Sobre lo de Manolo Serrano y el Ciudad de Puertollano

Manuel Valero.- Tiene que resultar muy incómodo que le pongan a uno, en este caso al apreciado y admirado Manolo Serrano, el nombre de un estadio bautizado con anterioridad “Ciudad de Puertollano”  y que tal decisión provoque el desacuerdo entre los miembros de la Corporación. Según los medios y las propias opiniones de las partes, alcalde y PP por un lado y PSOE e IU por otro (Vox no se ha pronunciado públicamente), bautizar el campo de futbol (ya es mandanga que Puertollano cuente con dos estadios) es un modo de reconocer la trayectoria profesional y humana de Serrano o que hubiera sido más correcto llamarlo “Manuel Serrano-Ciudad de Puertollano” o dedicar una puerta al ilustre paisano – por fortuna aún entre nosotros y ojalá lo sea por muchos años más- para no eliminar la genérica denominación actual que hace mención a toda la ciudad que le da nombre.

Se queja la oposición de que no haya habido un consenso sobre un asunto que hurga en los sentimientos y que el alcalde Miguel Angel Ruiz haya optado por la vía expeditiva del decreto y retirar la propuesta del orden del día del Pleno, por disconformidad del PSOE, IU y Vox en el modo de presentar la propuesta, que por otra parte, todos juntos, son mayoría. Un detalle.

La oposición en bloque por su parte se queja de que a la Junta de Portavoces y la Comisión de Cultura llegó la propuesta con el nombre en solitario de Manuel Serrano. O sea, y para abreviar o Manuel Serrano a secas, o Manuel Serrano- Ciudad de Puertollano o una puerta de entrada para darle visibilidad a los méritos indudables de Manolo. El PSOE precisa que el estadio ya tenía el nombre de toda la ciudad aunque se mostró dispuesto a debatirlo en el pleno de septiembre  para tener más tiempo con que converger.

Es complicado opinar al respecto, porque en esto de bautizar, hay un candidato para casa persona, pero para eso ha sido uno periodista, y es, recluido en el cómodo asiento del columnismo, lo cual no le otorga el monopolio de la razón. Faltaría más.

La primera impresión es la incomodidad que debe suponer tal desacuerdo a la persona de mi tocayo cuando es de esperar que un acuerdo sentimental y imperecedero como  poner el nombre de un ciudadano a un espacio público suscite la unanimidad de las fuerzas que representan a todos los puertollaneros. No creo que le agrade a Serrano saber que tal decreto de alcaldía no es bien recibido por la mayoría de la Corporación.

La segunda es que de haber ido al pleno del jueves la oposición hubiera tenido que manifestar su rechazo  dando así la sensación de que el ciudadano Manuel Serrano no es merecedor de tal honor sobre todo si su nombre desplaza al de la ciudad. Y relegarlo a una puerta es un poco indecoroso.  O todo o nada. La oposición en bloque, repito, suma mayoría absoluta. Un detalle. 

Al final queda ese regusto no tan agradable como el que sí hubiera supuesto el acuerdo unánime. Personalmente creo que una denominación mixta hubiera sido de más amplio espectro emocional y se hubiera ahorrado la Corporación pasar por el mal trago de aparecer como desafecta hacia la persona de Serrano, cuando no es así. En este caso, el alcalde hubiera estado más acertado si lo hubiera llevado a las sesiones preparatorias del Pleno y hubiera abierto un diálogo para ahormar un consenso. O haber pospuesto la sesión plenaria para después del verano. Todo, claro, desestimando la puerta de marras, que sí es un romo premio de consolación.

Manuel Serrano es un ciudadano ejemplar, un ejemplo de bonhomía y de coherencia, espíritu emprendedor de cuanto tiene que ver con el deporte local y por supuesto merecedor de que su nombre se estampe en el “Cerrú, como el de Sánchez Menor figura en el otro estadio, pero combinando su nombre con el de la ciudad, por largo que hubiera parecido -.y qué- de modo que no hubiera habido lugar para una polémica que al que primero desagrada, seguro es a él.

PD.- Personalmente, mi enhorabuena y mi reconocimiento a Manolo. Por cierto hay por ahí recogida de firmas para menesteres similares. Pero esto es otra historia.