Un infierno llamado verbena

M.L. (vecina de Pozuelo de Calatrava) Leo las declaraciones del señor alcalde de Pozuelo de Calatrava, publicadas el pasado 3 de julio en la página web del Ayuntamiento, relativas a la celebración de la verbena de San Cristóbal, que ha tenido lugar entre los días 4 y 6 de este mes.

Recurro, pues, a este digital para esgrimir unas consideraciones a modo de réplica, ya que la web institucional sigue sin dar cabida a quejas ni sugerencias. No sé si alguien recomendó al alcalde mirar para otro lado e ignorar las reclamaciones de los vecinos, o si es una decisión suya.

Tal postura me parece errada. Si opta por pintar todo de color de rosa, yo voy de frente y puedo demostrar verídicamente lo que es sufrir “la otra cara de San Cristóbal”.

En la nota que difundió este diario el día 17 de junio, con suficiente antelación respecto a la celebración de la verbena, la demanda vecinal sugería no permitir que se estacionasen coches al principio de la calle Granada, o vedar el acceso a dicha calle a quienes pretenden utilizarla para verter micciones y deposiciones.

¿Tan difícil era actuar en ese sentido? No pedimos inversiones gigantescas en infraestructuras, no pedimos algo imposible de realizar. Era algo bien sencillo y eficaz para evitar unas imágenes tan inmundas. Mera cuestión de buena voluntad.

Afirmaba -es textual- que «Colaboramos con infraestructuras, limpieza, montaje del escenario, y refuerzo de aseos, especialmente para dar respuesta a la gran afluencia prevista en la verbena del sábado». Basta ver las fotografías que acompaño. Un panorama peor que el de 2024… ¿Cómo definiría nuestro alcalde el aspecto de la calle Granada una vez concluido el evento?

Innumerables transeúntes -entre las once de la noche del sábado y las siete de la mañana del domingo- desfilan para evacuar sus necesidades fisiológicas entre los huecos de los coches. Si lo hacen en la misma puerta de un domicilio, o junto a una ventana, que se aguanten los vecinos. Hubo hasta niñas pequeñas, acompañadas de sus mamás, que las van iniciando en costumbres tan cívicas.

Además de las micciones y defecaciones (las manchas marrones en el asfalto son lo que parecen, ya convertidas en restregaduras por la abundante orina que les cayó), este año se suma otra novedad: sangre de menstruación, sí, en este panorama dantesco también había un coágulo de sangre extendido por la acera. Si leerlo suscita asco, más asco sentí yo cuando lo tuve que limpiar.

En las imágenes se aprecia el itinerario de los ríos de orina bajo el bordillo, incluso el frontal de uno de los vehículos tiene la marca de los chorros. No olvidemos el hedor que desprende este líquido, que se repite de forma incesante en la franja horaria mencionada, justo delante de puertas y ventanas de unos domicilios donde vivimos personas, no animales. Las hojas visibles en las fotografías las arrancó de los árboles de la plaza el fuerte viento que sopló en la noche del sábado.

De nuevo, otro año más, en la mañana del domingo los propios vecinos, indignados y muertos de repulsión, tenemos que limpiar los desechos dejados por los devotos de San Cristóbal. Este proceder tan cristiano a buen seguro complace al santo homenajeado. El servicio municipal de limpieza interviene con denuedo en la plaza, para mayor gloria de las autoridades que asisten a la misa. Pero a la calle Granada ni se asoman, para ellos es como si no existiera.

En la web del Ayuntamiento dice el regidor que «Nunca ha habido ninguna incidencia», afirmación que sin duda no se corresponde con la realidad.  

¿Cómo se han de calificar los hechos objetivos que he descrito? Son los hirientes estragos de la insalubridad.

Anunciaba el señor alcalde que se iba a reforzar la seguridad, combinando Policía Local y seguridad privada… ¿Dónde estuvieron? Porque, de haber concurrido su presencia, colijo que el resultado no sería el que revelan las fotografías.

Señor alcalde… ¿Sabe que en la plaza donde se celebra la verbena y en las calles adyacentes viven personas? ¿Sabe que algunas de esas personas madrugan el sábado para ir a trabajar? ¿Con qué cuerpo se levantaría usted para cumplir sus obligaciones laborales si hubiera estado toda la noche padeciendo un ruido atroz sin poder conciliar el sueño?

¿Tan arduo es que el Ayuntamiento ponga los medios precisos para no ocasionar tan desesperantes perjuicios? ¿Se requieren costosos esfuerzos para evitar estos escenarios tercermundistas? No importa si el alcalde lo admite o no, da igual si lo quiere o no reconocer. Lamentablemente existe “la otra cara de San Cristóbal”.

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