Joaquín García Cuevas Holgado.- El debate sobre la corrupción en el Congreso confirma que ya no se trata de ideología, sino de intereses y miedo a perder el poder.
El Congreso de los Diputados vivió esta mañana un nuevo acto de esa obra larga y desgastada que es la política española reciente.
Anunciado como un debate serio sobre corrupción, esa palabra que debería sacudir los cimientos de cualquier democracia y lo que hemos presenciado ha sido una mezcla de silencios calculados, gestos teatrales, ironías irresponsables , lágrimas impostadas, sarcasmos teatrales, exhibición cruda de los intereses partidistas que hoy parecen pesar más que el compromiso con la limpieza institucional, y discursos que huyen del fondo para instalarse en la superficie. La imagen que deja el hemiciclo no es la de una democracia firme y exigente, sino la de una clase política que ha hecho del poder su único horizonte.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, volvió a practicar su especialidad: eludir, relativizar, sobrevivir. Su intervención fue todo menos clara, cargada de frases vacías y gestos mecánicos. Cualquier líder consciente de la gravedad de las sospechas que rodean a su entorno habría tomado la palabra con contundencia. Pero Sánchez opta por el silencio, como si el tiempo fuera a disolver la indignación ciudadana. Su postura no solo es una falta de responsabilidad política: es un desprecio directo a los ciudadanos que aún esperan algo de sus instituciones. En otro país, una mínima sospecha sobre el entorno familiar del jefe del Ejecutivo sería motivo de dimisión o, al menos, de explicaciones contundentes. Aquí, en cambio, reina el silencio. . Su inacción no solo es una falta de respeto institucional: es la muestra palpable de que su continuidad en el poder está por encima de cualquier regeneración democrática.
Tampoco sorprendió la actuación de Yolanda Díaz. Con un discurso cargado de referencias emocionales, apeló al dolor de la familia, a la sensibilidad humana, como si la política se pudiera blanquear desde lo íntimo, pero la corrupción no entiende de afectos. La corrupción no se combate con lágrimas se combate con hechos, con ética pública, con decisión. Y Díaz, en lugar de distanciarse de los escándalos que afectan al Ejecutivo, los minimiza con lágrimas cuidadosamente colocadas. Su postura aparentemente dolida pero sumisa evidencia que prefiere no incomodar a sus socios de Gobierno, ni arriesgar su frágil proyecto político, antes que alzar la voz contra los indicios de podredumbre institucional. Esto se llama Hipocresía.
Y qué decir de Gabriel Rufián se mantuvo en su ya conocido estilo irónico, que cada vez cuesta más distinguir del sarcasmo vacío. Su discurso se movió entre la broma fácil y la frase para el titular, pero sin aportar nada relevante al debate. Rufián hace tiempo que dejó de incomodar al poder; ahora simplemente lo acompaña, siempre que se le mantenga su cuota de influencia. , Rufián representa a una izquierda nacionalista que hace mucho dejó de ser incómoda para el poder.
Mención aparte merecen los grupos que sostienen al Gobierno. ERC, Bildu, PNV y demás socios parlamentarios han optado por el silencio. Pero no por lealtad ideológica, sino por conveniencia pura. Si cae el Gobierno, también caen sus acuerdos, sus beneficios, sus espacios de influencia y prefieren callar y asentir. Lo que vimos hoy es un Congreso convertido en un pacto de no agresión donde nadie mueve ficha para no arriesgar su sitio en el tablero. Cada uno ha encontrado su pequeña parcela de poder bajo este Gobierno, y están dispuestos a tolerar cualquier escándalo con tal de no perderla. Así de crudo, así de claro.
La oposición, por su parte, tampoco ha estado a la altura del momento. El Partido Popular intervino, sí, pero con una prudencia que rozó la tibieza. En lugar de liderar una ofensiva ética, se limitó a marcar distancia sin exigir responsabilidades reales. Sus intervenciones han tenido más forma que contenido, más indignación escénica que voluntad real de regeneración. Oportunidad perdida.
Vox fue el único grupo que habló con crudeza. Su mensaje, incómodo para muchos, fue también el más directo: en este país, se ha instalado una red de poder sostenida por intereses partidistas que deja la corrupción en un segundo plano. Y aunque su tono pueda resultar excesivo, y su estilo moleste a sectores amplios de la opinión pública, lo cierto es que lo que denunció hoy en el Congreso se acerca mucho a la realidad que millones de españoles perciben: una democracia secuestrada por quienes solo piensan en mantenerse donde están. Vox ha dicho lo que otros callan, aunque lo haya hecho desde una retórica que a veces oscila entre lo incendiario y lo oportunista.
El Congreso ya no es la casa de la soberanía popular. Es, cada vez más, un espacio de supervivencia política. Un teatro en el que todos actúan, pero pocos representan realmente a los ciudadanos. La corrupción no es solo una cuestión legal: es, sobre todo, una señal de degradación moral. Y mientras unos callan, otros lloran, otros bromean y otros apenas susurran, lo que está en juego es la salud de nuestra democracia.
Lo cierto es que lo vivido hoy no es un hecho aislado, sino un síntoma de un problema más profundo: el deterioro institucional, la pérdida de confianza ciudadana y la transformación del Parlamento en un plató donde cada grupo interpreta su papel con la vista puesta en las redes sociales, no en el bien común.
Hoy, el Congreso fue el espejo perfecto de una política que ha dejado de mirar al país para mirarse al ombligo.
Puertollano 9 Julio 2025
Joaquín García Cuevas Holgado
Testamento y los 10 mandamientos para no decir nada.
Joaquin Para limpiar la casa del vecino limpiar la vuestra primero no te he visto estos artículos con M.rajoy Mazon Ayuso etc.
Hay tienes tema para escribir una enciclopedia.
Por ahí abajo te han dado una pastillita para que respires antes de escribir tanta tontería.
En el psoe deben estar temblando con este articulo de opinion, y en sus socios ni te digo, lo malo que esto solo llegara hasta argamasilla de calatrava y almodovar
Ardegar: Agradezco su interés en el artículo y su comentario. Solo una puntualización necesaria: me marché del Partido Popular precisamente por las razones que hoy denuncio en mi escrito. Durante 17 meses trabajé desde el grupo mixto en Puertollano, con la honestidad y el compromiso como bandera, atendiendo a todos aquellos ciudadanos que lo necesitaban, sin distinción ni interés partidista.
Mi crítica de hoy no nace del oportunismo, sino de la coherencia con lo que siempre he defendido, gobierne quien gobierne. Deberías haberte documentado.
Vaya, esto se anima. Ya somos 4 los que damos nuestro nombre real. Un saludo.
Por 3 ranas que no dimita. Mal está la corrupción pero ¿ Es mejor la alternativa de recortes rescates y triple corrupción? Porque hay está el chalet de feijoo, la familia ayuso Quirón hacienda y demás, el juez que tiene un error contra el equipo de Almeida y un chalet ilegal en Ávila, un sindicato de policía de la ultraderecha que se dedica ha soltar bulos, un partido vox que no da explicación de un montón de millones de € y que de lo recaudado para la palma no llego ni un ctm, asociaciones subvencionadas por la derecha que denuncian por recortes de periódicos y cuando pillan a un cura pederasta callan, en fin la alternativa a pedro Sánchez no está para confiar en ella.
Todo esto según los medios de comunicación que seguramente algunos tacharan de populistas
Chapeau.