a lo largo del último año. Espero que leer estas disertaciones no se convierta en hábito.
En primer lugar, es preceptivo ante todo mostrar nuestra gratitud a la dirección y trabajadores de la institución que nos acoge, El Casino Gran Vía de Madrid, especialmente a Alexandra Pomian, directora de Marketing, por facilitarnos la celebración en sus bellas e históricas instalaciones de un acto tan simbólico como el que nos ha reunido aquí esta mañana sabatina, lo que demuestra que el Casino Gran Vía es una institución abierta a la cultura en general y a la literatura en particular.
Asimismo, deseo manifestar mi gratitud a todos los presentes por acompañarnos en esta duodécima convocatoria de los Premios Escriduende que convoca el Grupo Editorial Sial Pigmalión anualmente, coincidiendo con la celebración de la Feria del Libro de Madrid.
No obstante, después de un acto tan emotivo y entrañable, resulta prácticamente imposible añadir y argumentar algo que sorprenda, emocione o simplemente merezca ser recordado.
En años anteriores ya he comentado nuestros comienzos profesionales, algunos de los objetivos que hemos logrado ver cumplidos y hasta hemos hecho votos por un futuro propicio en compañía de cuantos nos ayudan a diario a intentar superarnos o, al menos, a no defraudar a quienes confían en nuestro trabajo, así como a no perder la confianza en nosotros mismos.
Por si todo esto no hubiera sido suficiente, el pasado año me atreví a sostener que habíamos culminado una etapa personal y profesional y que encarábamos nuevos objetivos para nuestro proyecto editorial, aunque éramos conscientes de que nos deberíamos enfrentar a un destino incierto para lograrlos.
En consecuencia, si en 2024 clausurábamos un intervalo de tiempo de 27 años en el mundo editorial, con más de 2000 obras publicadas y una nómina de autores que supera los 2.650, de cuatro continentes, ¿qué objetivos podemos marcarnos ahora?
¿Intentar permanecer otros 27 años publicando libros?
Sería iluso por mi parte pensar que podría seguir en el oficio siendo nonagenario, en caso de llegar a tan provecta edad, algo bastante improbable, por las tensiones que acarrea el duro oficio de editor.
¿Entonces?
¿Llegar quizá a cumplir tres décadas en tareas editoriales?
Desde luego ese es un horizonte más fácilmente alcanzable, ya que solo faltan un par de años para dicha efeméride.
También sería deseable ver cumplido el sueño de consolidarnos en Hispanoamérica. Y, ¿por qué no?, obtener igualmente el necesario reconocimiento a nuestro trabajo por parte de los lectores, con un notable incremento de su número.
No renunciemos tampoco a descubrir algún superventas que otro, para obtener una cierta tranquilidad financiera.
Y si no fuese mucho pedir, esperemos no tener que superar nuevas crisis económicas, que sigamos desarrollando con ilusión nuestro trabajo y, sobre todo, que tengamos acierto e intuición en su desarrollo.
Aunque mucho me temo seguiremos “disfrutando” de un panorama laboral, social, económico y político inestable, tanto a nivel nacional como internacional, obligándonos a tener que seguir realizando difíciles equilibrios presupuestarios para no caer al precipicio.
Como sostenía un afamado entrenador de fútbol: “Si no tenemos un cierto grado de tensión, no podemos hacer genialidades en el campo”.
Desde luego, si esta afirmación es cierta, nosotros debemos ser geniales, porque siempre estamos bajo presión: de los autores, impresores, distribuidores, libreros, entidades bancarias, etc.
En fin, percibo entre los asistentes ciertas miradas que me están recordando mi compromiso de ser breve y no demorar el goce de esa bebida helada que nos aguarda.
En definitiva, no nos marcamos metas a medio ni largo plazo, ¿para qué?
Nos basta con poder disfrutar de una salud moderadamente aceptable, con tener un cierto buen olfato para seguir con nuestra tarea y algo de suerte para tener el viento de cara.
Con ese panorama, podremos continuar esbozando una amplia sonrisa cuando nos traigan proyectos cargados de problemas, respondiendo nuestra conocida coletilla: “lo difícil, al momento; lo imposible, en 24 horas”.
Así somos nosotros: gente bizarra, osada y audaz. Y en modo alguno nos gustan las cosas fáciles.
Porque, aunque los autores, colaboradores, asesores, proveedores, colegas y demás componentes del mundo de la cultura y el libro sois gente rara, extravagante y fuera de lo común, os queremos tal como sois.
No cambiéis, sed auténticos y extraordinarios.
Gracias.
Basilio Rodríguez Cañada
Pies de foto
Foto 1: La Gala de entrega de los Premios Escriduende 2025 tuvo lugar en el Casino de Madrid, en Gran Vía 24
Foto 2: Basilio Rodríguez Cañada, presidente del Grupo Editorial Sial Pigmalión durante su discurso