Alejandro Espinosa Labanda, de 15 años de edad y brillante estudiante de Secundaria, ha recibido esta semana la enhorabuena del alcalde de Almodóvar del Campo, José Lozano, en una recepción ofrecida, junto a sus padres, Agustín y Alicia, tras proclamarse campeón del Mundo de Pesca con la selección española, en la categoría U15.
Un logro que, más allá de ser un hito en la prodigiosa trayectoria del joven almodovareño, este año en la mejor culminación posible a una gran temporada y al pase ya, por edad, a la categoría superior de U20, vale su peso en oro si se tiene en cuenta que se trata del primer Mundial que España alcanza en esta división y, prácticamente, en las demás.
Durante la recepción, en la que también estuvieron el concejal de Deportes, Miguel López y su compañera Carmen Santos, se dio pie entre todos a un didáctico debate en torno a un deporte que no alcanza portadas ni casi titulares pequeños en las secciones de breves, pero que requiere de la disciplina, el talento y la pasión que le pone de siempre Alejandro.
Virtudes que, junto a una estrategia cuidadosamente medida, hubo de derrochar a pleno rendimiento, en aguas del Guadiana a su paso por Mérida los pasados 8 y 9 de agosto, el equipo nacional capitaneado por Daniel Muñoz y José Antonio López y los deportistas que compitieron junto a Espinosa, caso de Christian Zapata, Víctor Aguilar, José Manuel Nieto y Carlos Gómez.
El alcalde reconocía el esfuerzo que el joven despliega, elogiando “su profesionalidad para conseguir las metas que se propone, algo digno de alabar en un chico de su edad” que, además, compagina entrenamientos, salidas y participación en el Club Alarcos de Ciudad Real, con sus estudios, “de sobresalientes”, en el IES ‘San Juan Bautista de la Concepción’.
Consciente de los altos costes que supone practicar este deporte, José Lozano les brindó el compromiso Ayuntamiento para “apoyarlo económicamente con una beca este año con la que sufragar algunos de los grandes gastos que tiene, y el año que viene, si participa en el Mundial, también le ayudaremos”, algo que gratamente valoraba toda la familia.
La de este año, pese a celebrarse en España, fue un desafío mayúsculo por cuanto coincidió con lo más álgido de la intensísima ola de calor de aquellos días y que hubieron de soslayar todos los participantes en el evento mundial, que también se alcanzó a las modalidades U20 y U25, cada una de las cuales alude a respectivos tramos de edad.
El éxito del combinado nacional radicó en optar por una táctica que en principio no era su punto fuerte, la de centrarse en las capturas de peces muy pequeños que, a la postre, analizando las condiciones que reunía el entorno, junto a la apuesta por mayores tamaños de otros competidores, decidieron el Mundial a favor del país anfitrión.
Según explicaron en la recepción, en los entrenamientos se vio que era mejor arriesgar en pesca masiva de mini carpas en lugar de ejemplares más grandes, cuyo comportamiento era impredecible, pese a que en la primera manga, la del viernes día 8, sí aupó a Italia al primer puesto y dejó a España en una expectante segunda posición, a solo un punto.
En la jornada decisiva, la del sábado 9 de agosto, el equipo nacional demostró fortaleza mental y técnica inquebrantable, tal y como expuso la familia Espinosa Labanda, pues mientras sus rivales flaqueaban por la huida de los grandes peces, España mantuvo inamovible su plan con una ejecución perfecta, remontando hasta alzarse con la medalla de oro, con 6 puntos de distancia sobre Italia; Hungría fue tercera.
El propio Alejandro describía la competición como una prueba de resistencia extrema por cuanto “estábamos hablando de hacer en 15 minutos de 50 a 60 peces; hay que hacer 600 en toda la manga”, que en categoría U15 se prolonga durante tres horas, que en Mérida comenzaban a las 10 de la mañana y terminaban a la 1 de la tarde.
Tan increíble cadencia, superior a tres peces por minuto, exige concentración absoluta y mecánica depurada. “Si corres y fallas, vas peor, porque estás perdiendo peces y el de tu lado no los pierde”, explicaba el joven poniendo de manifiesto cuánto de constante es la presión en estas citas, dado que se sabe en tiempo real cómo van todos los contendientes.
Tal fue el caso suyo, cuando en la manga final, que ganó, mantuvo un pulso directo con un competidor húngaro en el que la ventaja cambiaba en cuestión de minutos. Y el resultado de su esfuerzo fue también terminar en el top 10 individual, el noveno de 50 pescadores y con todos sus compañeros de selección también entre los diez primeros.
Trayectoria de hitos y una temporada brillante
Este título mundial es el logro internacional más destacado hasta la fecha en la carrera de Alejandro, pero no el único. El año pasado ya consiguió el subcampeonato de selecciones en el celebrado en Serbia, tras una travesía familiar en coche desde Almodóvar del Campo que se prolongó tres días en ida y otros tanto en vuelta.
Y esta temporada ya ha demostrado su valía compitiendo en una categoría superior. En el Campeonato de España U20, enfrentándose a rivales de hasta 19 años, logró un más que meritorio cuarto puesto individual, quedándose a tan solo 60 gramos de la medalla de plata. Sí la logró por equipos, con la selección de Castilla-La Mancha.
Estos resultados consolidan una trayectoria que comenzó como afición en la más tierna infancia, junto a su padre y a su tío José Hilario en las jornadas de pesca, con la compañía siempre imprescindible de su madre y heredando una afición que ha convertido en un modo de concebir la vida a través de un deporte que, por otro lado, resulta caro.
Ahora, con el oro mundial, Alejandro cierra su ciclo en la categoría U15 y se enfrenta a nuevos retos. Su objetivo inmediato es consolidarse en la categoría U20, donde la competencia es feroz. “Delante de mí hay gente muy buena y detrás también”, afirma con humildad.
Su meta es ser convocado para las jornadas de tecnificación de la selección, “demostrar lo que sé” y luchar por una plaza en el equipo que representará a España en el próximo Campeonato del Mundo de 2026, que se celebrará en Francia. Y, en paralelo, llegar a lo más alto en el podio del Nacional, cuya sede está todavía por decidir.
Lejos de la imagen de un pasatiempo relajado, la modalidad que practica Alejandro es un deporte de alta exigencia física y mental. Las competiciones se deciden por la velocidad, la técnica y la capacidad de mantener la concentración durante horas, realizando un “movimiento mecanizado y repetitivo, sin margen de error”, apostillaba su padre.
Vertiginosidad fundamental pero que se traduce en lesiones en las manos como las que todavía tiene visibles Alejandro, entre yemas desgastadas por el roce, callos endurecidos por la presión y heridas provocadas por el incesante contacto con el sedal y los anzuelos al retirar tantísimas capturas. Cicatrices que mostró al alcalde y que son resultado de repetir el gesto infinidad de veces, sin descanso…