Alegato de vida y amor
Hay personas que, sin proponérselo, llegan al mundo para mostrarnos lo esencial. No necesitan palabras ni discursos. Les basta una mirada limpia, una sonrisa que brota desde el alma o una caricia que, aunque leve, estremece el corazón. Elsa es una de ellas.
Desde que nació, Elsa convive con el síndrome de Angelman, y aun así —o precisamente por eso— ha sabido enseñarnos lo verdaderamente importante: que se puede vivir con esperanza cuando hay amor, que la lucha diaria tiene sentido cuando quienes te rodean son abrigo y fortaleza. Ella, con sus ojos encendidos y su luz propia, nos ha regalado una lección silenciosa pero profunda. Nos ha demostrado que la dignidad no se mide por los logros que el mundo aplaude, sino por la valentía de quienes se levantan cada día con una sonrisa como bandera.
Este vídeo no es sólo un homenaje. Es una declaración de admiración, un gesto de gratitud hacia Elsa y hacia todos los niños que, como ella, convierten el dolor en ternura y la dificultad en enseñanza. Ellos nos miran desde una altura distinta, más humana, más honda.
A sus padres, a su madre incansable y fuerte, a su padre lleno de ternura, y a su hermano —cómplice fiel de juegos, abrazos y silencios de amistad—, va también este agradecimiento lleno. Porque su entrega, su dedicación constante y su amor incondicional han sido el faro que ha guiado la sonrisa de Elsa, esa que tanto nos alumbra.
El vídeo que van a ver se titula «Yo Soy Luz», y no es una metáfora: es una afirmación sincera. Elsa es luz. Como lo son todas las personas que, aun en la sombra de una enfermedad, iluminan la vida con gestos pequeños que se convierten en eternos.
Gracias, Elsa, por ser ejemplo.
Gracias por enseñarnos, enseñarme, que hay batallas que se ganan con cariño, y que en un mundo a veces distraído y superficial, lo verdaderamente importante sigue latiendo en los corazones valientes como el tuyo.
El síndrome de Angelman no apaga la luz de quienes lo viven; nos recuerda que la verdadera oscuridad está en no saber mirar con el corazón.»
El síndrome de Angelman es un trastorno genético neurológico poco común que afecta principalmente el desarrollo del sistema nervioso. Se caracteriza por un retraso en el desarrollo, problemas de equilibrio y coordinación, ausencia o escaso desarrollo del habla, y una conducta alegre con sonrisas frecuentes. Las personas que lo padecen suelen tener convulsiones y dificultades para dormir, pero también una gran capacidad para conectar emocionalmente con quienes las rodean.
(Julián García Gallego) —Sin palabras mudas—