El desierto de las ideas políticas

Fermin Gassol Peco.- España presenta hoy un aspecto sumamente emborronado, una nación donde las imágenes políticas, sociales y de comportamiento ético aparecen “muy movidas” por distintos intereses políticos, ideológicos, y casi siempre de un muy bajo perfil. 

La gran política, los grandes ideales resultan ya innecesarios y ahí andamos instalados de manera permanente en las frivolidades, en las estupideces, en las ocurrencias más banales elevándolas a la categoría de principios fundamentales de no se sabe qué.

Y el pueblo cada día más convertido en confusa masa, sin incultura, sin criterios, aceptando más o menos mansamente lo que algunos les intentan imponer desde la más inverosímil desfachatez, tratando de aprovecharse de ese rio revuelto que procura la ignorancia ahora ya culpable. 

 Y sabedores de todo esto una caterva de políticos trincones, arribistas e iletrados, pegando sartenazos al sentido común y a la inteligencia de los votantes.  

Estamos instalados en el desierto de las ideas, de las creencias, de los convencimientos. Es la consecuencia previsible del relativismo, del todo da igual, del todo vale, del qué más da…de la falta de necesidad de pensar. 

La ciudadanía parece haber dejado de tener interés por la política, por los valores trascendentes y se ha convertido en sujeto colectivo económico y de consumo. 

El post relativismo es el penúltimo eslabón donde se agotará nuestra propia pequeñez como individuos cosificados. Ese será el último eslabón de esta cadena en la que nos encontramos amarrados, la cadena del consumismo, del aborregamiento existencial, cuando no de la más aplaudida imbecilidad.

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