Fermín Gassol Peco.- Sólo el necio, confunde valor y precio (Francisco de Quevedo y Antonio Machado)
Cuando alguien piensa en erigirse empresario, dos son los móviles fundamentales que empujan a hacerlo: la inquietud emprendedora y el beneficio a obtener con la explotación del negocio montado. Ambas motivaciones caminan unidas de manera inexcusablemente necesaria.
El empresario (empresaria) inteligente sabe sin embargo que a solas no puede hacerlo, que necesita de medios materiales y personas que le ayuden y colaboren para llevar a cabo su proyecto con parecida ilusión; que su negocio a medida que crezca necesitará de una estructura financiera, logística, pero sobre todo humana para poder mantenerlo.
Aquellas empresas que han alcanzado un desarrollo notable, el crecimiento lo lograron haciendo las cosas con serena osadía, asentando previamente el nivel conseguido anteriormente, dando con el “quid” de las necesidades del sector y población, montando una estrategia idónea de ubicación, ofreciendo un precio competitivo para los clientes y lo más difícil de todo, manteniendo satisfecho al personal, orgullosos por pertenecer a la empresa en la que trabajan.
Los recursos humanos de una empresa no suponen únicamente un gasto necesario para su funcionamiento, sino que son, sobre todo, un valor añadido que es determinante tanto en el devenir diario como en algunos momentos difíciles por los que puede atravesar.
Quienes hemos sido a la vez trabajadores de una gran empresa y empleadores sabemos que al principio la ilusión es grande, pero que resulta difícil mantenerla igual de viva pasados los años porque la inercia y el trabajo hacen que nos sintamos ya parte del éxito conseguido y lo que en un principio fue puro agradecimiento se convierte en un derecho adquirido.
Es por esto que dirigir una empresa consiste entre otras muchas cosas, (la primera y fundamental un salario justo) en mantener ilusionada a la plantilla con detalles, económicos o de otra índole, demostrativos de que el propietario o propietaria todos los días al levantarse, piensa en las mujeres y hombres que colaboran en el éxito de su empresa con la misma intensidad que lo hace respecto al dinero que quiere ganar en esa jornada.
Y es que las personas significan mucho más que recursos, que puros medios para alcanzar un fin. Los recursos humanos de una empresa son quienes con su comportamiento hacen posible que el negocio consiga mayores beneficios. Las trabajadoras y trabajadores resultan ser así el mejor valor de y para una empresa.
Cuestión última y fundamental: Dependiendo de la calidad humana que atesoren las dos partes, empleadores y trabajadores, una empresa será un lugar con mucho más valor que un centro de trabajo donde ambas partes se ganen el pan.